Desde su posesión como presidente de Colombia, Iván Duque ha demostrado carecer de la experiencia y madurez necesaria para liderar. En esa medida, el suyo, ha sido un ejemplo de todo lo que no debe hacer un gobierno, por lo cual, las consecuencias de sus políticas dudosas nos tienen inmersos en la incertidumbre y la desazón, con el futuro en vilo a razón de su displicencia hacia temas claves para la mayoría de colombianas y colombianos.
Como se sabe, desde antes de posesionarse como presidente y debido a la corriente ideológica a la que pertenece su partido, el hoy residente de la Casa de Nariño hizo de Venezuela el punto de mira de sus desafectos. Como estrategia de campaña, esta posición le resulto ventajosa, ya que tristemente la mayoría de sus votantes carecen de la información necesaria para ver más allá de las noticias tendenciosas que llegan del vecino país.
Ahora bien, una cosa es opinar sobre un tema en campaña y otra muy diferente es abordarlo como presidente de un país que comparte con la patria de Bolívar una frontera de 2.219 kilómetros y más de doscientos años de historia. En otras palabras, lo que el presidente Duque piense sobre su homólogo venezolano personalmente, no es importante, porque como presidente de Colombia, lo que Duque debe hacer es tender vías diplomáticas que beneficien a quienes han hecho de la frontera su casa, personas a quienes esta crisis diplomática perjudica. Sin embargo, como el presidente de Colombia no ve más allá de su arrogancia y sumisión a Estados Unidos, se ha convertido en el tozudo representante de una campaña de desprestigio y desestabilización hacia el gobierno de Miraflores, que es quien gobierna en el país vecino, así al gobierno de Colombia no le parezca.
En este sentido, resulta increíble que, en este punto de la historia, el gobierno colombiano continúe tomando en serio al señor Guaidó, que ya, ni siquiera representa a la totalidad de la oposición venezolana. A pesar de ello, este personaje, que no desperdicia oportunidad para evadirse de forma ilegal de su país, o posar con delincuentes, sigue figurando en el escenario mundial como el presidente de Venezuela, lo que resulta ridículo.
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Absurdas y risibles las declaraciones de Presidencia y Cancillería tras la captura de Aída Merlano, señalando que pedirán su extradición al gobierno de fantasía del señor Guaidó
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Como absurdas y risibles resultaron las declaraciones de Presidencia y Cancillería que, tras la captura de Aída Merlano, en Maracaibo, por parte de autoridades venezolanas, señalaron que pedirán su extradición al gobierno de fantasía del señor Guaidó. Esto, que parece un chiste malo, resulta ser un asunto serio que debe ser analizado y no trivializado, puesto que Merlano, es una ficha clave en el entramado de fraude electoral que durante décadas ha enturbiado el ejercicio democrático en la costa norte colombiana.
La postura absurda del presidente Duque puede significar que, de fondo, ni a él, ni a los intereses de los Char y Gerlein, poderosas familias políticas y empresariales de la costa atlántica les conviene la reaparición en escena de la otrora niña de los ojos de la política costeña. Sobre estas familias costeñas es necesario que se sepa que los Gerlein, además de políticos, son empresarios y dueños de Valor con socia de Odebrecht en el proyecto que tenía como fin la navegabilidad del río Magdalena. Por otra parte, la Casa Char, aliada de Vargas Lleras, muy cercano ahora al gobierno, tiene en sus filas al siguiente presidente del Senado, Arturo Char y al próximo candidato a presidencia Alex Char, razón de más para temer el testimonio de la elusiva Aída Merlano.
Es posible suponer que la Casa de Nariño hizo sus cálculos y vio en la detención de la ex senadora un riesgo inminente a su gobernabilidad, pues la idea de hacer lo correcto podría echar al traste la alianza estratégica que esta ad portas de hacer con Cambio Radical, la cual le permitirá al gobierno ganar aliados para llevar a cabo su agenda. En esa medida, enredar el posible traslado de la ex senadora a Colombia para que cumpla con su condena y rinda testimonio sobre la supuesta estructura criminal de la que hacía parte junto con los Char y Gerlein, le resulta la estrategia más conveniente, aunque en el camino haga nuevamente el ridículo.
En este sentido, es inaceptable que el gobierno insista en su política hacia Venezuela, la cual resulta altamente perjudicial para la economía y la estabilidad de la región. Este asunto, no es menor, ni puede seguir estando al margen del debate, pues Colombia ha invertido recursos en apoyar acciones encaminadas a propiciar una crisis política en el país hermano, al mismo tiempo, que ha insistido en menoscabar sus relaciones diplomáticas con un Estado del cual debería ser aliado.
Finalmente, aún el presidente Duque no le cuenta al país en qué ha invertido el dinero que recibe para la supuesta ayuda humanitaria a las ciudadanas y ciudadanos venezolanos en Colombia, ¿será que toda la ayuda se va en financiar al señor Guaidó?