Han pasado dos meses desde el inicio del mandato presidencial de Iván Duque, y es de Perogrullo que aún no se pueden analizar resultados ni avances importantes. Sin embargo, lo que sí se puede ver es el estilo de gobierno y cuáles son sus prioridades.
No obstante, con todo respeto por el presidente, lo que precisamente no se ve es eso: ni su impronta como gobernante ni cuáles serán sus prioridades. El periodista y escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal no dudó en calificarlo de huevo tibio, pero también de poder generar los peores rompimientos institucionales y por ello no le extrañaría que fuera un pequeño Fujimori.
Los detractores del presidente además de hacer hincapié permanente en lo que llaman falta de carácter, firmeza o como quieran llamarlo también señalan que aún no se “desteta” del expresidente Uribe y pareciera estar buscando permanentemente su beneplácito para poder actuar.
Igualmente, que no ha priorizado temas en la agenda pública por los cuales se le reconozca. Pareciera dar bandazos permanentes o apostar a todo, pero sin aunar esfuerzos en causas u objetivos visibles que marquen el derrotero de su gobierno. Hasta de un estilo demasiado light, que le resta solemnidad al solio presidencial, lo califican. De ser un gobierno más en beneficio de gremios, ricos y banqueros que de la clase media, emergentes y sectores desfavorecidos.
Sus defensores, por el contrario, aseguran que una cosa es el presidente Duque y otra Uribe, y lo ha demostrado en cuanto a no meter la mano en el Congreso para ciertas elecciones de dignatarios, a mantener distancia en temas como la consulta anticorrupción, el acuerdo de paz que dejó el gobierno anterior e incluso en temas económicos, donde Uribe parece estar más de acuerdo con el ministro Carrasquilla que el propio Duque, quien guarda silencio pero deja en claro que el ministro puede hacer las propuestas que quiera, pero las decisiones las toma él.
Así mismo, indican que el presidente es un mandatario moderno, que hace cosas de personas con su edad, que lo que sucede es que no estábamos acostumbrados a tener un ejecutivo joven, cercano a la gente y estudioso de los temas. Del mismo modo afirman que sí existe una prioridad presidencial y son los temas relacionados con la justicia, la lucha contra el narcotráfico y en lo internacional con Venezuela, por ejemplo, y que no ha descuidado lo social. Por eso tiene a sus ministros estudiando el tema educativo, salud y los subsidios y lo tributario.
Sin embargo, algo sí debe estar pasando en el arranque del Gobierno, porque no se siente en la calle que la gente identifique un despegue. Aún no existe un tema por la cual se le reconozca la labor al presidente, pareciera que ha dejado muy sueltos a sus ministros y que algunos tienen más cancha, experiencia pública que él y otros más conocimientos, y por ende sus intervenciones o visiones desde esos cargos son las que le han granjeado que las iniciativas sean más conocidas, pero por la afectación o la controversia que causan y no por su novedad o impacto positivo nacional.
Hay que dejar que el presidente decante su plan de desarrollo, su plan nacional de inversiones y el presupuesto de la nación para ver cuáles son las prioridades allí, porque los números y ejes hablarán por sí mismos, más que quienes estén a favor o en contra de él. Igualmente, que coja más hora nalga en la Casa de Nariño, para que se le traduzca en experiencia. Creo que enero de 2019 sí será un muy buen momento para analizar su avance, estilo y prioridades.
* Corolario: que no olvide Duque actualizar la financiación de la educación superior pública y varias propuestas serias presentadas para asignarle recursos, como redistribuir esos 3 billones asignados por Carrasquilla a Defensa. Además, es un tema que crece y crece en el descontento nacional cada día. Que le pare bolas.