La educación es un derecho fundamental, que debe imperar en beneficio común, sin discriminaciones, ni privilegios particulares. Debe funcionar de manera planificada, mediante cátedras y programas, concurrentes con los métodos técnicos, la atención, dedicaciones en estándares y disciplinas, que permita lograr la calidad, con éxito en favor de los estudiantes
La educación pública no debe ser una nave a la deriva. Opera sin rumbo, en constante disputa de nunca acabar, entre el sindicato Fecode y el gobierno. Con ministros improvisados, sobre conocimientos de educación, en los manejos de esta, girando por donde los orienten los asesores, sobre interés en beneficios personales, enfrentando problemas y colisiones, con los directivos sindicales, que reclaman un rosario de pretensiones, dejando resultados desastrosos en la educación pública, por responsabilidad directa, de los operadores, que las desajustan y desangran; saciando, acaparando y desviando; recursos económicos destinados a la educación, que terminan esfumándose, entre la administración institucional y el sindicato de profesores, que se han habituado a los paros, donde no hay un año, en que no se causen, por cualquiera sea el motivo, que traduce y en sombran parálisis, en perjuicio de los estudiantes y en detrimento del patrimonio público.
La educación en Colombia requiere de un cambio extremo de 180°, precisamente ahora, que se salen pensionando, un número regular de docentes y educadores, de escuelas y colegios bachilleratos públicos, en el territorio nacional, implementando sistemas prácticos y elementales, de enseñanzas con direccionamientos, orientaciones en objetividad y precisión, para el aprendizaje, relacionado con los conocimientos de identificación, derechos y respeto; a las: persona, medio ambiente, familia, política, humanidad, urbanidad, civismo, solidaridad, moralidad, ética y todo lo pertinente; para el entendimiento, comportamientos y demás; fuentes académicas, que provengan y originen, en la educación desde la infancia, a la adolescencia y adultez.
La planificación en la educación sirve para diseñar la hoja o el rumbo de las rutas y destino, sustituyendo la metodología por estilo contemporáneo existente, al ser obsoleta, desactualizada, descontextualizada y por la situación crítica que padece, que no es posible resolverla y arreglar, en la marcha, suturando, empatando y pegando parches en activaciones circunstanciales reiterativa. Se necesita de proyecto y programas, que depuren e implementen, cambios estratégicos, que transforme la educación pública, tendiente a menguar la violencia, garantizar calidad, seguridad, trabajo, bienestar, progreso y desarrollo social. Démosle el valor y la importancia, que la educación merece. No es justo que la traten como cenicienta y la maltraten, con desamor, colocando en deprimentes condiciones, por desatención y mala fe
Para descontaminar los sistemas que corroen, carcomen y destruyen, las instituciones, poderes, servicios y autoridades públicas, necesariamente deben comenzar por la educación, a través de la formación de nuevos cultivos humanos. Los despelotes, crímenes, zozobras, miedos, reacciones violentas, desconfianza, dudas e ignorancias se generan por la falta de educación o educación al garete, sin principios ni brújula.
Las universidades y escuelas técnicas deben ofrecer estudios y a la vez promover formas de trabajo a los profesionales que se titulen, centralizando en plataformas las informaciones, suscribiendo convenios y acuerdos, institucionales e interadministrativos, con conexiones en línea de comunicación, intermediación y aval certificado.
Concentrémonos en estudiar lo que se pueda, en la oportunidad propicia. No siempre lo que nos guste, para no estancarse desempleado o aventurarse, a una competencia saturadas de ofertas, sin demandas, aprovechada para absorber oportunidad de trabajo por necesidad a bajo costo, explotando a los desempleados inhumanamente.
Es insólito que el presupuesto de educación esté por debajo del Ministerio de Defensa. Con un presupuesto bien planificado, digitado y estructurado para los fines previstos es tangible la prosperidad de cambio, requiriendo de inversiones apropiadas, para transformar y cambiar, la forma educativa, desde los métodos y formas, de enseñanzas y programas de estudios, según las diferentes formas operativas. Para elevar la calidad deben promoverse los grados y especialidades de los educadores incrementando el salario básico.
Con educación cimentada e indiscriminada, atendida y controlada se baja el índice de criminalidad y desvanecen los hacinamientos carcelarios, lo que conlleva reducciones de gastos institucionales en Policía, Inpec, Ejército, fiscales y jueces.