Estamos hartos. A Duque parece que se le olvidó que estamos hartos. Mamados de Uribe, de su dictadura del miedo. ¿Cómo estaba el país antes de la pandemia? En la calle, el país estaba en la calle, gritando, protestando, acorralando al presidente más ineficaz desde Andrés Pastrana. Y vino el COVID 19 y Duque no sólo se salvó sino que fue tan buenas que hasta quedó con programa de una hora. Pero que no tiente la suerte este inepto, que no se ponga a revotar a la gente. Vamos a salir y le vamos a recortar todo.
Soy tibio, no me gusta Petro. Lo considero ególatra, y con su apoyo a Hollman demostró que, como todo radical de izquierda, es un machista de miedo. Pero es tal la indignación ante el cinismo de un gobierno que, según el senador Rodrigo Lara, está usando recursos destinados a los más pobres para convencer a congresistas corruptos de que ayuden a violar de nuevo la Constitución, asquea y obliga a que adoptemos una posición. Creo que es inmoral no abordar una posición, no asumirla con valentía.
Por eso Petro estaba tan feliz en la mañana del 18 de marzo, se frotaba las manos. La estupidez de este gobierno, la ceguera, de alcahuetearle la lamboneada a congresistas godos de promover desde el Congreso la extensión del periodo presidencial ha exacerbado la necesidad de un cambio, de ejercer con urgencia la protesta callejera. Prometo no faltar a ninguna manifestación y asegurarme de que Duque sea el último presidente uribista.
El desprecio a la democracia de la que ha hecho gala el uribismo en sus veinte años de existencia quedan claras en este nuevo truco para extender, en contra de los designios del pueblo, un gobierno tan impopular como este. Si, vamos a hacernos respetar y hacerles realidad la peor de sus pesadillas: Petro presidente.
