La humanidad ha intentado en todas las culturas dividir la vida en etapas que conducen a la madurez plena. Pasamos revista la semana pasada a los modelos de edades del hombre en la sabiduría de los Vedas y el budismo. Estas ideas migraron a otras regiones. En China encontraron una forma de pensar más práctica, quizás materialista y menos especulativa con dos filosofías fundamentales: el confucianismo interesado sobre todo en el orden familiar y político con poco que decir sobre las etapas de desarrollo del hombre. Y el taoísmo que propone como madurez plena la inmortalidad, no inmortalidad del alma o vida eterna sino concretamente longevidad prolongada. Las doctrinas taoístas ofrecen como ideal el Xian o Inmortal quien es un hombre espiritual de piel blanca (quizás se cuidaba del sol) que no come los cinco granos (quizás se cuidaba de los carbohidratos como las celebridades de Hollywood) respira aire (sin contaminación) bebe rocío (agua pura) y puede salvar a los hombres de las enfermedades y asegurar las cosechas. En el taoísmo y la cultura china se veneran ocho inmortales que han alcanzado esta etapa ideal de la vida humana. Todo esto quizás nutre el tradicional respeto chino por los ancianos y las edades postreras del hombre.
En Occidente quien primero enumera y describe las edades del hombre es el legislador Solón de Atenas, uno de los antiguos siete sabios de Grecia. Siete etapas cumple la vida humana: niño hasta que pierde los dientes de leche, muchacho que empieza a presentar signos de la pubertad hasta que le sale la barba, joven que desarrolla toda su fuerza y valor. Entre los 28 a 35 años empieza a pensar en tener esposa e hijos y dejar un legado, luego de los 35 a 42 es capaz de enfrentar todos los problemas y deja de pensar trivialidades, entra en apogeo hasta los 56 años, por último empieza a perder poderes como la elocuencia y prepara su muerte después de los 63 años. Hay cierta predilección por describir el desarrollo de la personalidad en los varones y nada se dice de las mujeres lo cual se debe probablemente al machismo de la cultura grecorromana.
Otro aspecto curioso al describir las distintas edades del hombre es ilustrarlas con características animales. En la literatura griega clásica hay una interesante fábula de Esopo. Se cuenta que una noche oscura y tormentosa, como empiezan siempre los relatos de Snoopy el muy humano perro de Carlitos, tres animales pidieron refugio al hombre. Agradecidos con el ser humano se ofrecieron a ayudarlo a vivir. El caballo tomó el primer tercio de la vida por eso los jóvenes son impetuosos y difíciles de controlar. El buey tomó el segundo tercio por eso en su madurez el hombre es constante y trabajador. El perro tomó el último tercio por eso los ancianos son temperamentales e irritables y se apegan a quien conocen ladrando y mordiendo a los desconocidos. Además en buen colombiano hay viejitos muy perros ¿o no?
En cuanto a las falsas ilusiones de las distintas etapas de la vida humana la literatura rabínica es aún más dura al compararnos con ciertos animales. Todo surge de lo que dice el predicador en el Eclesiastés; ¡Vanidad de vanidades, vanidad de vanidades, todo es vanidad! Tres vanidades en singular con dos plurales o sea tres más dos y más dos que sumarían siete vanidades, siete ilusiones durante las edades del hombre. En el primer año de vida el hombre parece un Rey a quien todos miman y adoran. Entre los 2 y 3 años de vida parece un Puerco revolcándose en sus propias suciedades. Hasta los 10 años parece un Chivo que da saltos por todos lados. A los 20 parece un Caballo que relincha y busca esposa. Después de casarse parece un Burro de carga. Al tener hijos parece un Perro que tiene que buscar comida y pierde toda vergüenza. Al envejecer puede parecer un Mono si no es sabio o vuelve a parecer un Rey como David quien era viejo y sabio según las escrituras. Pintada así es un poco dura la evolución de la vida humana pero debemos reconocer algo de verdad en todo eso. Quizás Freud recordó esas leyendas al describir sus cinco etapas: oral, anal, fálica, de latencia y genital. Algún parecido tienen y fueron juzgadas duras, atrevidas o escandalosas en su tiempo.
Menos interesantes eran las aceptadas tres edades femeninas: Virgen soltera, Esposa leal y Viuda llorosa. Como detallaban los victorianos: Guía de la niñez, Compañera del hombre, Ayuda de la vejez. O las tres K de los alemanes: Kinder, Küche, Kirche (niños, cocina, iglesia). O nuestras antiguas compatriotas descalzas, preñadas y en la cocina. Indiscutiblemente los varones merecemos por machistas cualquier comparación animal en nuestras edades (continuará).