En un cosmos ferozmente competitivo, sin importar nuestros oficios, es imprescindible practicar una cultura financiera para afrontar con éxito la incertidumbre de la globalización.
A pesar de los esfuerzos mundiales, el planeta exhibe una creciente inequidad, a consecuencia de un sistema excluyente. Ante nuestra impotencia, cada cuatro segundos una persona muere de hambre, alerta la ONU.
Como réplica a estos desafíos, urge la praxis de la educación financiera. Ella abre nuestra mente hacia el emprendimiento creativo, libertad personal y desarrollo sostenido. Por lo que es un imperativo categórico kantiano, incorporar como asignatura obligatoria, en los planes curriculares de la educación básica, como lo hace, el Reino Unido desde 2014.
Esta alfabetización, beneficia al ciudadano, optimizando su condición de vida, para lograr un desarrollo humano y equidad colectiva, transformando los conocimientos en un producto de marketing, apoyado por la ciencia digital, desde una política financiera de estado.
En esta línea, para comprender el concepto de educación financiera, la Ocde define como un proceso de adquisición de habilidades y conocimientos financieros para la toma de decisiones correctas y el logro de bienestar personal, conociendo tópicos como: inversión, ahorro, inflación, riesgo, tasa de interés y rentabilidad.
Dado el impacto global de las finanzas. La prueba Pisa, promovida por la Ocde y dirigida a estudiantes de 15 años, evalúa cada tres años áreas de: matemática, lectura y ciencia. A partir del 2012, acertadamente ha incluido educación financiera, comprometiendo a todos los estados trabajar esta competencia.
Según el Informe Pisa 2018 sobre competencia financiera, los estudiantes de muchos países están por debajo de la media exigible por la Ocde. En Europa, tristemente se lleva la peor parte, la vieja España. En América Latina sin llegar a la media, lidera Chile, seguido del gigante aletargado Brasil y en la retaguardia aparece Perú.
El caso peruano es curioso. El Ministerio de Educación fomenta educación financiera pilotos desde 2015 con programas Finanzas en mi colegio y Contigo en tus finanzas en aulam limitado a temas transversales en alianza con la SBS, el BID entre otros, además del Plan Nacional de Educación Financiera. Apenas ha beneficiado al 5% del bolsón estudiantil.
Además, aparece solo como temas a trabajar en el Currículo Nacional Básico peruano, porque no existe una política financiera para la educación básica. Como corolario, el sensacional PEN al 2036, liderado por preclaros pedagogos, desoyendo las recomendaciones de la Comisión Europea, consideran a la educación financiera, como tópico transversal o logro de alguna competencia, cercenando las alas de oportunidades a millones de estudiantes potencialmente emprendedores.
Acceder a la educación financiera, hace al ser humano más independiente y menos vulnerable deja entrever Ana Cabirta. En ese sentido, Perú y los países en vías de desarrollo con un fuerte bono demográfico, superior a países desarrollados, deben aprovechar esta coyuntura, alfabetizando financieramente a todos los estudiantes de la educación básica para vigorizar su capital humano.
Naturalmente, este adoctrinamiento de la destreza financiera desde la niñez, ancla ideas positivas y solidarias en el pensamiento de los estudiantes, emergiendo talentos innovadores, viendo en la vida, un manojo de oportunidades para la autorrealización personal.
Finalmente, la educación financiera es una herramienta fundamental en la vida de las personas. Asumiendo desde la escuela como asignatura troncal a lo largo de la educación básica empodera a la ciudadanía en la lucha frontal contra la desigualdad y la pobreza.
- Ana Cabirta. ¿Por qué la educación financiera no es una asignatura en los colegios?
- Plan Nacional de Educación Financiera - Perú