El JL (Juan Lanas, para venideras ocasiones) que nos tocó en suerte, el que oficia desde la Casa de Nariño, ha declarado a propósito del fallo de la CC que despenaliza el aborto en Colombia, que "siempre he sido una persona provida, creo que la vida comienza desde la concepción y fui respetuoso de las tres causales".
El primer disparate en esta declaración es el siguiente: si cree que la vida comienza desde la concepción no puede ser respetuoso de las tres causales, porque con cualquiera de estas se interrumpe la gestación.
El segundo es su llamado a los médicos a que practiquen la objeción de conciencia, con lo cual demuestra que el verdadero autócrata de esta zona de Latinoamérica es él, que llama a irrespetar y desacatar las decisiones de uno de los tres poderes del Estado.
Su refrán de "paz con legalidad" no es más que el estribillo de los que moran los bajos fondos.
Debió hacer esa misma recomendación a los militares que bombardearon campamentos guerrilleros en los que estaban niños, o a los miembros del Esmad que saciaron sus apetitos asesinos en los manifestantes de 2019, 2020 y 2021.
Su militancia provida no la recoge del suelo, ya su padre la había evidenciado en 1985, mientras fungía como ministro de Minas, cuando desoyó las alarmas de un congresista que lo instaba a tomar medidas preventivas ante las señales que emitía el volcán Nevado del Ruiz de hacer erupción. El amor familiar por la vida de los Duque produjo veinticinco mil muertos en Armero.
Como anillo al dedo les vino a JL y su jefe la sentencia de la CC en torno a la despenalización del aborto, porque les permitirá alebrestar a sus fieles, tal como ocurrió con el Plebiscito por la Paz de 2016, para buscar votos en sus ya de por sí disminuidas caudas.
Aunque con el desprestigio que se gastan los tres: JL, AUV y el gobierno, no es nada factible que levanten algo significativo.
Les afloró el espíritu electorero a los uribistas parapetados en su amor provida.