Duque no me representa, menos al aceptar el gobierno de Jeanine Áñez en Bolivia

Duque no me representa, menos al aceptar el gobierno de Jeanine Áñez en Bolivia

"El mandatario inviste al pueblo colombiano con una nueva vergüenza al reconocer a los golpistas en el país de Evo Morales"

Por: Violeta Guetnamova
noviembre 19, 2019
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Duque no me representa, menos al aceptar el gobierno de Jeanine Áñez en Bolivia

Quienes hemos seguido atentamente los hechos que se han venido desarrollando en Bolivia sabemos que contrario a lo que proclaman los medios masivos de comunicación prepagos, lo que se ejecutó en dicho país fue un golpe de Estado en contra del legítimo gobierno y su presidente indio Evo Morales, maquinado desde EE. UU. en complicidad de la OEA (Organización de Estados Americanos) y todos sus lacayos del continente y el mundo.

Durante décadas, más del 70% del pueblo boliviano vivió en la penumbra, marginado, concebido por quienes hoy pretenden hacerse a la fuerza con el poder el Estado, como seres inferiores.

Hace 14 años, los pueblos indígenas llevaron al poder al primer presidente indio, Evo Morales Ayma, quien, obedeciendo el mandato popular, expulsó al FMI de su territorio, desprivatizó las empresas públicas, nacionalizó los recursos naturales, y adoptó diversas medidas políticas y económicas en favor de las mayorías, pero en detrimento del acaparamiento ilegal, de quienes hoy vuelven a usurpar el poder.

Después de 14 años de poder popular, la burguesía ha regresado al palacio presidencial, bañando de sangre las calles, y destruyendo la vida de más del 70% de la población boliviana.

En las calles, los pueblos indígenas no cesan la protesta, su exigencia: La renuncia inmediata de la autoproclamada y su gabinete ilegítimo e inconstitucional. La respuesta gubernamental: represión, muerte y judicialización.

La dictadura de Jeanine Áñez, la Guaidó boliviana, obedeciendo órdenes de sus amos del norte y al mejor estilo Duque, ha implementado un cerco mediático, criminalizando la actividad periodística, con el fin de que el mundo no se entere de las masacres, desapariciones, violaciones, y demás crímenes cometidos contra los pueblos originarios.

Aunque la autoproclamada se esfuerce en hacer creer al mundo que en Bolivia no está pasando nada, que todo el mundo está feliz con la nueva “democracia”. Los hechos han logrado pasar el cerco mediático, gracias a la prensa internacional y el alcance de las redes sociales, todos los pueblos del mundo sabemos que en Bolivia hay un golpe de Estado, que va evolucionando en dictadura militar.

Nuevamente el fascismo es protagonista de repudiables actos de violencia y discriminación, uno de ellos es la quema de la Wiphala, como expresión de repudio a los pueblos originarios, y agresión a sus culturas y raíces. Pero también hemos sido testigos de la más ardiente, decidida y digna resistencia del pueblo boliviano, que se resiste a ser nuevamente colonia.

La wiphala en Bolivia no es solo una bandera, es un símbolo compuesto por 7 columnas y filas que suman 49 cuadros, que conforman un emblema cuadrado, con los colores blanco, verde, azul, violeta, rojo, naranja y amarillo que encarnan la filosofía humanista de los pueblos milenarios; su visión y sentir del mundo. Cada color representa un aspecto de la cosmovisión originaria de los pueblos indígenas. Por ejemplo, el naranja representa la sociedad y la cultura, la preservación y procreación de la especie humana…

Además, la wiphala simboliza la unidad de los pueblos y sus culturas, su profunda conexión con la madre naturaleza (La Pachamama) el respeto a la vida, a la paz. Representa el ser, la dialéctica del universo y el hombre. También es símbolo de lucha y resistencia.

Por ello, a pesar de la discriminación y actos de violencia racial en contra de los indígenas, especialmente de las mujeres; estas han salido dignas con sus polleras a exigir respeto por sus culturas, por sus conquistas, por su soberanía, junto al hombre, están en las calles exigiendo se restablezca el orden constitucional en cabeza de Evo Morales, haciendo respetar el mandato popular, el buen vivir y ¡la Wiphala se respeta carajo!

Mientras tanto, el ilegitimo presidente Iván Duque inviste al pueblo colombiano con una nueva vergüenza e indignidad al reconocer como presidenta interina de Bolivia a la golpista Jeanine Áñez, fiel representante de las sectas religiosas fanáticas, con ideología nazi, profundamente racista. La decisión de Duque no me representa como colombiana de a pie, con raíces indígenas y negras. No reconozco a los golpistas de Bolivia.

Posdata. Dos informes internacionales prueban que no hubo fraude en Bolivia y que la OEA operó por el golpe de Estado.

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