La capitán Martha Chaverra llega a las oficinas de la vicepresidencia vestida de gala. Su uniforme verde oliva con el que casi siempre se le ve detrás de Francia Márquez, su jefe, parece recién sacado de la lavandería. Sus zapatos negros encharolados brillan tanto que sería fácil reflejarse en ellos. Dos meses antes vestía todos los días con el uniforme de dril y botas bien amarradas, con las que recorría Tuluá, Valle del Cauca, como comandante de una compañía antinarcóticos, donde tenía 53 policías a cargo. No había tiempo para ninguna gala.
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El metro ochenta que distancian a la capitán Martha Chaverra del suelo la hacen ver imponente, una imponencia que juega bien con su mirada penetrante, con la que no solo observa sino que analiza. Mide las respuestas que entrega. Pareciera que tuviera un libreto medido que se va quebrando cuando la entrevista se va convirtiendo en conversación. Nos acompaña Camilo Melo, el jefe de comunicaciones de Francia Márquez, un diseñador gráfico que ha caminado y peleado junto a la vicepresidenta desde hace muchos años en sus diferentes luchas sociales.
Antes de que se acabe el año la capitán Martha Chaverra, quien lleva 13 años en la policía ascenderá a mayor. Nacida en el Chocó y criada en Cartagena es una de las personas más cercanas a la nueva vicepresidenta. Foto: Leonel Cordero.
Martha Chaverra lleva 13 años en la policía. Cuatro con el rango de capitán. Hace poco más de dos meses es una de las tres mujeres que no dejan ni a sol ni a sombra a Francia Márquez. Es una de sus edecán. En total son cuatro, dos mujeres policías, ambas capitanas; una teniente de navío de la Armada y un mayor del Ejército. Tienen como tarea cuidar la imagen de Francia y velar por el cumplimiento y el protocolo de las citas y reuniones laborales de la primera vicepresidenta negra. Las tres mujeres edecanas que están junto a ella también son negras.
Llegar hoy al edificio de la vicepresidencia que diseñó el arquitecto Rogelio Salmona comenzando los años 2000, es encontrar un ambiente diferente, uno que tal vez no se había sentido en la historia de este lugar. La mayoría de los nuevos funcionarios que caminan por aquellos pasillos son los que Francia Márquez representa, a los que haciendo campaña política ha llamado Los Nadie. La capitán y Camilo lo llaman la multiculturalidad que trabaja con la vicepresidenta, una palabra que suena a trabalenguas que define la mezcla de negros, indígenas, campesinos y homosexuales, con mestizos y blancos dentro de oficinas de gobierno, trabajando para Francia y su proyecto.
El pasado 27 de agosto, en medio de la celebración de la Ley 70, que reglamenta los derechos del pueblo negro, la vicepresidenta presentó con orgullo a su equipo edecán y de seguridad, todos afro, como ella lo había pedido. Foto: vicepresidencia
Los otros tres edecanes son la también capitán de la policía Sandra Liliana Palacios; la teniente Yirleza Rodríguez, de la Armada; y el mayor Pedro Nel Jiménez del Ejército. Fueron escogidos dentro de sus distintas Fuerzas Armadas por sus intachables hojas de vida, por su tiempo en la milicia, sus carreras profesionales y ellas, además, por ser afros, tal como lo había exigido Francia una negra nacida en La Toma, una vereda del sur del Cauca, donde confluyen el narcotráfico, la guerra por control territorial entre bandidos bien armados y la minería ilegal, la lucha por la que el mundo conoció a la hoy mujer con el segundo cargo más importante del país.
–Los edecán, –dice la capitán Chaverra, quien es profesional en Trabajo Social de la Universidad de Cartagena –tienen la tarea de ser los acompañantes de la vicepresidenta y de llevar a cabo el protocolo de cada una de las reuniones que ella cumple durante el día. –Para dar claridad sobre su trabajo, detalla las funciones: –velamos porque la asistencia de los invitados se cumpla, los discursos estén en su lugar, los saludos que la vicepresidenta va a dar sean correctos, el lugar sea acorde a la reunión. Estamos pendientes del menú, si la reunión lleva incluida alimentación. Son muchas cosas las que hay que hacer, además la vicepresidenta se levanta muy temprano y termina su agenda muy tarde, dice y suelta una de las sonrisas que al parecer intenta mantener escondidas para dar un toque de seriedad. La hilera de dientes blancos perfectamente alineados resalta sobre sus labios rojizos y su piel del color caoba.
Sus 27 años vistiendo el uniforme, su profesión de abogada, las especializaciones y la maestría que tiene encima la ponen, además de ser edecán, como una más del equipo asesor político. Foto: Archivo
La otra capitán, Sandra Liliana Palacios Rivas es abogada, tiene dos especializaciones y una maestría encima. Es bogotana, al igual que sus cuatro hermanos, pero de padres chocoanos que llegaron a la capital hace unos 50 años, como paseo de luna de miel. Nunca más regresaron al Chocó. Sandra Liliana ingresó como patrullera, desde el rango más bajo que hay en la policía. Se interesó por la policía siendo apenas una niña de 13 años, cuando hizo parte de la policía juvenil, un programa social que llegó a su colegio en Bosa, en el sur de Bogotá.
La capitana Palacios –de los tres– es quien más tiempo lleva vistiendo uniforme. No se conformó con el nivel de suboficial, en el que duró 13 años. Luego de graduarse de abogada buscó la oficialidad. Tras un año de estudios policiales se convirtió en subteniente, luego en teniente. Desde hace un poco más de tres años es capitán y dentro de un año ascenderá a mayor.
Dentro del equipo que trabaja con Francia Márquez, de seguridad y protocolo, hay funcionarios que representan las comunidades indígenas, campesinas, lgtbiq, afro, raizales. Foto: Archivo.
La teniente Yirleza Rodríguez, también chocoana, recibió la noticia de que sería edecán de Francia Márquez, mientras hacía turno como oficial de guardia en una de las fragatas, barcos militares de ataque, que la Armada tiene en Cartagena. Un par de semanas después de que Gustavo Petro y su vicepresidenta ganaran las elecciones presidenciales, a la teniente de navío Yirleza Rodríguez le llegó el comunicado que su nombre estaba dentro de las opciones para que fuera edecán de la vice, como representación de la fuerza naval. Resultó elegida el 19 de agosto.
La capitán de la policía Liliana Palacios y la teniente de navío, Yirleza Rodríguez, en una jornada laboral, afinan la agenda de la vicepresidencia para que todo salga bien. Foto: Archivo
Aunque la teniente Yirleza asegura que ser edecán de Francia lo recibió como un honor y un premio a su trabajo como oficial militar, con el que se siente feliz, la adaptación a trabajar en tierra, cumpliendo labores administrativas y protocolares y cuidando la imagen de la vicepresidenta ha sido todo un reto. Su vida misma, según lo cuenta, ha sido un reto tras otro.
Yirleza nació pobre, como nace la mayoría de chocoanos. Es hija de madre soltera que trabajaba como enfermera en Quibdó. Batalló para hacerse bachiller mientras pensaba cómo le haría el quite a repetir la vida que les toca vivir a las mujeres chocoanas: conseguir novio o marido, ser madre joven de más de dos niños y más adelante sacarlos adelante sola, mientras vive a medio vivir. La historia de la mayoría de chocoanos hombres jóvenes tampoco es alentadora. Si logran salir del bachillerato, al no haber plata para estudiar una carrera profesional, el consumo de drogas y el pertenecer a grupos armados ilegales es una de las rutas más transitadas.
Con el trabajo de edecán junto a Francia Márquez, es la primera vez, en sus 15 años de servicio, que la teniente de Navío Yirleza Rodríguez trabaja en tierra. Siempre estuvo dentro de una embarcación, muchas veces como comandante.
La Armada Nacional fue el escape de Yirleza a su futuro casi marcado luego de una beca ganada a través de una fundación que le costearía los más de 10 millones que en su momento valía el ingreso a la fuerza. Tenía 15 años. Cuando todo estaba casi listo para partir hacia Cartagena, a la escuela naval, la beca se esfumó. La mamá de la hoy teniente de navío se endeudó para conseguir los millones que su hija necesitaba para huir de las realidades sociales de su pueblo.
Yirleza llegó ocho días tarde al inicio de la academia. Le tocó correr y aprender sobre la marcha y cometiendo errores lo que tenía y no tenía que hacer como estudiante naval. Fueron días difíciles, al punto que varias veces pensó en dejar todo abandonado y partir para su pobre Chocó, pero la fuerza que su mamá y sus hermanas le inyectaban con el orgullo que sentían por ella, más que el amor por la Armada, fue lo que la hizo quedarse ahí. Durante los 15 años que Yirleza lleva como militar marina, es la primera vez que trabaja en tierra y la primera vez que desarrolla actividades administrativas. Toda su carrera ha sido oficial en buques y muchas veces como comandante de equipos conformados hasta de 22 hombres. Es la oficial femenina con más horas en el agua en la historia reciente de la Armada Nacional, lo que le ha valido decenas reconocimientos.
Ninguna de las tres le quita el ojo de encima a Francia Márquez cuando están de turno como edecán. Son las responsables, junto con el mayor Jiménez, de que todo salga como tiene que salir. Nada se mueve en el protocolo sin que ellas lo sepan y lo controlen. Las tres hablan el mismo idioma de inclusión, de pelea contra el racismo, contra el ataque a minorías, contra la pobreza, y en favor de la defensa de los derechos humanos, temas que marcan las agendas de su jefe, con quien, a su lado, igual que los demás funcionarios de la vicepresidencia están dejando de ser Los Nadie.
