Egipto y sus laboratorios de convivencia

Egipto y sus laboratorios de convivencia

La mujer murió salvando al barrio de la delincuencia

Por: Hugo Idárraga
julio 06, 2015
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Egipto y sus laboratorios de convivencia
Foto: subida por autor

En el tradicional barrio Egipto se esconden las problemáticas de muchos barrios de la ciudad. Aquí, sin embargo, se están creando las condiciones para que la buena convivencia deje de ser solo un deseo.

Tal vez no exista un lugar como el barrio Egipto que pueda contar la historia completa de Bogotá, desde su periodo colonial hasta la actualidad. Fundado desde la época en la que Gonzalo Jiménez de Quesada nombrara a aquella población de la sabana, que se asomaba desde sus campamentos ubicados en las montañas de Suba, como el Valle de los Alcázares, el barrio ha sido conocido por sus tradicionales celebraciones religiosas; por la antigua ermita –hoy el osario de la Parroquia de Nuestra Señora de Egipto, paso obligado para los católicos en su camino hacia la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña–; por su conexión con los cerros Orientales y los poblados que estos esconden; por su ubicación estratégica dentro del centro político y administrativo de la capital. Aunque podríamos seguir añadiendo señales que identifiquen al barrio Egipto, al día de hoy es más conocido por la violencia que se apoderó de sus calles hace ya unas décadas, por las pandillas y el temor que propagan, por las fronteras invisibles que, también aquí, han dividido el barrio por el número de su calles.

Esta es una historia breve, aunque lleve ya muchos años. El dolor que la atraviesa es el mismo de otras miles de historias, aunque este esté acompañado por un destino diferente al de aquellas. Es la historia de Elisabeth Mendez, que es la historia de la violencia en el barrio, que es la historia de la esperanza, que es al mismo tiempo la historia de los que vienen atrás.

En el barrio Egipto, la calle Novena es diferente a la calle Décima y esta diferente a la calle 11. Cada una de estas calles es un barrio y entre cada uno de estos barrios es mejor andar con precaución. Cada cual pertenece a su lugar desde hace décadas, y la violencia que inició con rencillas entre familias de calles diferentes se convirtió, con el paso de hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas, en una guerra no declarada pero constante –ridícula pensarán algunos, a pesar de que en ella se apueste todo–. Estos conflictos vecinales, origen de pandillas como Los Pascuales, Los Caraegallinas, Los Aurelios o Los Najas, están acompañados por otras dinámicas que recrudecen la situación y alimentan el odio por años acumulado, convirtiendo parte de este barrio, no hace muchos años un lugar próspero para los artesanos, en un espacio de angustias diarias y agotadoras.

Este temor constante, junto a la sospecha frente al daño o el robo; el cansancio de que todo siguiera igual y la preocupación por los que hasta ahora crecían, conmovió definitivamente a algunos vecinos. Doña Elisabeth fue una de ellos. Interesada en crear un ambiente en el que los conflictos entre pandillas y entre cuadras disminuyeran; en que los niños y niñas no se vieran involucrados en ellos –reproduciendo así rencillas y odios de los mayores–; interesada en construir puentes que permitieran un diálogo que la muerte hace mucho tiempo había descartado; en que el arte, la música, la pintura y el teatro sirvieran para construir estos vínculos; le propuso a los vecinos, a su misma familia y a sus amigos, la creación de un torneo de banquitas, –ese juego de fútbol reducido a los límites impuestos por los andenes de lado y lado–, en el que niños y niñas, jóvenes y adultos, pudieran compartir un espacio de buena convivencia, abstraído de los conflictos del barrio. Doña Elisabeth quiso que el juego, el acompañamiento, la escucha, constituyeran un espacio en el que naciera una nueva vida, una respuesta, una salida.

Hetty, el sobrino de Elisabeth, recuerda muy bien el día en el que, en medio de un par de cervezas, su tía le preguntó “¿qué hacemos con estos chinos?”. De esa conversación nació la idea del campeonato de banquitas. El objetivo fue invitar a los niños de las cuadras en conflicto, a aquellos niños que ya se iniciaban en las peleas callejeras con los de las cuadras aledañas. Para el primer campeonato pudieron, con la ayuda de sus propias fuerzas, recoger el dinero suficiente para los uniformes. Al año siguiente el campeonato contaba ya no sólo con los uniformes para cada equipo, también con las premiaciones para los primeros puestos. En el último campeonato, realizado a finales del 2014, alcanzó hasta para un sancocho que muchas personas del barrio pudieron disfrutar.

Lo que se fue tejiendo allí sólo lo sabrá exactamente doña Elisabeth. Mientras tanto, su familia, los vecinos y los jóvenes –continuos caminantes de las calles olvidadas–, fueron testigos de los lazos que allí se estaban construyendo, de los secretos que los niños le confiaban a sus oídos y sabiduría, de la disminución de los conflictos y de la tranquilidad que, aunque tímida, se asomaba ya por entre las calles.

Elisabeth fue encontrada sin vida en la madrugada del 23 de marzo de este año, amarrada dentro de su propia casa. Las hipótesis sobre su muerte fueron muchas. Cual fuera el motivo, es tal vez lo que menos importa. Y aunque la causa más segura es el robo por parte de alguna de las pandillas de las otras cuadras, nadie, sin embargo, puede dejar de lado que se trató de una muerte dolorosa para todos. Con Elisabeth se fue una parte de la confianza con la que los padres enviaban a su hijos al campeonato, también una parte de la fuerza que impulsaba esta gradual transformación del barrio. Ella supo encarnar el respeto y la esperanza, y por eso su presencia, como dijo uno de los vecinos, “hace tanta falta”.

“En Egipto cultivamos esperanza y cosechamos vida”.

Doña Elisabeth, sin embargo, no estuvo sola. Su hijo Allie recuerda cómo sus ojos, vibrantes de entusiasmo, se conmovían frente a los problemas que le llegaban a sus oídos. Ella, dice su hijo, “se convirtió en una autoridad, en una educadora de los niños”. Allie y Hetty la acompañaron en todo momento. Con su trabajo, encontró el apoyo de otros jóvenes del sector y el reconocimiento por parte de los vecinos más cercanos. Estas compañías y apoyos son ahora las nuevas fuerzas para que el proyecto pueda continuar.

Allie y Hetty, por ejemplo, encarnan la enseñanza de que hay otros caminos posibles. Con el apoyo de Elisabeth junto a las ganas de que sus ojos vieran una realidad distinta, pudieron encontrar posibilidades diferentes al de la violencia y las calles. Mientras Doña Elisabeth organizaba a los pelaos del barrio, ellos aprovechaban las oportunidades que la vida les fue presentando. Los dos son ahora productores audiovisuales gracias al apoyo de la Alcaldía de Bogotá y a la escuela de cine Blackmaría. Allí recibieron la instrucción básica que han venido profundizando a partir de su trabajo en el barrio y con las organizaciones y colectivos que trabajan en la localidad, especialmente con La Redada, Miscelánea Cultural. “Rumichaca”, “Doña Carmen”, “Yo, Candelaria” y “Memorias de Egipto” son algunos de los títulos de los documentales hasta ahora realizados. De esta manera, por lo menos, los ojos que se esconden detrás de la cámara pueden ver otras realidades y, al tiempo, reconocer y registrar la historia del barrio y de la localidad.

Estos intereses los ha juntado con otras personas que vienen trabajando en el barrio desde hace años. Es el caso de “Egipto Barrio con Ilusión”, una iniciativa que busca, por medio de la cultura hip-hop, ir creando las condiciones para que la gente del barrio pueda volver a convivir tranquilamente. Mulato y Yaga Flow son artistas, cantantes de rap con las mismas motivaciones y con las mismas preocupaciones que sobre el barrio tienen Allie y Hetty. El trabajo de los últimos años ha creado puentes de entendimiento entre las pandillas del barrio, motivando a sus integrantes a que participen de otras dinámicas, a que creen por medio del arte y de la cultura otras realidades y otro tipo de rivalidades.

El trabajo ha sido duro pero fructífero. Varias pandillas han mermado su violencia, algunas han entablado diálogos hace un tiempo impensables, muchos de sus integrantes participan hoy en día en la iniciativa del Distrito llamada Jóvenes en Paz, donde aprenden otras habilidades y encuentran un apoyo económico a cambio de su participación constante en las clases y en las actividades por la ciudad. Los que están graduados pueden acceder a una educación técnica y, los que no, pueden validar el bachillerato al mismo tiempo que aprenden sobre otras artes u oficios. Las actividades culturales realizadas por “Egipto Barrio con Ilusión” están creando espacios de convivencia entre antiguos y actuales enemigos, rompiendo con esas fronteras invisibles, uniendo al barrio, así como un día lo estuvo antes de la violencia. La tarea ha pasado por la recuperación de la historia de la localidad, por el recuerdo de los relatos de las más viejos, por la imaginación que recrea el barrio en la imaginación de los más jóvenes. Actualmente, la iniciativa de “Egipto Barrio con Ilusión” cuenta con el apoyo de otras organizaciones de la localidad y de otras redes de trabajo como Armemos Parche, con quienes ha tejido lazos de confianza y trabajo.

El día de hoy, bajo el frío de una lluvia fina y copiosa, están todos reunidos, pintando el gran mural con el rostro de doña Elisabeth, ocupando de nuevo la calle en donde se ha venido realizando el campeonato, compartiendo el recuerdo y la alegría que ella dejó sin discriminación. “La idea es seguir con el proyecto” dice Allie, y con él concuerda Mulato, Hetty, los vecinos y amigos cercanos. La esperanza cultivada con dolor y esfuerzo se cosecha con la sonrisa de los niños, con la tranquilidad de los adultos, con la certeza de una madre. Por eso, el trabajo incansable de todas las personas nombradas en esta historia, junto a las personas anónimas que dan parte del tiempo de sus vidas para que el tiempo de otras sea diferente, es una lección de transformación por medio de la cual pueden ser vistos los innumerables casos que se presentan en cientos de las barriadas de esta ciudad.

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