Si existe un artista preparado para el fin del mundo es Edson Velandia. Nunca le comió cuento a Bogotá y, a pesar de ser uno de los cantantes más respetados del país, se afincó en su espacio vital, Piedecuesta y desde ahí compone canciones, junto a su compañera Adriana Lizcano, que se han convertido en clásicos, en himnos que interpretan la indignación de un país acabado por las tres familias que decidieron convertir esto en un feudo donde nosotros sólo cumplimos el papel de siervos.
A sus 45 años sigue siendo el mismo adolescente rebelde que hacía películas en la Bucaramanga de finales del siglo XX. Un radical que sólo concibe la forma de filmar de los grandes maestros como Bresson o Tarkovsky y que a pesar de eso tiene un instinto hacia lo popular, un talento para hacer canciones que sacudan el alma de la calle, que lo tienen de referente para la generación de jovencitos que no se aguantan un año de uribismo más.
Desde su casa en Piedecuesta Edson Velandia nos habló del paro, de su nueva canción Todo regalao y de las diez millones de razones que hay para marchar en medio del tercer pico de la pandemia.