Cuando solo han pasado dos días desde que Hidroituango cerró la compuerta uno de la represa y alteró el caudal del río Cauca, llevándolo a los niveles más bajos en su historia, a 689 kilómetros de distancia la gente ya siente el impacto. En La Mojana, una de las regiones más ricas en el norte del país que vive principalmente de la pesca, los playones que se escondían debajo del agua salieron a flote.
Aunque la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales –ANLA– encabezada por Rodrigo Suárez Castaño advirtió que ni EPM ni la sociedad Hidroituango les advirtieron que iban a cerrar la compuerta que está generando graves daños ambientales, como lo han reportado las diferentes autoridades.
Pablo Rivas, alcalde de Guaranda, Sucre, ya prendió las alarmas porque la crisis que se avecina, si los niveles del río Cauca no se recuperan pronto, sería incalculable. “Hidroituango nos dañó la vida”, no dudó en asegurar el alcalde después de ver cómo la gente, que todos los años sufre de las inundaciones en la región, indispensable en la regulación ambiental y el equilibrio ecológico para la Costa Caribe y el país, según el Banco de la República, hoy tienen que atravesar varios tramos del río caminando porque las canoas y pequeñas embarcaciones pesqueras no pueden navegar.
Ahora el turno es para el director de la ANLA y el gobierno nacional, quienes están llamados a actuar para frenar el impacto y tomar las medidas necesarias. La entidad está ahora evaluando si le quita la licencia ambiental por la afectación en el río Cauca. "El plan de contingencia para el cierre de la segunda compuerta fue adelantado. Fue una sorpresa para nosotros porque no lo esperábamos tan pronto", dijo el director Suárez.
La ANLA también le puso un ultimátum a la hidroeléctrica, que deberá entregar un informe detallado de todo el impacto ambiental tras el cierre de la compuerta.