Hace dos años, Martin Seligman, el padre de la Psicología Positiva y uno de los psicólogos más importantes de nuestro tiempo, y Sir Anthony Seldon, historiador, exrector de Wellington College, uno de los colegios más innovadores del mundo, y uno de los educadores más importantes que tiene Inglaterra junto con Sir Ken Robinson, crearon la Red Internacional de Educación Positiva, IPEN (por su nombre en inglés), con un propósito: cambiar el paradigma actual de la educación en el mundo
En efecto, el modelo que nos rige entiende que el propósito de la educación es preparar muy bien a las personas desde el punto de vista intelectual para mejorar los resultados en pruebas estandarizadas y, con eso, promover el desarrollo económico. IPEN, por el contrario, entiende que uno de los propósitos de la educación es ayudar a las personas a lograr una vida de bienestar, propósito y contribución social. Cree que el propósito de la educación es que los estudiantes florezcan de manera integral, y para esto es necesario el desarrollo académico junto con el desarrollo del carácter y el bienestar emocional. Este es el nuevo paradigma en la educación que IPEN promueve.
Ya existen naciones, entidades internacionales, universidades y colegios innovadores en el mundo que entienden que el pensamiento crítico —si bien necesario— no es suficiente, y que las emociones, el carácter y el cuerpo, entre otros, son esenciales para un desarrollo integral, para vivir una vida de mayor plenitud y para construir una sociedad más empática, menos agresiva y más solidaria.
La Educación Positiva es una corriente reciente —en julio pasado se realizó el Primer Congreso Internacional de Educación Positiva en Dallas—, que tiene sus raíces en la Psicología Positiva y en la Neurociencia. Existe mucha investigación, mucha evidencia y muchos centros en las mejores universidades del mundo dedicados a estudiar cómo funciona el cerebro, qué constituye una vida de bienestar y plenitud, y qué hábitos y actitudes nos ayudan a construirla. La Psicología Positiva (su nombre no es bueno) es la ciencia que estudia el bienestar, la felicidad, el florecimiento, la vida óptima y el desarrollo del carácter y las fortalezas.
¿Por qué la Educación Positiva? Porque la depresión
es una de las enfermedades de este siglo
y será la principal en el 2030
¿Por qué la Educación Positiva? Primero, porque la depresión es una de las enfermedades de este siglo y será la principal en el 2030, según los estudios de Organización Mundial de la Salud. Segundo, porque los seres humanos somos multidimensionales. En el último siglo los sistemas educativos se han concentrado exclusivamente en desarrollar el intelecto, desconociendo las emociones y el cuerpo, entre otros. Tercero, porque uno de los propósitos de la vida es ser feliz (así como contribuir a una mejor sociedad), y la felicidad tiene que ver con experimentar emociones positivas y vivir una vida de sentido y propósito, tal como lo demuestran las investigaciones de Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de California, y no exclusivamente con el desarrollo intelectual. Y cuarto, porque a mayor bienestar y más emociones positivas, como demuestran las investigaciones de Scott Barry Kaufman y Alejandro Adler, hay mayor creatividad, mayor aprendizaje y mejores resultados académicos.
La felicidad es una habilidad
que se puede enseñar, aprender y cultivar
Hace poco estuvo en Bogotá Sonja Lyubomirsky en el Primer Congreso de Felicidad Empresarial. Y nos enseñó que la felicidad es una habilidad que se puede enseñar, aprender y cultivar. Que requiere de esfuerzo, tiempo, trabajo y dedicación. Como todo lo que vale la pena en la vida. Y que no tiene nada que ver con sonreír todo el día, no tener preocupaciones, o con ser un bufón. Tiene que ver sobre todo con cultivar emociones positivas, a través de actitudes como la bondad, la gratitud, el ejercicio físico, la meditación o la apreciación de la belleza, y al mismo tiempo con construir una vida con propósito y sentido. Y para eso es muy importante el autoconocimiento y la reflexión, habilidades esenciales que enseñaban los griegos hace mucho tiempo, y que hoy parecen olvidadas en los colegios, que estamos tan enfocados y obsesionados con enseñar objetos externos y desconocer el conocimiento del mundo interior, el autoconocimiento, que es una habilidad vital para todos los campos de nuestra vida.
Los colegios más innovadores del mundo —que educan para la vida, y no para el examen o para el trabajo exclusivamente— enseñan en sus currículos cosas como Mindfulness (cómo concentrar la mente), cómo manejar el estrés, cómo entender las emociones, cómo fijar metas y propósitos, cómo utilizar las fortalezas de cada quien y cómo cultivar buenas habilidades sociales. Estas cosas son tan importantes como el desarrollo intelectual y cognitivo. Y además son esenciales para construir una sociedad más pacífica y armónica, como la Colombia que queremos en estos momentos.
Sin duda, la Educación Positiva tiene mucho que aportar a los modelos de educación para la paz que Colombia necesita.