Iván Duque fue el mejor candidato que pudo escoger el Centro Democrático y no la fórmula ideal para las pretensiones de su jefe. Sin bravuconadas ni alardes, el joven candidato, al hablar y proponer, tomó distancia del extremismo del señor Uribe y asumió una posición racional, de auténtico centro político, sujetándose a los principios democráticos e interpretando de modo cabal el espíritu de nuestras instituciones. Era lo que le correspondía a un dirigente que entiende la política y la practica con la ecuanimidad que implica un enfoque objetivo de sus incidencias cotidianas. Buen comienzo para un hombre que aspira a dirigir un Estado así no haya pasado por un ministerio, un departamento administrativo, una gobernación o una alcaldía.
Si los números cuentan, una cosa quedó clara: Iván Duque puso 4.050.000 votos y el CD puso 2.536.000, de los cuales 895.000 fueron de Álvaro Uribe y el resto de los nuevos senadores de su partido. Casi dos millones más que el CD y mucho más de tres millones que la lista individual de Uribe, si asumimos que hay 1.700.000 votos de los 18 senadores restantes. Hubo, entonces, una diferencia notable entre la personalidad del candidato, su carisma, su estilo y su inteligencia y lo que representó en 2014 el candidato Oscar Iván Zuluaga. Duque podrá decir, si llega a ser elegido, que marcó una diferencia refinada por sus ejecutorias y su pensamiento de líder.
Iván Duque Márquez no recoge estos atributos del suelo. Por el lado paterno, su progenitor, Iván Duque Escobar, fue un dirigente liberal de carrera exitosa: gerente del Instituto de Crédito Territorial, contralor de Bogotá, gobernador de Antioquia, ministro de Desarrollo y de Minas, y registrador Nacional del Estado Civil. Por el lado materno, los Caicedo, en el Tolima, llenaron una historia de conducción política de varias generaciones en el tradicional y otrora glorioso partido liberal, reconocida por el pueblo de dicho Departamento y por el resto de colombianos que vieron en la figuración de aquella estirpe, hasta hace pocos años, lucha y merecimientos, tenacidad y empeño por servir las aspiraciones populares.
A pesar de haberse configurado un nuevo mapa político,
aún no es pronosticable la presidencia
de ninguno de los candidatos
Es claro que, a pesar de haberse configurado un nuevo mapa político, aún no es pronosticable la presidencia de ninguno de los candidatos, porque otros partidos avanzaron tanto o más que el CD, de modo que en el trecho que resta hasta mayo y junio la campaña se desarrollará en consonancia con los altibajos de la economía, la continuidad y los cambios de la política exterior, la equidad social, los virajes del medioambiente y el combate a la corrupción, sin descuidar, entre una vuelta y otra, la estrategia que los candidatos y sus colectividades hayan de adoptar para que los sufragios les alcancen. La transfusión de miedo desapareció de la escena. La entrega del país a las Farc fue un embeleco desbaratado por los guarismos del domingo 11. Punto para De la Calle.
La extrema derecha y la extrema izquierda no van más. El país no es la una ni la otra. El país será, en adelante, el centro del espectro político. Duque lo entendió así y los analistas, en su mayoría, coinciden en el augurio de que Gustavo Petro se moverá hacia allá si quiere consolidar el respaldo que le dio la consulta. Contraviniendo algunas encuestas, los resultados de Cambio Radical y de la alianza Compromiso Ciudadano, Polo Democrático y Verdes, le insuflaron un nuevo aire a las dos candidaturas, y más cerca de ambas estarían, en caso de segundo round, Duque o De la Calle que Petro por razones ideológicas. La unidad de lo diverso es más complicada que la unidad de lo afín. Petro no estiraría mucho más de lo que estiró.
Otro hecho por celebrar es que Santos y Uribe jugaron seis años con la suerte del país y ninguno de los dos será dueño del próximo presidente, sea quien sea. Duque resultó ser el que es y superó a Uribe aritméticamente. Eso le dio autonomía de vuelo. Santos y la U no lanzaron siquiera candidato, pero serán fuerza decisoria con los conservadores, aún divididos. Por ahora, hasta Piedad Córdoba, Vivian Morales y Juan Carlos Pinzón se sienten ganadores. En mayo 28, bajo el humo de la quema, se leerá mejor la bola de cristal.