Ha trascurrido un año desde aquel mes de junio de 2014 en el que el mundo contempló con incredulidad cómo el precio del petróleo se desplomaba en el mercado internacional y daba inicio a una reacción en cadena que ha impactado de manera particular a las economías que, como la Colombiana, están soportadas en la extracción de recursos primarios. Tras un periodo de tres años (junio de 2011 a junio de 2014) caracterizado por la estabilidad de los precios altos, con un promedio situado alrededor de los 105 dólares por barril, la industria de los hidrocarburos experimentó una de las caídas históricas más fuertes en el precio, siendo equiparable a la crisis experimentada en el año 1985 derivada del cambio en la política de la OPEP, o la de los años noventa con la recesiones en Estados Unidos (1990-1991) y la crisis asiática (1997-1998) y, de manera más reciente, con la crisis financiera mundial de los años 2007 al 2009.
Las causas del fenómeno que modificó el horizonte de la industria petrolera en el mundo han sido ampliamente discutidas desde perspectivas económicas y políticas. Según el World Bank (Global Economic Prospects) en enero de 2015 se identificaron cuatro razones para la abrupta caída del precio del crudo experimentada desde junio de 2014. En primera instancia, un exceso de oferta con una disminución de la demanda mundial; un cambio en los objetivos de la OPEP y, particularmente, de Arabia Saudita (destinada a mantener su cuota de mercado); una disminución en la percepción de riesgo geopolítico en torno a las interrupciones de suministro, especialmente en países del medio oriente y, finalmente, la apreciación del dólar estadounidense. Otro análisis de la situación ha sido expuesto por Conglin Xu en el Oil & Gas Journal. En el artículo plantea que si bien el mercado del petróleo se caracterizó por una contracción en la demanda y una aceleración de la oferta que impactaron fuertemente sobre el desplome del precio desde mediados de junio, estos elementos no explican por sí solos el comportamiento del mercado y sostiene que este fenómeno obedeció, en gran medida, a una reacción especulativa.
Más allá de ahondar en la controversia de análisis retrospectivos que procuran dar luces sobre el origen de la crisis, resulta de particular importancia analizar cuáles han sido las consecuencias de este fenómeno en el escenario internacional, y de manera particular, revisar las respuestas y estrategias que la industria y las instituciones colombianas han desarrollado para enfrentar este episodio desde su aparición hace aproximadamente un año.
Los impactos del desplome de los precios del petróleo en el panorama nacional pueden empezar a vislumbrarse mediante los diversos comunicados emitidos por las instituciones del sector; la agencia nacional de hidrocarburos ANH plantea que la exploración sísmica a mayo del 2015 había caído en un 94 % respecto al mismo periodo del año anterior, la Asociación Colombiana de petróleos (ACP) asegura que durante el primer cuatrimestre del año la perforación de pozos en el país cayó en un 82,6 % respecto del 2014. Por su parte, Rubén Darío Lizarralde, presidente de Campetrol, manifiesta que durante el presente año se puede llegar a perder el 20 % de los 120.000 empleos en el sector derivado de la disminución de contratos. Y afirma que “solo Ecopetrol anunció que reducirá 50 % del presupuesto, y esta empresa representa 60 % de la actividad petrolera del país”.
La fuerte caída en la exploración en el territorio nacional puede ser comprendida como una consecuencia directa de la nueva estrategia de negocios de Ecopetrol encaminada a fortalecer y ampliar su portafolio en el exterior particularmente en el golfo de México mediante yacimientos off shore. Una estrategia que, sin embargo, se ha visto retrasada por que la petrolera nacional no participó en la primera subasta abierta de bloques petroleros de la Comisión Nacional de Hidrocarburos de México, CNH, argumentando que esperara una nueva subasta, y, según el presidente de la compañía, Juan Carlos Echeverry, para entrar con operadores que tengan experiencia en aguas profundas como la compañía Murphy Worldwide.
Esta decisión ha generado varios impactos en el mercado accionario de la compañía, ya que como señala Camilo Silva, socio fundador de la firma Valora Inversiones, “si dicen que se concentrarán en México, y luego se publica que ya no están interesados en participar en la ronda, no queda claro entonces hacia dónde va la compañía”. (Portafolio, julio 8 2015). De tal manera que luego de conocerse la no participación de la empresa en la subasta, las acciones se desplomaron hasta su valor más bajo desde que está en la bolsa 1.565 pesos.
Otra estrategia que ha desarrollado la entidad para capotear la crisis del precio está relacionada con los procesos de reestructuración interna emprendidos desde hace cerca de ocho meses por el entonces presidente de la compañía, Javier Gutiérrez Pemberty, relacionadas con el escándalo de Petrotiger. Las medidas tomadas van desde el despido de trabajadores con más de 25 años de servicio, y la suspensión de cargos intermedios, hasta la cancelación de contratos de prestación de servicios. La entrada del nuevo presidente, Juan Carlos Echeverry, ha prendido las alamas de muchos trabajadores debido a los posibles recortes de personal y a la salida de empleados de alto nivel como Ayde Mar Ramírez, directora de relaciones laborales de la compañía, Pedro Rosales, vicepresidente de refinería, Federico Maya, vicepresidente en Reficar y Andrés Pavía, director de seguridad industrial. A estos ejemplos se suman, según Edwin Castaño, presidente de la Unión Sindical Obrera, (USO) varios casos de despidos de empleados en el sur del país. Según Castaño, "no sabemos cuál es el motivo, lo que hacen es entregarles unos comunicados muy lacónicos, donde se les dan las gracias por el tiempo en la empresa y un despido sin justa causa". (Entornointeligente, 13 julio 2015).
Las dos estrategias enunciadas hasta el momento, es decir la expansión de las operaciones hacia zonas con mayor potencial extractivo como el golfo de México y el proceso de ajuste y optimización institucional interno, permiten generar evaluación somera de sus resultados en el escenario nacional. Las conclusiones no resultan muy esperanzadoras para la empresa de cara a los nuevos desafíos que plantea a mediano plazo el mercado del petróleo con la entrada de la producción Iraní (derivada de la suscripción del tratado nuclear firmado esta semana con los países del G5).
En un momento histórico en que las reservas se sitúan en el umbral más bajo en la última década con una autosuficiencia calculada cercana a los 6,4 años, en el que el indicador de incorporación de nuevos recursos por hallazgos sigue siendo el más bajo de América Latina (o,6) y en el que la producción se mantiene por encima del millón de barriles por día, las estrategias ejecutadas por la empresa generan serias dudas respecto al futuro de la industria petrolera en el país. Las recientes normatividades generadas para permitir la explotación de yacimientos no convencionales tampoco ha logrado convertirse en la herramienta adecuada para incrementar la exploración en el territorio nacional debido a los costos suplementarios que acarrea este tipo de extracción y a la gran oposición que desde diversos escenarios ha despertado esta técnica por los posibles impactos ambientales derivados de su implementación.
Así pues, el panorama no resulta alentador para las empresas y los trabajadores del sector en el territorio colombiano. La apuesta de Ecopetrol de enfocarse en México y otros países desestimula aún más la inversión en el escenario nacional; el proceso de reajuste y reducción de costos y planta laboral, ejecutado durante los últimos meses, la quiebra y salida del país de varias empresas del sector y la bajísima o casi nula ejecución de nuevos proyectos de exploración, auguran un futuro todavía más oscuro para este sector de la economía colombiana durante el próximo año.
Todo parece indicar que en el naufragio de la industria petrolera colombiana Ecopetrol no actúa como el capitán que hasta el final trata de salvar su nave y de rescatar a su tripulación. Su estrategia, por el contrario, recuerda a la de los roedores, que son los primeros en abandonar el barco.