Analicemos el discurso del presidente Duque donde ordenó a los congresistas retirar la reforma tributaria.
Se presenta el presidente Duque con todos sus ministros, menos el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, promotor de la reforma tributaria; es decir, quiere connotar que esa reforma, la que tanta indignación ha causado a los colombianos, ya no va más, pero se construirá otra. La ausencia de Carrasquilla en el discurso presidencial es el sacrificio dispuesto a dar, se aceptará su renuncia, pues no aguanta más su mirada mezquina de presentar reformas arbitrarias para el país. Al nuevo ministro de Hacienda, quien seguro seguirá asesorado por Carrasquilla o será uno de sus subalternos, lo van a poner a maquillar una nueva que se vea menos lasciva, pero será la misma. Así gobierna Duque.
Duque no la llama Reforma Tributaria, sino que usa un eufemismo: La reforma de transformación social sostenible, es decir al no aceptar que es un proyecto tributario desde su denominación pretende esconder el contenido de la misma al darle un propósito de “Transformación social” y es lo que menos se va a dar, en cambio empobrece más a la sociedad, a la clase baja y media, teniendo que pagar impuestos por los productos de primera necesidad de la canasta familiar.
También emplea el chantaje en su alocución, pues ve necesaria la reforma tributaria para brindar estabilidad fiscal al país y a su vez mantener programas como “los programas sociales de los más vulnerables”, “generar condiciones de crecimiento, luego de los efectos arrojados por la pandemia del COVID-19” lo que permite afirmar que si no se aprueba la reforma tributaria tendremos una crisis económica. Y si no se aprueba, los programas como Ingreso Solidario tienden a desaparecer, pues no hay cómo financiarlos. Además, si no se aprueba no volveremos a la normalidad en la que habitábamos antes que llegara la pandemia. Es un presidente obtuso pues piensa que antes de la pandemia vivíamos en el paraíso, se le olvida que antes de toda esta crisis él no estaba haciendo ningún proyecto que permitiera trasformaciones sociales. Se le olvida que hay una indignación en el país, él no ha sido responsable con acciones efectivas para la prevención de la pandemia, ni ha brindado condiciones básicas a los más necesitados y, además su plan de vacunación es uno de los más lentos de América Latina. Se le olvida que invirtió 14 billones en aviones para la guerra. Que no ha hecho una reconstrucción de san Andrés y Providencia. Que continúa sin darle respuestas claras a los entes de control sobre el apoyo del Ñeñe Hernández a su campaña y que lo llevó a la presidencia. Ni le ha pedido la renuncia al embajador de Colombia en Uruguay quien tenía un laboratorio de cocaína. La indignación también se evidencia por el manejo que le ha dado a la rama judicial y su ceguera de sacar inocente, a través de su amigo fiscal Barbosa, al expresidente Uribe de todos los procesos legales que enfrenta, como el de ser el creador del bloque paramilitar Metro y de haber dado la orden de desaparecer a 6402 jóvenes durante su gobierno, lo que se ha llamado los falsos positivos.
Continúa Duque en su intervención diciendo que el pasado 30 de abril se dirigió a los colombianos y se refirió sobre la reforma ttributaria “construir una nueva iniciativa, a partir de los consensos, que nos permita buscar los recursos necesarios para pagar los gastos de la pandemia y garantizar las ayudas sociales que se requieren” se desprenden varias preguntas de ese párrafo: ¿por qué no construyó ese consenso antes de presentar el texto en el senado y por qué ahora quiere ese consenso?, ¿leyó antes la reforma? Lo que se puede deducir entonces es que la protesta logró su objetivo y puso al gobierno a retractarse, lo que significa que reconoce su derrota y su ineptitud política. ¿Qué será para Duque “una nueva iniciativa”? ¿A lo que se refiere es un nuevo proyecto creado por el mismo ministro Carrasquilla, el mismo que piensa que 12 huevos valen mil ochocientos pesos, él mismo que protege a los ricos y a las empresas?
Después en su discurso da la orden al congreso: “le solicito al Congreso de la República el retiro del proyecto radicado por el ministerio de hacienda y tramitar de manera urgente un nuevo proyecto, fruto de los consensos. Y así evitar incertidumbre financiera” de esta forma ratifica que el pueblo y sus luchas presionaron y ganaron, que sirvió la marcha, que sirvió la movilización nacional, también está diciendo que lograron a través de las protestas pacíficas a través del paro nacional generar “incertidumbre financiera” por lo tanto generaron temor en los inversionistas y en los grandes capitales del territorio.
Y sigue Duque en su monólogo: “la reforma no es un capricho, la reforma es una necesidad. Retirarla o no, no era la discusión. La verdadera discusión es poder garantizar la continuidad de programas sociales como: prolongar el Ingreso Solidario […] Brindar educación universitaria gratuita a jóvenes de estratos uno, dos y tres […]” y así sigue nombrando otros programas los cuales no tiene discusión su importancia para los colombianos, eso no se discute. De allí vuelven a surgir más preguntas: ¿si la reforma no es un capricho, entonces por qué ahora viene a pedir un consenso? Si hubiese hecho un consenso, no estaría la gente berraca marchando. ¿Sabrá Duque qué es un capricho? Dice la Real Academia sobre Capricho: “Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original” es decir, hay una contradicción al nombrar que no es un capricho, pues si lo fue, no hubo diálogo con la ciudadanía, no se socializaron los puntos de la reforma y se benefició a la clase alta y a los empresarios. Y solo ahora después de la destrucción de las calles y de los heridos y de los muertos viene a hablar de consenso. Y hay en sus expresiones una necesidad de mostrar una tergiversación de los hechos, una necesidad de mostrarse como el ciego, el sordo frente a los motivos de la marcha al señalar “retirarla o no, no era la discusión” claro que sí es la discusión, pues parte de las peticiones de los marchantes es retirarla, y en eso los marchantes no admiten discusión. La otra pregunta que surge parte de esta frase: “no era la discusión” ¿Con quién discute Duque? Con los del paro no ha sido, no hay una mesa de negociación, ¿discute con él mismo?, ¿discute con el verdadero presidente de Colombia, el innombrable?
Esa misma duda se mantiene cuando informa que: “he dialogado con los representantes de los partidos políticos, la sociedad civil, alcaldes y gobernadores y líderes del sector empresarial, quienes han aportado valiosas ideas para lograr esta financiación sin afectar a la clase media y a los más vulnerables. Y es donde el principio de la propuesta es que los de mayor ingreso contribuyen solidariamente con los más vulnerables” ¿Cuáles serán esos representantes de los partidos políticos, será los del Centro Democrático, los de Cambio Radical? Es decir, los mismos que estigmatizan las protestas, los mismos que tratan de vagos y de vándalos a los estudiantes. ¿A qué sociedad civil se refiere Duque? Seguro conversó con los policías infiltrados a las protestas, con los que incitan a la población a la violencia y con esa población civil es que dice que conversó. ¿A qué representantes del sector empresarial se refiere, a los dueños de las gaseosas, a esos que usan azúcar como materia prima, a esos que no les cobran impuestos, fue con ellos que dialogó cuando se refirió a “líderes del sector empresarial”? Y será entonces que Duque se va a unir al paro, para tumbarse a él mismo, pues propone en su discurso “los de mayor ingreso contribuyen solidariamente con los más vulnerables” se hace el tonto Duque, pues a esos “de mayor ingreso” es a los que los marchantes piden que se les cobre el IVA, a los que más tienen y eso es lo que no está pasando y eso es lo que no va a pasar y por eso es que se marcha.
Termina su intervención con una falacia, una más de tantas a las que ya nos tiene acostumbrado, como cuando dijo en campaña que no iba a subir impuestos, o cuando dijo que iba a respetar los acuerdos de paz, o cuando dijo que a los corruptos todo el peso de la ley o cuando dijo (no más fracking), pues esta vez, sin sonrojarse afirmó: “es compromiso y propósito del gobierno nacional construir de manera urgente un consenso solidario en el Congreso de la República. Nuestro deber es trabajar por la equidad, trabajar por la reactivación y en beneficio de toda nuestra nación”. Es decir, cree bobos a los colombianos; como si el Congreso no estuviera lleno de las bancadas del gobierno, que son mayoría; como si no no hubiera congresistas que se compran con contratos y prebendas; como si el congreso fuera un ejemplo de transparencia y de buenas ideas y de argumentos de altura. Y si fuese un propósito del gobierno nacional trabajar por la equidad no habría mandado al Esmad a darle bala a los de la protesta, no estaría la policía maltratando y violando a las mujeres en la marcha. Si se trabajará por la equidad la marcha no existiría. Si se trabajara por la equidad no existiría la desaparición sistemática de líderes indígenas y de líderes comunitarios. Si hubiese equidad no se perseguiría a quién piensa contrario a las ideas poco equitativas que el gobierno de Duque representa. Que Duque deje de pintar pajaritos en el aire. El pueblo sigue marchando y no descansará hasta tumbar la reforma tributaria, la reforma a la salud, al trabajo y a la pensión.