Duque y las vicisitudes del culiprontismo
Opinión

Duque y las vicisitudes del culiprontismo

Con la victoria de Biden, Duque cargará el estigma de que en la polarización se alineó con el sector de republicanos fundamentalistas, lo más conservador de la política estadounidense

Por:
noviembre 09, 2020
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No sorprende la victoria de Biden. Con un personaje de circo, ególatra y mentiroso como Trump y una administración caótica, pugnaz y contradictoria, lo que verdaderamente sorprende es que haya obtenido cerca de 70 millones de votos. En los próximos años será tema obligado de sociólogos, psicólogos, psiquiatras e incluso se puede crear una nueva rama del conocimiento: la trumpologia, para establecer, no porque existen los psicópatas, sino porque tantos estadounidenses se dejaron engatusar. Ha sido tal la ofuscación que, fuera de los que no quieren perderse el besamanos, mucha gente de buena voluntad, sin mayor conocimiento de Biden, respiró aliviada con la derrota de Trump.

En Colombia es particularmente triste la situación. La política exterior de Iván Duque se ha caracterizado por instrumentar los caprichos de Donald Trump. Bastarían algunos ejemplos: en el caso de Venezuela se comprometió con la idea, que John Bolton le vendió a Trump, de que  si enviaban ayuda humanitaria por la frontera, los militares  y la población de ese país se insubordinarían y derrocarían a Maduro. No sucedió así y Trump despidió a Bolton, quien como no obtuvo la guerra que quería se pasó a la campaña de Biden. Después  Duque permitió  ejercicios militares,  en la frontera con Venezuela y se hizo eco de todo el hostigamiento del gobierno norteamericano contra dicho país, incluyendo el reconocimiento de Guaidó, la eliminación de cualquier canal con el gobierno venezolano ni aún para asuntos humanitarios, de migraciones y sanitarios. En lugar de ser un factor de intermediación y concordia y con una oposición venezolana dividida y débil, Duque se ha dedicado a aplaudir la campaña estadounidense que busca quedarse con los recursos petroleros y minerales de ese país en momentos en  que el famoso Grupo de Lima, integrado por los gobiernos latinoamericanos opuestos a Maduro, ha renovado por enésima vez sus divisiones e impotencia.

Su jefe Álvaro Uribe y su embajador Francisco Santos no disimularon su apoyó a Trump, quien para ganarse unos votos colombianos en la Florida habló pestes del acuerdo de paz con las Farc, después de haberlo apoyado a medias durante su mandato. Duque no se atrevió a responder, lavarse las manos o desautorizar estas intervenciones. Cuando Uribe fue condenado a casa por cárcel, el gobierno norteamericano llamó a que fuera liberado mientras que el Partido Demócrata pidió que se aplicara la ley. Duque no protestó por ese tipo de injerencia.

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Ni Duque ni Uribe serán considerado héroes y Duque tendrá que hacer muchas demostraciones de sumisión para congraciarse con el nuevo mandatario

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Con la victoria de Biden, Duque tendrá que cargar el estigma de que, en medio de la aguda polarización, que al parecer se prolongará mucho tiempo, se alineó con el sector de republicanos fundamentalistas que representan lo más conservador de la política estadounidense. Ni Duque ni Uribe serán considerado héroes, sus actuaciones serán escrutadas con lupa y Duque tendrá que hacer muchas demostraciones de sumisión para congraciarse con el nuevo mandatario.

La política exterior de los anteriores gobiernos colombianos dejaba mucho que desear, especialmente por su adhesión incondicional a los dictámenes de EE. UU., pero Duque la llevó a un nuevo nivel, adherir a los vaivenes, incoherencias y arbitrariedades de un personaje que la humanidad ha tenido que sufrir por el enorme poder norteamericano, pero que además de soportarlo se lo admire, es más que trágico.

Es posible que Biden dedique toda su atención a restablecer las heridas de esa honda división que está dejando Trump, intente dar alguna coherencia a la política internacional y restablecer la “normalidad”. Al pueblo estadounidense y al mundo entero le puede pasar como el paciente que llego al psiquiatra con una profunda depresión, ansiedad y alucinaciones y el doctor le recetó una buena dosis de medicamentos y unos días internado en la clínica y le dijo: —Después de esto usted regresará a la normalidad—. —El paciente señaló —normalidad, ¿no tiene nada mejor que ofrecerme?

 

 

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