Todos los análisis del encuentro entre la recesión económica que se venía y la llegada del coronavirus, arrojan un déficit enorme en atención en salud y una significativa pérdida de ingresos de la población.
La salud una vez privatizada con la ley 100 de 1993 que lideró el senador Álvaro Uribe Vélez, demolió toda la infraestructura pública y la trasladó a las EPS privadas que hicieron de la salud un negocio y lo negaron como derecho fundamental. Dejándonos a merced de las "fuerzas del mercado" que tantos estragos, contados en millares de muertos, ya causó en Italia, España y ahora en la meca del capitalismo salvaje, EE.UU.
Con la actitudes del gobierno con los recursos de la ley de punto final en salud, de entregárselos nuevamente a las EPS ( $11 billones y solo hasta agosto según Vargas Lleras) se pierde la oportunidad de paliar un tanto la llegada del pico de contagio, hospitalizaciones y uso de UCI y ventiladores, con lo cual entonces se presagia lo peor para la población que por cualquier razón se contagie del coronavirus.
A eso súmele la tragedia que hoy viven nuestros trabajadores de la salud que se debaten entre salvar vidas y poner la suya en grave riesgo ante la falta de los más mínimos elementos y protocolos para su bioprotección y las desastrosas condiciones laborales en que desarrollan ayer y hoy sus respectivos oficios. (Contratos basura-OPS-cooperativas-contratos sindicales- demoras de hasta 14 meses de ingresos).
Y en materia de ingresos de la población, se advierte por todos los expertos nacionales y extranjeros, que el confinamiento traerá aparejado:1- quiebra de la mediana, pequeña y microempresa, con la respectiva cascada de pérdida de empleos que duplicaría su actual tasa, elevándola al 22 %, es decir, 6 millones de desempleados. 2- los trabajadores informales, cerca de 14 millones, perderán la totalidad de sus ingresos. 3- sectores estratégicos como el del petróleo y la aviación, con salarios bien representativos han perdido 25.000 empleos.
Ante las posiciones de sálvese quien pueda del empresariado y muy especialmente de los banqueros y las grandes corporaciones nacionales y extranjeros, la única salida para atender la salud y los ingresos de la población que los pierde, queda el papel reparador y dinamizador del estado, como ha quedado demostrado tanto en Europa como en América.
Los gastos en estos países para atender la pandemia han oscilado entre el 10 % y el 22 % del PIB.
Desafortunadamente el gobierno de Duque se ha puesto es al lado de los banqueros, irrigando el sistema financiero con cerca de $100 billones de pesos entre créditos y fondo de garantías, según lo anuncia el minhacienda Carrasquilla, para que le sean prestados a los empresarios y deudores. Créditos a los cuales los empresarios de medianos para abajo, difícilmente tienen acceso, como lo ha venido denunciando la presidenta de la Asociación de Pequeños Industriales Acopi, pues para los bancos esos son créditos de alto riesgo y mucho más con la pandemia.
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Acopi ha venido insistiendo que deben subsidiarlos pagando sus nóminas por tres meses, con lo cual se salvarían alrededor de 7 millones de empleos
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Acopi por tal razón ha venido insistiendo que deben es subsidiarlos pagando sus nóminas por tres meses, con lo cual se salvarían alrededor de 7 millones de empleos, poniéndose en una condición real de reactivación. Esta nómina costaría alrededor de $6,3 billones mes y por tal representaría apenas el 2 % del PIB.
Y con respecto a los informales, debe proveérseles de una renta básica de al menos un salario mínimo, lo cual equivaldría a unos $10 billones mes, y en los tres meses un 3 % del PIB. Hasta ahora solo se sabe de recursos nuevos para 3 millones de hogares por $160.000 cada uno, que no suma medio billón de pesos.
Si a lo anterior sumamos lo de salud, podríamos estar hablando de un 7 % del PIB, gasto que sigue estando por debajo de lo de los otros países.
Y hay de dónde. Expertos nacionales como Luis Jorge Garay, Mauricio Cabrera, incluso Mauricio Vargas, han señalado que ahí están las reservas internacionales por 53.600 millones de dólares, o préstamos del Banco de la República, que en la recesión del 2008 se usaron, o suspensión o eliminación de exenciones y reducciones tributarias, o impuestos a las grandes riquezas.
Si se quiere salvar a la salud de los colombianos, a la mediana, pequeña y microempresa, al empleo y el ingreso de los informales, se deben atender las propuestas acá reseñadas.
De no hacerse como hasta el momento no se ha hecho y se persiste en atender a los banqueros, ahora con la ampliación de la pandemia hasta por lo menos el 11 de mayo, los clamores y exigencias serán mayores y el estallido social inevitable.
Y que no digan, que no me dijeron.
Posdata: Este 1° de mayo se pondrán de moda, con mayor validez que nunca las banderas de los trabajadores y su grito de "trabajadores de todos los países, uníos"
Twitter: fabioariascut