Óscar, ¿usted qué es realmente lo que hace?, pregunto sin la más remota idea de a qué me va a conducir su respuesta. Era el sencillo interés por profundizar en una amistad de años en la distancia. Incluso, más nos vemos y leemos en Facebook que en persona, sin embargo un sentimiento duradero ha desencadenado este nuevo encuentro —cara a cara, corazón a corazón—.
Atrevido, escribir reflexiones cuando apenas estoy conociendo el tema (sobra decir al que Óscar me introdujo), pero tengo la sensación de encajar perfectamente en el, como si en esta nueva etapa de mi vida fuera lo que anhelo encontrar.
La economía del bien común (EBC) teoría, modelo y práctica propulsado por Christian Felber, filólogo, sociólogo, ciencias políticas. Él ha propuesto un modelo económico puente entre el capitalismo y el socialismo, para rescatar los valores primordiales —cooperación, confianza, solidaridad— como eje en las actividades económicas humanas. Su meta es satisfacer las necesidades de los individuos, en el marco del bienestar que producen los bienes y servicios. Se propone medir el éxito empresarial y personal no con un balance del dinero obtenido, sino con el del bien común alcanzado, por proveedores, empleados, clientes y medio ambiente.
Aquí vienen mis reflexiones aplicadas a la medicina, mi campo y profesión por más de 40 años. Viví la época de la medicina particular y social sin la ley 100. El dinero enriquecía a médicos con tarifas elevadas, tan elevadas que contribuyeron a la creación de la Ley 100 entre otras múltiples causas (así el medico trabajara en la mañana en hospital de caridad y en la tarde en su consultorio particular). El dinero saltó de las manos de los médicos a la de empresarios, con menos escrúpulos y todavía más centrados en el lucro —al menos el médico centraba su quehacer en lograr también el bienestar de su paciente-. Con este panorama cabe perfectamente el rescatar de las garras del capitalismo voraz los valores humanos primordiales que propone la EBC.
Contabilizar pacientes, enfermedades, tratamientos, procedimientos, número de personas curadas (no son tantas como creen) y muertes han sido indicadores de “salud”. También el número de años ganados a la muerte lo es, aunque la calidad de vida en esos años sea con frecuencia cuestionable. Adoptar un nuevo modelo para medir los resultados de las intervenciones en salud requiere aventurarnos en los sentimientos de las personas. Preguntar: ¿puede reír otra vez? ¿Está más contento? ¿La paz se apoderó de usted? ¿Pudo volver a compartir con su familia? ¿Se siente nuevamente útil en su comunidad?, y tabular estas respuestas, cambia la mentalidad y el propósito de quienes administran este bien común que es la salud.
Las enfermedades crónicas o de alto riesgo de muerte pueden llevar una vida con bienestar o con tremendo malestar (medicamentos y procedimientos tienen efectos secundarios de malestar que no se pueden tapar, como tampoco el sol con las manos). Si cambiamos el paradigma de combatir la enfermedad como único fin, por el de dar sentido a una existencia, podremos alcanzar la economía del bien común rescatando en el seno de la medicina los valores de empatía, compasión, amor. Volverá la familiaridad médico-paciente. Más fácilmente dejaremos ir a la persona cuyo curso de vida llega a su fin.
Dejar de lado la competencia feroz entre EPS -ARL-IPS -“cliente” y gobierno, creando un clima de cooperación entre las partes, es acogernos a la EBC, ya que solo se logra con el rescate de la confianza, principio rector en el nuevo modelo económico.
Estoy en el prekinder, pero quería dar mis primeros pasos en este ámbito. Mis disculpas si hay errores o inconsistencias, acepto con brazos abiertos los comentarios y educación al respecto.
