Quien sea padre de niños o jóvenes en el colegio, quienes sean educadores, médicos, abogados, quienes se hayan formado en carreras creativas, deben pararle bolas a la avalancha de la inteligencia artificial sobre sus profesiones. En mayor o menor medida, lo que aprendieron tendrá menor valor…
Estamos avisados: La inteligencia artificial generativa (IAg) cambiará muchas cosas y no parece interesarle a quienes se verán afectados. Muchos puestos de trabajo, entre ellos algunos que se clasifican como “trabajadores del conocimiento” pueden ser sustituidos parcial o totalmente. No ocurrirá en diez o veinte años. El impacto de la IAg ya empieza a verse y, antes de acabar la década, los niños y jóvenes de hoy se las verán con mercados laborales diferentes. Y muchos, en edad laboral, correrán el peligro de verse desplazados.
¿Se están preparando las universidades para formar los profesionales que ocuparán los nuevos cargos el conocimiento? ¿Se ha pensado en reentrenar a aquellos que se verán desplazados laboralmente? ¿Se han dado cuenta los padres de familia? ¿El gobierno tiene planes? ¿Y las empresas?
Por ahora el acceso a la inteligencia artificial parece un asunto anecdótico. Las experiencias de individuos con el algoritmo más famoso, el Chat GPT, o con el aparecido después, Bard, y tantos otros, se ubican aún en el terreno del descubrimiento personal. Las organizaciones han sido más bien tímidas en adoptar, de frente, herramientas de la IAg.
Las miles de aplicaciones que han aparecido en el curso de este año, que permiten generar textos, código, imágenes, audio, objetos 3D, videos, comienzan a ser conocidas por unos pocos curiosos que, cierto, van en aumento. Los “plugins”, una especie de herramientas que se adaptan a algoritmos como el Chat GPT, son verdaderos potenciadores que acceden a fuentes concretas, actualizadas, de información, y son prácticamente desconocidos por la mayoría.
En poco tiempo el uso de la IAg se hará más sistemático y los impactos sobre el mundo laboral comenzarán a verse. Entre otras razones porque el “trabajo del conocimiento” es verdaderamente global y la competencia vendrá de parte de quienes sepan utilizar las herramientas de la IAg, no importa dónde residan.
Las profesiones en peligro abarcan una larga lista que vale la pena ventilar, así sea parcialmente. El peligro, en general, se refiere al riesgo de automatización de parte importante de las actividades de, al menos, tres grandes categorías de ocupaciones: educadores, profesionales del conocimiento y creativos.
Vamos por partes: educadores de cualquiera de los tramos del sistema, primaria, secundaria, superior, tendrán que afrontar el hecho de que, en potencia, la IAg estará en la capacidad de generar tutoriales personalizados en prácticamente todas las disciplinas académicas. Desde el aprendizaje de lenguas extranjeras hasta la enseñanza de las matemáticas. Puede contribuir a preparar pruebas en forma más ligada a los procesos de pensamiento que a la búsqueda tradicional de resultados (esquematizando, a manera de ejemplo: se puede preguntar por la raíz cuadrada de un número determinado, pero también por los métodos elegidos por el estudiante para obtenerla… factorización prima, el uso de estimación y refinamiento, etc.). El propósito de formar mediante la evaluación será una realidad con la IAg, como también la cultura de la autoevaluación de los estudiantes. Me pregunto, en un medio en el que los educadores ven la evaluación como un peligro a su estabilidad laboral, ¿cómo podrán convivir con la IAg sin cambiar de “chip”?
Lo anterior vale, también, para la educación superior. La competencia curricular “de afuera” será implacable. La multitud de cursos que otorgan los ya conocidos “nano grados” vendrá ligada, ahora, a la IAg. Las carreras se armarán, como ocurre con las ensambladoras automotrices, con componentes de múltiples centros universitarios, de dentro y fuera del país. Mandará la calidad.
Los educadores deberían ser conscientes de algo que ninguna inteligencia artificial puede tener: empatía. El contacto personal con niños y jóvenes debería impulsarlos a mejorar sus competencias en beneficio propio y de sus alumnos.
Muchos profesionales de la salud se verán afectados. En la actualidad un médico, o grupo de médicos, pueden ordenar a un paciente una serie de exámenes y, después, más o menos a “ojímetro”, analizarlos y emitir diagnósticos. Pues, muy pronto, la IA generativa podrá analizar grandes conjuntos de datos médicos para identificar patrones y ayudar en el diagnóstico de enfermedades con mayor precisión y rapidez que los humanos.
Abogados y asesores empresariales tendrán que adaptarse. Los conceptos y las consultorías, jurídicas, financieras, por los que hoy las empresas pagan cuantiosas sumas, serán sustituidos, parcialmente, por el uso de los algoritmos
Los abogados y los asesores empresariales en varias áreas tendrán que adaptarse. Los conceptos y las consultorías, jurídicas, financieras, por los que hoy las empresas pagan cuantiosas sumas, serán sustituidos, parcialmente, por el uso de los algoritmos, amén de aquellos lenguajes especializados que irán surgiendo en las distintas disciplinas.
Las profesiones creativas, lamentablemente, ya están comenzando a sufrir y el dolor será mayor cuando los clientes descubran que con menores recursos (talento humano y financieros) pueden emprender campañas (marketing, por ejemplo) utilizando algunas aplicaciones que generan los contenidos por los que se les pagaba antes…
Sobra mencionar que, en el trabajo de oficina, manejo de archivos, gestión del conocimiento, de las bases de datos de los clientes, entrenamiento de personal, gobierno corporativo, planeación estratégica, la IA generativa será implacable.
¿No será hora de prever estas situaciones? Así como habrá supresión de numerosas ocupaciones, también surgirán otras nuevas. Si el gobierno actual es del cambio, debería preocuparse por el asunto. No hay referencia alguna al tema ni en los textos de la reforma laboral ni en la educativa….
Los empresarios y las universidades deben poner dentro de sus prioridades el tema, a menos que queramos que la IAg pase como un tsunami.