Este sí que es un momento estelar. Uno ni se imagina lo que está a punto de ocurrir.¿Qué riesgo podría representar un delantero sembrado en su propia área? Es el minuto treinta y ocho del segundo tiempo entre la Sampdoria y el Udinese. Hay un rechazo, Duván Zapata, quien apenas ingresó hace catorce minutos, pesca el balón e inicia, quizá sin saberlo, su viaje a la gloria.
A unos cinco metros está el primer obstáculo, el centrocampista, a quien deja atrás adelantándole el balón por su derecha. Pero de inmediato Seko Fofana, el número seis del Udinese, se le pone a la par. El balón bordea la cabecera izquierda del círculo central. Duván acelera, extiende sus piernas con mayor amplitud.
Fofana trata, con desespero, de tomarlo por la espalda, pero ya Zapata adelanta de nuevo el balón. Ahora han superado la mitad de la cancha, la carrera de los dos parece inmarcesible. Fofana debería tener la ventaja, porque Zapata deberá encargarse de adelantar el balón dos veces más.
Mientras tanto solo se oye la voz del narrador italiano gritando: “Zapata… Zapata… Zapata…” A unos diez metros del área, el vallecaucano, adelanta el balón que parece írsele demasiado. Fofana cree ganarle la posición, pero no. Zapata agranda sus zancadas, mientras el comentarista no quiere mantenerse en silencio y como presintiendo el milagro empieza a gritar: “Qué cosa… Qué cosa… Qué cooo…”.
El momento se acerca, en el culmen de su maratón, Zapata bien podría patear de cualquier forma para que el balón entrara sin mayor estética, y todos gritaríamos “¡Golaaazo!”; mas no ocurre así. Pasos antes Zapata, a pesar de venir con el corazón a doscientos mil por hora, ha tenido la prudencia de levantar la cabeza para ver qué compañeros le apoyan; al otro lado va el capitán, pero lo cubre un defensa.
Ahora llega el momento más sublime de todos, acaba de entrar al área, y Fofana está otra vez encima. Entonces el colombiano, por primera vez en la jugada, se vale de su pie izquierdo para acariciar el balón. Ahora el juguete más hermoso del mundo, con el cual Duván fue feliz en las calles de su querida Cali, va dibujando una parábola perfecta, mientras el narrador grita “¡Pallonetto!”. Sí, porque así como las matemáticas alcanzan la perfección, así lo ha hecho Zapata.
El portero Bizarri estira su cuerpo, levanta la mano, es apenas un saludo, es apenas un formalismo porque el balón ya va entrando pegado al ángulo superior derecho. Desde que tomó la pelota, al otro lado de la cancha, han transcurrido diez segundos, ha dado treinta y cuatro zancadas y tan solo ha tocado el balón cinco veces.
Miles de goles hermosos se han anotado en la historia del fútbol, pero este de Duván Zapata entra sin lugar a dudas en el club de los más selectos. ¡Bendito sea siempre el arte del fútbol que nos alegra la vida!
GO LA ZO de Duván Zapata ⚽? pic.twitter.com/30qblfhIdx
— Jorge Pereira (@JorgePereira_92) February 25, 2018
