En el Ecuador se vive una crisis política y un agudo antagonismo de radicales proporciones en las disputas por el control del poder del Estado entre la izquierda, representada por el expresidente Rafael Correa y la derecha, representada por el presidente Lenín Moreno. De hecho, aparentemente se observa como una lucha política entre izquierda y derecha, pero que en el fondo es unas disputas entre grupos económicos, donde Correa y Lenín son fichas políticas de una pelea entre empresarios, centros de poderes y élites por el control del poder del Estado y de los recursos públicos ecuatorianos.
Detrás de los grupos económicos, las élites y sus alfiles políticos ecuatorianos se libra otra batalla geopolítica más encarnizada y oscura entre las potencias por el reparto del control del poder mundial, donde países latinoamericanos como Ecuador no son la excepción.
Dentro del contexto de una desafiante lucha de poderes que traspasa las fronteras ecuatorianas, dado que se desarrolla en el marco de la definición de un nuevo orden mundial de luchas hegemónicas imperiales entre Estados Unidos y China. Es claro que detrás del expresidente Correa se mueven los intereses económicos y geoestratégicos imperiales de China y es evidente que detrás de Lenín Moreno se movilizan los intereses de económicos y geoestratégicos imperiales de Estados Unidos.
Correa gobernó bajo el paraguas del naciente imperialismo chino, el cual a través de préstamos aseguró el dominio estratégico sobre la economía ecuatoriana en la expansión de su influencia en América Latina. Ahora la crisis política entre los dos sectores se profundizo cuando se conocieron más detalles sobre los entramados de corrupción de Odebrecht y el estado de las finanzas públicas.
La dolarización de la económica ecuatoriana en el año 2000 fue una medida que permitio superar la crisis de un endeudamiento que representaba el 85% del PIB y genero una gran estabilidad económica al reducir el endeudamiento a un 20% del PIB. Cuando Correa asumió el poder se regresó al espiral del crecimiento de la deuda, dado que en su administración se aumentó el gasto público y se acudió a una serie de empréstitos por más de US$ 18.170 millones con la banca china para desarrollar su ambicioso programa de obras de infraestructura.
Prestamos que fueron respaldados con ventas anticipadas de petróleo hasta del 2024, pero cuando se desplomaron los precios internacionales del petróleo inicio de nuevo el calvario en las finanzas públicas ecuatorianas y de paso se desató la crisis económica que afronta actualmente el gobierno. Por eso es que en el pulso de la pugnacidad y los entramados de corrupción se han destapado, la Corte de Justicia, acaba de condenar al expresidente Correa a ocho años de cárcel por el delito de cohecho al encontrarlo responsable de liderar con 18 exfuncionarios de su gobierno, entre ellos el exvicepresidente Jorge Glass, una trama de sobornos al otorgar entre 2012 y 2016 contratos violando los procedimientos de las normas de contratación pública a empresarios a cambio de millones de dólares.
El expresidente Correa y el presidente Moreno son simples instrumentos políticos que pasaron de aliados políticos a enemigos por la defensa de los intereses de las élites y los grupos económicos que los llevaron al poder y de la zaga de las luchas de los intereses imperiales que tienen al pobre pueblo ecuatoriano sumergido en una polarización y ahora con mayor furor en plena tragedia humanitaria del coronavirus. En conclusión: Correa y Moreno tienen a los ecuatorianos bailando sanjuanito al ritmo de los intereses imperiales de chinos y gringos.