Nos han contado que la educación es un instrumento de equidad. ¿Será cierto? Los expertos argumentan que la educación sobrevive a duras penas en la esfera estatal, debido al liderazgo de gobiernos y funcionarios deshonestos y acartonados. De ser cierta esta tesis, somos cómplices al aniquilar los sueños de construir una sociedad más justa, esgrimida por la ODS al 2030.
Paradójicamente, esta inequidad se forja en el proceso educativo en países en vías de desarrollo como Perú, con una espantosa educación básica estatal y una educación básica privada elitista; acentuada más esta brecha durante el flagelo del COVID-19, como evidencia el Informe GEM 2020 de la Unesco.
Petardeando nuestra convivencia solidaria que es el norte del siglo XXI, el discurso privatizador de la educación, de acuerdo al modelo neoliberal, está segregándonos. Mientras, la educación pública, como alternativa de resistencia orgánica, es nuestro mejor salvoconducto para asegurarnos el porvenir y nuestra sobrevivencia como manifiesta Chomsky.
El caso peruano y latinoamericano es sorprendente. La educación estatal subsiste con menos de 6% del PBI. Gran parte del presupuesto se destina al gasto burocrático sobrecosteado. Magro sueldo magisterial. Como está dirigido a la mayoría, montan un currículo anclado en el pasado. Estudiantes sin acceso a internet e inevitablemente domesticados por un ecosistema educativo, impuesto por grupos de poder confabulados con gobernantes y astutos políticos.
Aunque parezca una utopía, erradicar la educación privada que excluye a millones de personas significaría una arremetida mortal contra la inequidad. Manuel Bello nos sugiere una sola educación básica gratuita para todos los niños y niñas, con el objetivo de generar espacios de desarrollo sostenido.
Probablemente esta utopía hará posible desafiar a la incertidumbre del mañana. ¿Acaso la sociedad no estallará al verse asediado por los más ricos como producto de un sistema mundial corrupto e inequitativo? ¿Es justo que millones de personas, no accedan a una mejor vida a través de una educación de calidad?
La retórica de la resiliencia recorre el planeta como antídoto contra la pandemia. Pues bien, a partir de esa resiliencia, replanteemos una política educativa de largo aliento centrado a conferir oportunidades a los niños y niñas sin ninguna segregación, exclusión y estigmatización como nos recomienda el reporte del 2020 de la Unesco.
¿Quiénes son los ideólogos de la educación estatal peruana y de otros países pobres? Son los funcionarios y tecnócratas con postdoctorados, quienes perfilan el tipo de educación a ejecutarse en las escuelas estatales, al que curiosamente no asisten sus hijos, van a las mejores escuelas privadas.
En este sentido, globalizar la educación básica estatal puede sonar absurdo y descabellado si la dirección continúa en las manos de ciegos gobernantes y políticos financiados por los grupos de poder, quienes no aceptan la convivencia pedagógica de sus hijos con los hijos de sus subordinados.
Pero si esa educación estatal recae bajo el liderazgo de los expertos científicos, toda la sociedad estaría obsesionada por mejorar su calidad. Ya que una educación básica gratuita para todos y de calidad es un derecho natural; es más, es un valor ético y democrático según Federico Mayor Zaragoza.
En suma, apostar por un paradigma de educación básica gratuita para todos y que ella esté liderada por un equipo científico y multidisciplinario, vigilada por la sociedad quizás sea nuestro gran negocio del siglo. En esa línea, desafiemos esta utopía pedagógica. De lo contrario, transitaremos garabateando inteligentes discursos de equidad para la nada.
Federico Mayor Zaragoza. La luz de las ideas.
Unesco. Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020.
Manuel Bello. La educación básica debería ser gratuita para todos.
Página 12. Noam Chomsky: “Tenemos poco tiempo para decidir si la vida humana sobrevivirá".