Educando para vivir

Educando para vivir

La docencia no es enseñar lo que hay en libros, sino lograr encontrar el equilibrio entre el conocimiento y la formación como ser humano

Por: Juan Pablo López
agosto 13, 2019
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Educando para vivir
Foto: PxHere

Hace un tiempo, la vida académica me abrió las puertas y quedé realmente frío con dicha oportunidad, por eso una de mis primeras preguntas fue: ¿qué puedo hacer para no caer en los errores por los cuales critiqué a los que fueron en su momento mis profesores? Para dicho cuestionamiento quise realizar un alto y pensar en mi historia.

En principio debo señalar que hace ya casi una década terminé mis estudios de colegio y no tenía idea de qué quería estudiar, sin embargo se me abrió la oportunidad de iniciar mi carrera de derecho en una de las mejores universidades del país. Debo adelantar señalando que terminé siendo un idiota por dejarme deslumbrar por una historia, por un estatus, que sinceramente solo estaba en mi cabeza.

Mis primeros años de estudio los recuerdo como un estudiante polémico, con una adicción política y con un grado de competencia abrupto con mis compañeros; si hoy tuviera la oportunidad de encontrarme con cada uno de ellos les ofrecería una disculpa, dado que tenía un problema: me hacía falta vivir.

A mitad de carrera tuve la oportunidad de vivir a lo largo de casi mas de un año en Australia, esta experiencia cambió mi vida. En Colombia, siempre había sido una persona a la cual nunca le había hecho falta nada; en Australia tuve que dormir algunos días en la calle, tuve que ser aseador, ayudante de cocina y otras tantas labores por las cuales en muchos casos ni me pagaron. Sin embargo, cuando me pagaron recibía salarios por encima de lo que ganaría un ejecutivo en Colombia. Ahí me di cuenta de la injusticia, de la falta de equidad que existe en nuestro país. Mis concepciones, mis metas y mis sueños cambiaron en dicho instante.

En Colombia no apreciaba el trabajo de aquellas labores no tecnificadas, desde la persona del aseo hasta la de seguridad (aún cuando mis padres trataron de inculcarme la humildad como pilar de vida); simplemente no sabía de la existencia de otro ser humano, en la persona que tenía al frente. Gracias a dicha experiencia conocí que una sonrisa, un saludo o un aprecio por el trabajo de alguien es una acción que puede cambiar el día de quien tenemos frente a nosotros.

Cuando regresé a Colombia me di cuenta que no era la misma persona, pensé seriamente en retirarme de mi carrera pues no veía en algunos de mis compañeros o profesores la clase de persona que quería llegar a ser (claramente, son más los grandes profesionales que tuve como compañeros, sin embargo en dicho momento solo observaba a aquellas personas en las cuales no quería volver a ser). No quería ser como algunos de mis profesores que solo hablaban de dinero, no quería ser como muchos de mis compañeros que querían endeudarse por tener el último automóvil, el último celular, el que mejor fotos tenía, simplemente no quería ser eso.

Sin embargo, terminé mis estudios y me apasioné por la defensa de los derechos de la mujer y por los emprendimientos, situación que enlace con mi formación legal para lograr generar un cambio en lo que se me permitiese hacerme participe, y que hoy en día ejerzo. Nunca pensé que mi papá tenía razón cuando me decía que llegaría el día en que encontraría un trabajo en el cual me sentiría tan feliz que sería capaz de hacerlo gratis.

Ahora bien, quise contar una experiencia de vida para llegar a lo siguiente: los profesores tenemos una herramienta que permite cambiar el mundo, no es enseñar lo que tenemos en libros, es lograr encontrar el equilibrio entre el conocimiento y la formación como ser humano. 

A mis estudiantes trato de enseñarles el buen trato hacia la mujer, el respeto al consentimiento de la pareja, el trato a compañeros, el seguir sueños creados por una concepción personal y no por un ideario colectivo. Hace unos años si me hubiesen preguntado cuál era mi sueño hubiese respondido que un automóvil de alta gama, ahora respondería que una cerveza con mis amigos.

Hace poco tuve que realizar una convocatoria interna en la universidad donde dicto clase y, para sorpresa de mis colegas, quería conocer más allá del estudiante a la persona, quería conocer los sueños, frustraciones y metas de mis alumnos. Les pregunté, entre otros, qué hubiesen estudiado si no fuera esa carrera, cuál es su trabajo soñado que no tenga que ver con esta profesión, cuál es su mayor sueño.

Todo lo anterior para llegar a una conclusión, un estudiante tendrá la oportunidad de incrementar sus conocimientos a lo largo de su vida profesional, pero es la labor del docente instruirlo para su crecimiento personal, toda vez que nos ven como un guía, por lo cual no debemos desaprovechar la oportunidad de generar un cambio en lo que puede llegar a ser en unos años un país diferente por la formación que hoy brindemos a nuestro jóvenes.

En mi caso tuve la oportunidad de viajar y vivir experiencias, pero es una oportunidad que por las condiciones económicas del país pocos podrán repetir, por lo que será nuestra labor forjar a partir de nuestras experiencias, la buena toma de decisiones profesional y aquellas de carácter cotidiano.

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