Los recursos de los fondos de pensiones privados y Colpensiones tienen que llegar a ser más sagrados que en la actualidad, profundizando su utilización en beneficio de todos los aportantes, con especial énfasis en los jubilados. Esto significa en la práctica que parte sustancial de los fondos se dedique a conceder préstamos para vivienda, adquisición de vehículos a los jubilados y otros usos.
Con inteligencia financiera y realismo, esto es: tasas de interés similares a las de las colocaciones actuales de los recursos, cuotas de amortización descontables de las mesadas con débito automático; plazos cómodos y pólizas de seguros con tarifas preferenciales.
Así, los pensionados se benefician directamente de sus aportes y se reorienta, al menos parte importante de estos, que en la actualidad son fuente de financiación de inversiones en las que los dueños de los fondos son, además, usuarios principales y clientes preferenciales.
La aplicación práctica de esta sencilla propuesta es oportuna y sustituye otras que, con alarma justificada, están creando zozobra.
Otros aportantes pueden llegar a ser también incluidos con esquemas financieros parecidos, mucho mas favorables que los términos de contratación del sistema financiero tradicional que ayuda al funcionamiento personal y empresarial, pero que tiende a crear y ensanchar brechas entre pobres y ricos.
No es ajena a esta idea, que es irritante e inaceptable que durante la pandemia el sistema logró utilidades por billones de pesos, lo cual abre espacios de aceptación popular para las propuestas propuestas amenazantes que están en boga en la actualidad.