Los egresados de la Universidad del Valle, aquí firmantes, mostramos nuestro rechazo y desacuerdo con los comentarios proferidos por el profesor Carlos Alberto Murgueitio Manrique, en contra del egresado del programa de Historia César Zape, en su cuenta de la red social Facebook. Comentarios que están circulando masivamente en las distintas redes sociales, a través de una captura de pantalla.
En lo que parece ser una discusión sobre el actual gobierno de Venezuela, el profesor Murgueitio señaló:
Que [sic.] recalcitrantes sois los estudiantes de este antro, platanal o potrero africano llamado Univalle. Resentimiento y odio, insuperable, recalcitrante. No ven la hora de expropiar al Club Campestre y de arrancarles a los dueños de la tierra y los medios de producción de la riqueza para repartirla y destruirla. ¿Que no se dan cuenta que a los que pagamos impuestos nos toca subsidiarlos para que puedan estudiar gratis? ¿Es difícil comprender que viven en un club donde ni pagan por disfrutar de todos los beneficios? [¿] En donde buena parte de los estudiantes son unos sinvergüenzas, irresponsables, haraganes, vagos y perezosos? Me imagino que tampoco hacen cuentas de que los contribuyentes tenemos que subsidiarles la paridera y pagarles los servicios públicos. Todo se lo merecen porque sí. Porque son muy especiales […]. Además, César E. Zape, pensé que te ibas para México a recibir nuevos aires, a salir de África por lo menos un ratico […]
Como puede interpretarse, en la primera parte de su escrito público, el docente arremete en contra de la institución educativa en la cual trabaja y que, además, pagó sus estudios doctorales en México. Continúa con una diatriba acerca de los subsidios y beneficios que recibe la comunidad estudiantil, para concluir con una imagen estereotipada de los estudiantes. La cereza del postre, es nada menos que asemejar a la ciudad de Cali, de forma peyorativa, con todo el continente africano.
A todas luces, las palabras del docente del Departamento de Historia de la Universidad del Valle son una expresión abierta al racismo, clasismo y elitismo, aún muy presentes en nuestra sociedad. Esta visión despectiva y denigrante de la Universidad del Valle y de sus estudiantes, no solo fetichiza a la comunidad universitaria, sino que además se convierte en un mensaje de odio, que evidentemente va en contra de la Ley 1482 de 2011.
Usando las categorías de alteridad propuestas por Nick Morgan, podríamos indicar que para el docente lo “blanco” representa a los contribuyentes, a los que pagan una membresía en un club social y, en general, a los poseedores de la tierra. En contraste, lo “no-blanco” somos los negros, los indígenas, las mujeres y los pobres que hemos accedido a la educación pública. Educación, que en palabras del docente, se imparte en un “antro, platanal o potrero africano”.
Como señaló Nicolás A. Herrera, psicólogo e investigador del Colectivo Frente Unido, quien desde Argentina hizo un escrito crítico y reflexivo sobre la captura de pantalla del mensaje del profesor Murgueitio; todas las palabras denigrantes usadas por el docente son “categorías que expresan la exterioridad del sistema, la negación del sujeto. Todo lo negro es pobre; todo lo pobre es perezoso; todo lo perezoso es haragán; todo lo haragán es resentido”.
Y de esa manera se perpetúa un pensamiento de corte colonial y decimonónico que aún considera que las minorías no tienen por qué acceder a la educación. Esa mentalidad sostiene que la educación y la cultura marcan una “Distinción”, como diría Pierre Bourdieu, y por lo tanto, debe ser restringida a una clase. Una clase letrada que representa todo lo contrario a lo que el docente asume como comunidad estudiantil de Univalle: “sinvergüenzas, irresponsables, haraganes, vagos y perezosos”.
En un contexto de posacuerdo como en el que empezamos a vivir, no pueden tener cabida estos discursos que suscitan odio y violencia. Somos los humanistas, y en especial los historiadores, los llamados a crear un cambio social. A promover un pensamiento incluyente y respetuoso del otro. Por tal motivo, es inaceptable que un docente universitario, que devenga un salario percibido por el Estado colombiano, represente la continuidad de ese pensamiento excluyente, jerárquico y gamonal que impide la posibilidad de un país en paz.
En ese sentido, solicitamos una retractación pública del profesor Carlos Alberto Murgueitio y esperamos ofrezca disculpas, no solo al egresado con quien tuvo este desencuentro, sino a toda la comunidad universitaria que hoy nos sentimos agredidos moralmente. Invitamos a las directivas de la Universidad del Valle, y a toda la comunidad, a velar por que nuestra alma mater continúe siendo un espacio de debate con argumentos académicos y sin ningún tipo de violencia.
Los egresados que hoy firmamos esta carta abierta somos la evidencia de que la imagen peyorativa que el profesor tiene de la Universidad y de sus estudiantes es más que errada. La mayoría contamos con estudios de posgrado y nos desempeñamos en instituciones públicas y privadas de gran trayectoria; demostrando así que la educación que nos ofreció la universidad fue de calidad y nos ha permitido un desarrollo académico y profesional de alto nivel.
Cordialmente,
Ana María Escobar Restrepo, Ana María Henao Albarracín, Apolinar Ruiz López, Carlos Andrés Celis Gómez, Carlos Emerson Rivas Cabezas, Catalina Garrido Torres, César Enrique Zape Jordán, Diana Carolina Gutiérrez Ramírez, Diana Carolina Serna Victoria, Girlandrey Sandoval Acosta, Gisselle Restrepo Cárdenas, Hansel Mera, Ingrid Ríos, Ivonne Maritza Cáceres Villota, José Luis Luna Agudelo, Juan Bernardo Montoya Mogollón, Juan David Murillo Sandoval, Jhon Henry Arboleda, Laura Paola Ávila Quiroga, Lina Marcela Castaño Vargas, Leidy Vanessa Castillo, Leonor Cecilia Pinto Niño, Lorena López Guzmán, Luis Eduardo Muñoz Parra, Mónica Calero Manzano, Nathalia Díaz Ayala, Nayibe Andrea Ruiz, Nicolás Julián Caicedo Beltrán, Nilson Giovani Fajardo, Raúl Alfonso Platicon Caicedo, Sirley Viafara Balanta, Verónica Salazar Baena, Viviana Arce Escobar, Viviana Olave Quintero, William Ocampo, Wilson Ferney Jiménez Hernández y
Yurany Vargas Serna