Educación universitaria: apretando tuercas sobre la cinta móvil

Educación universitaria: apretando tuercas sobre la cinta móvil

"La formación superior es manejada hoy desde la lógica taylorista-fordista; con el propósito de lograr mayor cobertura y beneficios económicos"

Por: José Gregorio Ortiz Rodríguez
octubre 27, 2020
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Educación universitaria: apretando tuercas sobre la cinta móvil
Foto: Pixabay

Resulta difícil observar en plazos cortos los cambios sociales y culturales, estos se dan de manera paulatina y es con el paso de los años que se hacen evidentes. A día de hoy, a duras penas nos percatamos cómo las nubes van cambiando su forma. El campo de la educación universitaria es uno de esos escenarios en el que abundan los cambios, basta con reunir y escuchar a un grupo de profesores de distintas generaciones en uno de sus hábitats naturales, la cafetería, para lograr tener un cuadro claro de esta evolución,  entendida no como un desarrollo o mejora, sino simplemente como un cambio. ¿Pero qué ha cambiado en la educación universitaria y en la relación docente-estudiante? Observemos hacia dónde se han movido las nubes de la formación universitaria.

1. Dificultad para seguir instrucciones en los estudiantes. Un tema que no tarda en aparecer en esas jornadas de café entre docentes, y con aire de terapia grupal, es la dificultad actual de los estudiantes para seguir instrucciones. ¿A qué podemos atribuirla? He aquí una hipótesis: superpuesto con el hecho de que no se fomenta desde edad temprana la lectura comprensiva y con el propósito de que la educación fuera cada vez más dinámica y lúdica, compatible con el espíritu de los tiempos orientado al divertimento, se terminó dando demasiado énfasis a este aspecto, de modo que los estudiantes se acostumbraron a la primacía de lo lúdico, y ahora en la era de la web 2.0, se espera que los contenidos deban presentarse en alguna herramienta interactiva, la versión analógica de esto sería imaginar jóvenes de cerca de 20 años que requieren que los libros vengan en formato pop-up para que puedan leerlos.

Así, el estudiante terminó convencido de que el docente no debía llegar con libros, marcador y borrador, sino con diábolo o pinos y entrar al aula montado en monociclo y ping pong rojo en la nariz. El documento escueto en formato Word o PDF ya no genera interés, ya no es digno de leerse y el estudiante no se tomará la molestia de hacerlo; la clase bien preparada, si no va acompañada de taller lúdico agota. La realidad es que esa dependencia del divertimento ha conducido a una dificultad en seguir instrucciones cuando estas se presentan de manera tradicional, como una serie de pasos. Vale agregar que si existe dificultad para seguir instrucciones, qué pensar acerca del comprender conceptos complejos propios de diferentes disciplinas.

2. Realidades edulcoradas. En otra época la letra "entraba con sangre", afortunadamente ya no es así; el problema es que los errores cometidos a veces nos conducen a actitudes opuestas y a partir de un momento, comenzó a primar una relación estudiante-docente completamente edulcorada, paternalista, en la que se tiende a evitar la exigencia, el corregir, el conflicto se convirtió en una especie de tabú y se dio paso a la sobreprotección y complacencia. Debemos preguntarnos si no estamos echando a perder a toda una generación, a veces llamada “de cristal”, por esa forma de relación suavizada, en tanto que en su encuentro con el mundo laboral descubrirán una realidad muy diferente.

3. Producción masiva de profesionales. La educación superior es manejada hoy desde la lógica taylorista-fordista; con el propósito de cumplir con una mayor cobertura, y por tanto mayores beneficios económicos para las instituciones, el docente se ve en la obligación de realizar su trabajo como en el sistema de línea de montaje de Ford: atender estudiantes, revisar y calificar trabajos poniendo todo en alguna especie de cinta móvil y con reloj en mano (rúbrica con mensajes prefabricados y copiar-pegar). Exigirle a los estudiantes resulta poco práctico, pues se corre el riesgo de que se multiplique el trabajo, de que “empapelen” al docente, ya saturado de mensajes, reuniones virtuales y elaboración de productos académicos. Nos convertimos en el Charlot de Tiempos Modernos, solo que el colapso nervioso ya no nos lleva a apretar tuercas compulsivamente y el roce con los compañeros no es al lado de una cinta móvil, pero sigue habiendo hoy más que nunca colapso nervioso y roce con colegas, solo que vía e-mail, zoom o meet. Claramente el docente es protagonista de esta era posindustrial, de estos “tiempos posmodernos”.

Queridx estudiante, debes saber que en la “realidad real”, en especial la del mundo laboral, no siempre te explican cinco veces lo que tienes que hacer, con un tutorial en PowToon, que la relación con tu jefe no va a tener un sabor dulce, sino que a veces fluctuará entre lo ácido y lo amargo. No me malinterpretes, apreciado estudiante, finalmente no eres tú el culpable de una forma de hacer las cosas que obedece al espíritu del tiempo, a intereses económicos; estudiantes y docentes no jugamos otro rol más que el de obrero. En realidad, nada debería ser más ajeno al modelo fordista, impersonal, que el proceso educativo… Pero mejor lo dejo hasta aquí, pues es hora de comer mi sándwich y volver a la línea de montaje. Bienvenidos a la fabricación masiva de profesionales, cual tuercas y tornillos.

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