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Para mi generación el 10 de mayo resultó ser una fecha muy significativa y para muchos inolvidable, tanto como lo fue el 9 de abril para la generación de mis padres. Aquel día de 1957 luego de un paro cívico nacional que no alcanzó a durar 7 días, el general Gustavo Rojas Pinilla presentó renuncia a su cargo, en el que había sido reelegido días atrás por la Asamblea Nacional Constituyente que manejaba como titiritero. Ese paro, el primero que se hacía con tanta magnitud en este país, fue patrocinado por los patrones que pagaron sus salarios a los empleados para que se declararan en huelga y acompañaran a los estudiantes en las gigantescas manifestaciones que se hicieron en las principales ciudades del país. De nada valió la represión militar que Rojas Pinilla y sus generales implementaron y que dejó varias víctimas. El desconocimiento de que fue siendo objeto el general presidente con el trascurrir vertiginoso de los días lo llevó a ser presionado por sus propios generales y ante ellos renunció dando paso a una Junta Militar de 5 miembros que gobernó interinamente por un año y restableció la democracia en Colombia.
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En la pirámide del poder ya no están los desprestigiados uniformados ni la entonces soberana Iglesia, hoy podemos poner en su reemplazo a los dirigentes gremiales y a los uribistas
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Por estos días, cuando se cumplen 64 años de aquella actuación patriótica he estado pensando que la historia puede repetirse. Si bien las circunstancias son otras, y en la pirámide del poder ya no están los desprestigiados uniformados ni la entonces soberana Iglesia, podemos poner allí hoy día en su reemplazo a los dirigentes gremiales y a los uribistas, tan cansados con el actual presidente como lo estuvieron generales y obispos con Rojas Pinilla. El jab de centro que le dio ayer la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán al presidente que le impedía el diálogo con los organizadores del paro, hasta lograr constituir los corredores humanitarios que yo en mi crónica del miércoles solicitaba, ha mandado a la lona al mandatario nacional.
Si se levanta de ese sopapo, bastaría con que cometa una torpeza más como la de haber acatado a los oligarcas caleños que le pidieron el domingo por Zoom que recuperara con el general Zapateiro el control sobre ciudades y carreteras. Con que solo se conozca el resumen de esa reunión, lo que es muy fácil porque los feudales señores salieron a contarlo orgullosamente por wasap, la opinión internacional se vendrá con más fuerza que el cacerolazo que le dio el ama de casa que nos gobierna en el Valle. Y es inevitable porque con los videos de la atroz batalla librada en Siloé la noche del lunes, desprestigiarán tanto a Colombia y a su gobierno que a los uribistas y a los gremios ,que nos encartaron con el actual presidente, no les quedará más remedio que ponerlo de patitas en la calle o nos sancionarán como a Putin y a Rusia.