Donald Trump quiere imponer una ficha suya en el BID, violentando los acuerdos tácitos en esa organización en el sentido de que la presidencia correspondería a un latinoamericano como ha sido desde la fundación de dicho organismo.
El candidato estadounidense es Mauricio Claver-Carone quien fue asistente especial del presidente y director principal de la Dirección de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y un reconocido activista contra los gobiernos de Cuba y Venezuela.
El BID tiene 48 miembros de los cuales 26 son denominados prestatarios y 22 no prestatarios. Los no prestatarios tienen participación en la asamblea de gobernadores y pueden votar de acuerdo con sus representaciones de capital. Los países prestatarios tienen el 50 % de la votación que corresponden a su participación en el capital de la institución y los no prestatarios tienen el 15 %. Estados Unidos tiene el 30 % y Canadá el 4 %.
Los 16 países de la Unión Europea junto con Argentina, Costa Rica, Chile y México propusieron que la votación para elegir el nuevo presidente se aplazara para el año entrante, y tienen en su conjunto 35,7 de la votación y totalizan 20 o 22 según se incluya a Venezuela y Nicaragua entre ellos.
Como la elección de director requiere tres cuartas partes de los miembros o sea 36, Estados Unidos no tendría los votos suficientes para lograr su objetivo pues más de una cuarta parte (22) estarían por el aplazamiento y la asamblea requiere de tres cuartas parte de sus miembros para lograr el quórum.
A esta división interna se ha sumado el pedido de 133 personalidades de la región entre excancilleres, expresidentes y académicos, muchos de ellos más alineados con las posiciones del Partido Demócrata, para que se aplace la decisión. Por su parte, el candidato Biden señaló su inconformidad con el candidato de Trump calificándolo de muy ideológico.
La reacción de Claver-Carone ante esta situación fue extremadamente dura, acusando a Argentina de liderar un intento de “secuestro” de las elecciones y denunció la táctica obstaculizadora de una minoría de países y señalo que esto paralizaría el banco y asustaría al sector privado.
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Claver-Carone tendría una política activa para neutralizar la influencia de Rusia y China en la región, lo que constituye un alineamiento con los intereses de EE. UU. y la agenda de Trump
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Es obvio que Trump, de acuerdo con su conducta unilateralista y agresiva, quiere poner una ficha suya en el BID con un personaje que en lugar de representar el equilibrio y el consenso, mantenga la agenda contra algunos países como Cuba y Venezuela, pero además se sumarían a estos ataques, Nicaragua, Argentina y en un futuro México y, además, tendría una política activa para neutralizar la influencia de Rusia y China en la región, en lo que se constituye en un alineamiento no solamente con los intereses de EE. UU. sino con la agenda particular de Trump.
Durante su campaña Claver-Carone ha señalado que su presencia aseguraría nuevos fondos a la institución, pero dadas las afugias económicas de la potencia del norte, no es muy verosímil una fuerte inyección de dinero.
Tan pronto Claver-Carone lanzó su candidatura y sin mayor demora, el gobierno colombiano y el brasilero se sumaron a la propuesta estadounidense, contribuyendo a una mayor división de la región y sin intentar un consenso latinoamericano, en un gesto de docilidad y obsecuencia.
El BID es ampliamente controlado por Estados Unidos y seguramente seguirá estándolo, sea quien fuera el que gane. La participación accionaria le da a ese país en la práctica un poder de veto y su agenda está ligada al fortalecimiento de la arquitectura de la globalización, en franca decadencia.
Por ello la posible derrota de Trump, si se logra el aplazamiento, más que un triunfo de América Latina, será un nuevo fiasco para una administración errática, que rechaza el multilateralismo y partidaria de imponer su “hagamos de EE. UU. grande otra vez” aun a costa de sus aliados tradicionales.