Hasta ayer, domingo, el presidente Duque no había confirmado oficialmente cuándo va a venir a reunirse con los indígenas y campesinos del departamento del Cauca que se encuentran en minga desde el pasado 11 de marzo. Si en todo caso el presidente piensa que con la represión, la guerra psicológica y la mala prensa inducida por algunos medios de comunicación la protesta se irá debilitando, se equivoca, porque quienes están en la vía Panamericana tienen clara las razones por las que están allí.
También puede ocurrir, y va a ocurrir, que en la medida en que el gobierno dilate una solución pronta, otros sectores sociales alentados por este movimiento decidan sumarse y, entonces, le tocará que atender no una sola mesa de negociación sino a varias.
Lo que ha quedado claro hasta ahora es que Duque quiere mostrarse ante el país como un hombre fuerte, de autoridad, de “mano dura y corazón grande”, pero una cosa es este maquillaje en teoría y otra en la práctica, porque en el Cauca las cosas no funcionan así. Por La María-Piendamó ya han desfilado Uribe, Santos, ministros y viceministros y hasta generales, por lo que más temprano que tarde el presidente tendrá que hacer lo mismo y de igual a igual sentarse en la misma mesa con las comunidades indígenas y campesinas a debatir temas de importancia nacional como su Plan de Desarrollo, su propósito de volver trizas el acuerdo de paz, su intención de entregarle a las multinacionales la explotación y manejo de los recursos naturales del país, sobre el asesinato sistemático y selectivo de defensores y defensoras de derechos humanos, y de líderes y lideresas, y a comprometerse además a terminar de una vez por todas con el incumplimiento de todo lo acordado entre sus antecesores y las comunidades.
Igualmente, y puesto que Duque es un hombre impredecible que tiende a desenvolverse entre la derecha moderada y la extrema derecha, también podría suceder que se decida a utilizar la represión a fondo para adentrarse con fuerza bruta a despejar la vía, sin embargo, de lograrlo, con un costo muy posiblemente en vidas humanas en ambos lados, no resolvería ni atenuaría el problema si no que, por el contrario, lo agravaría.
Sin duda alguna Duque tiene que entender que al Cauca debe verlo con otra mirada, una de respeto, de lucha y de compromisos incumplidos.
Duque no tiene otra salida que negociar y el tiempo apremia.