La semana pasada el presidente Duque expuso en la asamblea general de la ONU, lo que a su juicio son los puntales de su gestión, de tal forma, que se refirió al compromiso de su gobierno con el medio ambiente, con la lucha contra el narcotráfico, con el proceso de implementación del acuerdo de paz y por supuesto con denunciar, a quien quiera oírlo y con pruebas de dudosa credibilidad, a su homólogo venezolano.
Ahora bien, el presidente Duque enfocó su discurso en mostrar, cómo su gobierno supuestamente está enfrentando los desafíos globales, regionales y locales, lo cual resulta complejo dado que su gestión en la Casa de Nariño ha estado marcada por falta de la misma. Así entonces, repasemos críticamente algunos de los puntos del discurso del presidente.
El doctor Duque comienza señalando la rica diversidad ambiental del país, y su compromiso con su preservación, curioso porque el Ministerio de Minas y Energía bajo su gobierno acaba de recibir una derrota sobre su iniciativa de retirar las medidas cautelares que han mantenido a raya el uso del fracking en Colombia. Tal vez el señor presidente no se ha enterado que el 10 de septiembre el Consejo de Estado resolvió mantener las medidas cautelares que su gobierno, en noviembre, había solicitado retirar. Lo cierto es que el presidente Duque nunca se ha mostrado crítico o ha rechazado llevar a cabo este tipo de práctica, cuyas consecuencias para el medio ambiente, así como para las comunidades potencialmente afectadas son bastante serias. Aquí vemos también la dicotomía que ha manejado desde su primer día en el despacho presidencial, dice lo que debe decir, según las circunstancias, pero su gestión va en contravía. En otras palabras, miente para quedar bien.
Posteriormente, el discurso se enfoca en indicar cómo el país ha logrado mantenerse a flote a pesar de los devaneos económicos que han puesto a varios vecinos en aprietos, sin embargo, este no es un logro del gobierno naranja, sino que viene de los ocho años de Santos a quien el actual inquilino de la Casa de Nariño, parece enviar un guiño, sin mencionarlo directamente. Ahora bien, en lo que se refiere a la implementación del acuerdo de paz, el doctor Duque solo se enfoca en la desmovilización y la reinserción, se abstiene de hablar de los diversos aspectos que su gobierno ha optado por retrasar y obstaculizar. Es decir, evita señalar cómo su ineptitud y mala gestión ha permitido que los territorios antes pertenecientes a las Farc hayan caído en manos de grupos ilegales que han hecho suyas regiones enteras.
También omite indicar como bajo su gobierno se han incrementado los crímenes contra lideresas y líderes de territorio, como esta ha sido una de las campañas políticas más violentas de los últimos años, como la cúpula militar que nombró ha estado involucrada en graves hechos de corrupción y de violencia, como fue el caso de Dilmar Torres, asesinado y ultrajado sexualmente por soldados, quienes una vez cometido el crimen trataron de ocultarlo, o el reciente atentado contra la lideresa social Yolanda González García a quien un militar le disparó, causando la muerte de su escolta y dejándola a ella herida de gravedad. Tampoco mencionó cómo desde que él asumió el cargo se dispararon los indicadores de la violencia y la barbarie sobre la población civil, así como sobre miembros de las fuerzas de seguridad, a quienes tanto elogia, pero que no teme en sacrificar si eso ayuda a justificar un clima de guerra y temor que solo tiene una motivación, votos y poder. Hay que recordar, que los números de víctimas en las filas castrenses se habían reducido de forma notable desde la firma del acuerdo de paz. La verdad es que, desde su posesión, incluso desde antes, varios sectores del terror vieron en su elección una especie de visto bueno por parte de la ciudadanía para ejercer la agresión, la intimidación y la violencia sin reparos.
Esto tiene una justificación, a mayor proliferación de zonas de conflicto, mayor presupuesto para las fuerzas militares y de policía, a mayor miedo, mayor justificación para las políticas de mano dura que tanto gustan a los financiadores del doctor Duque y que les permiten seguir con sus triquiñuelas mientras el resto de país se paraliza de terror. El miedo, es la clave del éxito electoral para el ideal de la ultra derecha que articula con diestra habilidad al doctor Duque, porque él, ya se ha visto, ni siquiera entiende lo que se mueve a sus espaldas, él gobierna una Colombia de postal turística.
El doctor Duque ha invertido buena parte de su gestión
en servir de mandadero a los intereses de Estados Unidos
por apropiarse del petróleo venezolano
Tal es así, que ha invertido buena parte de su gestión en servir de mandadero a los intereses de Estados Unidos por apropiarse del petróleo venezolano, pero no contento con su papel servil y vergonzante, ha urdido varias estrategias para generar un clima desestabilizador en el país vecino, con la falsa excusa de estar apoyando una causa democrática. Sobre esto, en su discurso, al doctor Duque se le olvidó explicar el papel que tuvieron los miembros de los Rastrojos en la llegada a Cúcuta de su protegido Juan Guaidó para el concierto de Venezuela Aid en febrero. Como tampoco se pronunció sobre el escándalo de corrupción de los enviados del líder opositor Guaidó con dineros destinados a auxiliar a militares desertores de la República Bolivariana. Sobre esos hechos dudosos, se mantuvo callado. No así para proferir, en su discurso en la Asamblea General de la ONU, acusaciones contra el gobierno de Venezuela, usando fotos desactualizadas, de 2013, y tomadas en territorio colombiano, no venezolano. En otras palabras, expuso pruebas falsas. Este hecho resulta inadmisible y da cuenta, no solo de su increíble ineptitud e irresponsabilidad, sino de las malas intenciones que tiene hacia el país hermano.
El papel de un presidente, señor Duque, no es el de gobernar en función de unos intereses mezquinos, para beneficio de quienes le financiaron la campaña, es el de propender por mejorar las condiciones de la ciudadanía en su conjunto y esa responsabilidad se extiende a mantener las buenas relaciones con los países fronterizos, que son hermanos, con quienes nos unen lazos históricos y culturales. De tal manera, que su papel no debe ser el de incitador, debe ser de conciliador, usted debe es facilitar el diálogo y la conciliación en Venezuela, no financiar e incitar la inestabilidad política, social y económica, ya que, si es que no le han dicho sus asesores, las malas relaciones con nuestros hermanos, afectan aspectos claves de Colombia. Por último, tenga presente que su función se restringe a gobernar Colombia, no a servir de plataforma política, ideológica, económica y militar para sabotear el orden interno de un país soberano como es Venezuela. Dicho esto, concéntrese en nuestro país, porque la crisis es colombiana.