Estamos exhaustos de ver que a Duque no le interesa Colombia. En dos años y medio de su gobierno, no hemos visto su esfuerzo contra la violencia y las masacres en el país. De hecho, la ONU ha puesto en escena la ausencia de derechos humanos en este país que, cada vez, está peor. Millones de colombianos, jóvenes, y no tan jóvenes, han perdido su trabajo, lo que ha llevado a la pobreza, a la miseria y, por desgracia, a niveles muy altos de delincuencia a lo largo y ancho del país. No sabemos lo que es la democracia en un país que se asume como democrático, y en el que reina la corrupción, los crímenes de lesa humanidad, además de la impunidad por parte de los que -supuestamente- quieren el bien de Colombia, pero, paradójicamente, lo convierten en un desfile de personalidades que no le prestan ningún servicio a las comunidades y etnias que se desviven en Colombia por lograr unas condiciones en las que no falte el alimento, el trabajo, la salud, y las deudas que nos asaltan día a día.
Duque parece ser el mandatario de los venezolanos en la medida en que se ocupa de los problemas de ese país, en fronteras de Colombia, y trata de que Maduro abandone su cargo máximo en el poder. Millones de colombianos en la pobreza, y le ofrece a los venezolanos trabajo, educación, salud y hasta lugares donde puedan vivir dignamente, es decir, casas. En este proyecto de regularizar a los migrantes, se nota en gran medida el gran desinterés de Duque por Colombia. Lo cierto es que carecemos de presidente, pues Duque está resolviendo problemas de otros lugares en los que su incidencia y presencia no son bienvenidas. De todas maneras, los migrantes serán, en Colombia, destacados como si fueran colombianos, mientras que al pueblo colombiano le hace falta todo, trabajo, educación, salud y lugar donde vivir. Esas son las ironías de la historia que los colombianos hemos soportado hace muchas décadas.
Los migrantes venezolanos podrán, incluso, votar en tiempo de elecciones. Todo eso no evitará que le huyan al trabajo, porque entre los migrantes hay deseos de trabajar, aunque muchos prefieren vivir según los criterios que les enseñaron en su país natal: no tienen que pagar nada, se horrorizan de que aquí tengamos que pagar servicios públicos, transporte y la alimentación, además de un sinfín de costos que determinan la existencia de cada quién. Las acciones de Duque muestran que ocupa el más alto cargo, que debe estar ahí para servir a los colombianos, y que el territorio nacional no despierta su interés. Otra sinsalida de esta historia ya repetitiva.