Los ministros de Hacienda son reconocidos por sus perversas deformas tributarias. Carrasquilla, además, advirtió que el gobierno no le teme a endeudarse, y “luego vemos cómo se ajusta”, pues tiene “actitud cero chichipata” (El Espectador, 22/5/2020). Sin embargo, su gasto fiscal durante la pandemia ha sido inferior al de países como Guatemala (BBC, 18/5/2020), y el BanRep también insiste en endeudar a los ciudadanos y empresarios, cuyos ahorros y flujos de caja están agotados/desgastados.
Trump recomendó inyectar hipoclorito contra el coronavirus, y estos científicos (económicos) colombianos insisten en prescribir la deuda como antibiótico, aunque se trata de una enfermedad endémica, sistémica y autoinmune, como el estancamiento secular y la guerra del centavo (Sovereign Defaults Set to Hit Record in 2020. Fitch, 2020).
Los invito a reflexionar sobre la prudencia. Antes del aislamiento, sin haber superado la quiebra hipotecaria, la parlamentaria danesa Auken describía un estilo de vida sin propiedades (Welcome to 2030, WEF). Complemento su iniciativa proponiendo que dejemos de erigir pirámides de crédito, y nos liberemos de los trabajos forzados para pagar y no quebrar en el intento, pero los mentefactos, benefactores y mentecatos de la "destrucción creativa" se resisten a romper ese insostenible paradigma.
De hecho, ahora la deuda no solo es "propiedad" privada sino tecnológica. Verbigracia, la "gig-ante" Microsot reconoce que ocupó “el lado equivocado de la historia”, empeñada contra el open source (The Verge, 18/5/2020), pero no concilia el free software y el public domain, donde el reconocimiento es la moneda de cambio.
Reencarnados en unicornios, fintech u oportunist-apps modernizan la "colusión", denominándola "colaboración" para optimizar los principios de disponibilidad, uso o productividad, aunque sacrifican la dignidad y equidad. Incluso convirtieron la caridad en negocio, y socializaron la renta "on demand", cuya oferta de valor es “tener todo aunque no tenga nada”, aproximando la máxima “todo es de todos, nada es de nadie”, mediante la relación 99-1.
Tragedia de los comunes y corrientes (all for one and none for all, the systems thinker), ese "comunismo anticomunista" destruyó a la clase media, cuyo renacimiento implicaría compartir/ceder el escudo de la propiedad; un modelo que pocos parecen dispuestos a inventar o practicar.
Paradójicamente, los "unicor-nios" siguen fantaseando aunque lo "únicor-eal" son sus pérdidas, porque atraen clientes otorgando subsidios a las tarifas, para crear masa crítica, y no pueden maquillar cifras despidiendo empleados, como acostumbraba Wall Street (Inside Uber's. Lashinsky, 2017).
Sus sofismas riesgo-rentabilidad son azarosos, el "tapabocas" del dinero barato es otra trampa y la deuda es tóxica. Sin embargo, seguimos extrapolando esos patrones del pasado, y las innovaciones apropiaron esos modelos, que condicionan los derechos fundamentales y no permiten reparar su grieta estructural.
Cada día traerá más afanes mientras la solución de hoy empeñar o privar al mañana; necesitamos subvenciones directas y bienes/servicios públicos gratuitos, para "igualar" a los ciudadanos y activar el mercado interno, verdadero motor de la economía real. No más recursos contaminados, ministro.