Educación inicial + bilingüismo = equidad
Opinión

Educación inicial + bilingüismo = equidad

El acceso elitista a las lenguas extranjeras, presente desde la educación preescolar, es un gran diferenciador de oportunidades en Colombia, donde la inequidad marca toda la cadena educativa

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junio 17, 2016
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¿Quién no recuerda a aquel profesor de primaria de matemáticas o a la maestra de lengua castellana que nos hizo enamorar de la materia y nos mantenía embobados todo el tiempo?  0, al contrario, ¿quién se acuerda de los docentes de asignaturas que detestamos, que no entendíamos y nos parecían aburridas? Aquellos que motivan en el aula a sus alumnos son los que enseñan a aprender, base de la buena calidad de la educación.

La calidad se “produce”, finalmente, en el salón de clase. Hay detrás innumerables factores y actores que la determinan, incluyendo, desde luego, el papel de los hogares y el afecto familiar, y la política pública. Sin embargo, es el docente, en su encuentro con los estudiantes en el aula, el protagonista clave de la buena, o mala, educación.  Niños y jóvenes que recorren la educación básica y media pasan miles de horas en el aula. De allí, si tienen la oportunidad, ingresan a la educación superior o, directamente, al mercado laboral. Su desempeño, su papel como ciudadanos,  dependerá, en buena medida, de lo que ocurrió en clase.

El compromiso y la iniciativa de decenas de miles de maestros en Colombia con la educación de niños y jóvenes colombianos en el aula, de todas las condiciones sociales y en las más diversas regiones del país, es indiscutible.  No obstante, la calidad de la educación guarda estrecha relación con las oportunidades que tienen los niños desde su nacimiento, una de las razones asociadas a las calificaciones que, en pruebas de tipo Pisa, ha recibido Colombia.

Más allá del repertorio de medidas orientado a mejorar la docencia, a Colombia la agobia la inequidad. Millones de niños que reciben los maestros en las aulas ya vienen marcados por las trazas de la disparidad social y económica. A pesar de pertenecer, hace años, al club de naciones de clase media alta, a juzgar por el ingreso por habitante, Colombia es campeona en las diferencias de oportunidades en el acceso a la educación integral de calidad.

Dentro de las ciudades los abismos son inmensos, parejos con la detestable distribución de los estratos 1 a 6.  Ni se diga entre regiones. Y, peor aún, la desventaja brutal con la que nacen los niños del campo frente a los de la ciudad. De ahí el inmenso mérito de maestros que, en las más duras condiciones de infraestructura escolar, orden público y violencia intrafamiliar en los hogares de los niños, dejan su huella y su corazón en el aula de clase.

Se puede argumentar, con razón, que Colombia ha dado enormes pasos en materia de cobertura educativa en los últimos 25 años. Como bien dice la OCDE*, la expectativa de vida escolar (el número de años que un individuo en una sociedad dada asiste a los distintos tramos de la educación - primaria, secundaria, terciaria) aumentó en dos años entre comienzos de siglo y el 2010, y está a la par del promedio latinoamericano (13.5 años). Un avance notable.

Uno de los venenos de la inequidad, sin embargo, se manifiesta en que los más pobres tienen menos de seis años de esperanza de vida escolar. Nacen en desventaja, sin la oportunidad de acceso al conocimiento ni a empleos de calidad durante toda su vida laboral.

Dos ámbitos ejercen ingrata influencia en la vida futura de los niños:
la nula o deficiente atención en la etapa preescolar,
y la ausencia de bilingüismo

La inequidad marca toda la cadena educativa.  En particular, dos ámbitos ejercen ingrata influencia en la vida futura de los niños, independiente de si logran culminar el ciclo de educación media e, incluso, la superior: la nula o deficiente atención en la etapa pre-escolar, por un lado, y la ausencia de bilingüismo por otra.

La sociedad colombiana, incluyendo sus políticos, no ha entendido aún el valor que tiene la inversión en la educación inicial y la atención a la primera infancia. Como lo planteó la Patricia Kuhl ** en el congreso promovido por United Way (Medellín, 15/06/16), el cerebro de los bebés y niños pequeños es una impresionante fábrica de conexiones (sinapsis), inmensa esponja que es escenario óptimo para la siembra de las capacidades lingüísticas y numéricas, la creatividad y, en general, la capacidad de aprender en contextos de interacción social.  Por negación, la consecuencia es brutal: lo que se deja de hacer en tales años es irrevocable.

Es cierto que en Colombia la cobertura ha aumentado y que programas como De cero a siempre y, en general, los del Bienestar Familiar, han contribuido a ello. Pero, de nuevo, más de la mitad de los niños de 3 años y la cuarta parte de los de 4 años carecen de la oportunidad de educación para la primera infancia, disponible, en la práctica, para familias de mayores ingresos (OCDE) a través de ofertas privadas que bien pueden representar uno o más salarios mínimos de costo mensual. Inocentemente, aquellos estarán siempre en desventaja en el desarrollo de sus aptitudes cognitivas frente a los chicos que sí han tenido la opción.

El acceso elitista que existe en Colombia a las lenguas extranjeras, presente desde la educación preescolar, es otro gran diferenciador de oportunidades. Nada que hacer: hasta ahora, solo instituciones para familias de altos ingresos ofrecen la posibilidad de acceder a una segunda lengua, propósito que se complementa con viajes y campamentos, imposibles para el niño que asiste a la educación pública.

Es por ello que se abre una esperanza inmensa cuando el Premio Compartir al Maestro 2016 fue obtenido por un docente de inglés, Fabián Moisés Padilla de la Cerda que, en trabajo mancomunado con sus colegas y la rectora de la institución pública Jorge Nicolás Abello (Barranquilla), la han convertido en bilingüe. ¡Maestros colombianos que rompen el paradigma de que los idiomas son solo para quienes tienen los recursos! (La institución, además, recibió el mejor resultado de acuerdo con el Índice de Mejoramiento de la Calidad Educativa).

* OCDE, La educación en Colombia, 2016.

**Investigadora de la U. de Washington, entre otros temas, en aprendizaje en infancia temprana y desarrollo cerebral.

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