Como publicista sé que un candidato presidencial es una marca.
La marca de un producto, que entre sus requisitos triunfadores indispensables, está el empaque.
Su presentación debe ser impactante, llamativa, motivadora: En una palabra: Atractiva para el consumidor.
He preguntado a muchas mujeres por quién votarán en estas elecciones presidenciales.
De cada 3, 2 me respondían de inmediato: Iván Duque. La otra, contestaba “Por nadie”, “A usted que le importa”, o mencionaban otro nombre.
Acto seguido les preguntaba algo de su plan de gobierno, por ejemplo: Cuál es el punto más convincente de su programa educacional…
Y hasta ahí.
Ni idea.
O simplemente respondían cualquier cosa que tratara de sonar más o menos razonable.
Pero ninguna, le respondió cuál es programa diferenciador que propone este candidato, para distinguirse de los demás y sus respectivas propuestas para el mismo tema.
Mi conclusión es que el voto femenino por Iván Duque es más emocional que racional.
“Ivan Duque es un papi”… “Es bello”…
Es decir, si fuese un producto puesto en estantería junto a los otros de la competencia, lo escogerían por su atractivo empaque.
Y por supuesto que “la pinta” de un candidato es un asset, un plus sumamente importante.
Muchos presidentes “churros” así lo han demostrado: desde un Kennedy en el Estados Unidos de antes, hasta un Trudeau en Canadá o Macron en la Francia de hoy.
Iván Duque cumple a cabalidad con este requisito: su vital juventud, el aspecto casi infantil de su rostro, su estatura, su fisonomía corporal, su buen verbo y sus canas prematuras lo convierten en el candidato con más “appeal” entre los demás.
No se puede decir lo mismo de un De la Calle, o de un Petro o de un Fajardo que no se sabe si es o no es.
En eso, como publicista comprendo a la gran mayoría de mujeres que votarán por Duque.
En la muestra de intención de voto, la mayoría de los votos proviene de las mujeres, muy por encima de la de los hombres, quienes no lo identifican como el galán de esta telenovela política, sino como “el que dijo Uribe”. Aunque muchos hombres tampoco sabían la respuesta a la pregunta en cuestión.
Pero en mi opinión, Duque, quien hasta no hace mucho era un desconocido, un senador más del montón, sin ninguna ejecutoria política destacable, sin mayor experiencia política, no es el presidente que Colombia necesita para este momento.
Tal vez lo pueda ser en el futuro, cuando haya acumulado muchas más horas de vuelo.
Cuando sea gallo, no pollo. Para poner en orden este galpón en este momento se necesita alquien con muchas, muy gruesas, y muy filosas espuelas, por las garras de los buitres que debe enfrentar.
Pero veremos en los debates presidenciales por televisión, que el candidato mejor preparado y con una hoja de vida política que ninguno otro tiene, es sin duda alguna, Germán Vargas Lléras.
Si damas y caballeros.
Germán es el man.
Vargas Lleras es la Coca Cola, que por trayectoria en el mercado, por su aspecto exterior y su contenido interior, es ese producto al cual vuelven sus consumidores una y otra vez, hace más de un siglo.
Y es el producto líder en mercado.
Germán Vargas Lléras es el presidente que va a calmar la sed de justicia que tiene Colombia y es una refrescante pausa después de esa horrible Royal Crown Kola que resultó ser Santos y que nadie se puede tragar.
Y es posible que en un gobierno Vargas Lléras, Iván Duque tenga un cargo de verdadero fogueo ya no para hacer promesas de tarima, sino para hacer ejecutorias realmente transformadoras en Colombia.