En todos los países del mundo civilizado los banqueros son los seres más odiados. Su mezquindad de agiotista, sus intereses exagerados, han arruinado a través de la historia a los hombres más trabajadores y esforzados. En Colombia esto no pasa. El banquero fue vivo y compró todo, hasta los medios de comunicación. Entonces todo pobre que ose a discutir la supremacía moral del dueño del banco es un resentido, un cuasi guerrillero que debe ser borrado de la faz de la tierra. Por eso vemos la sumisión de tantos pobres, sumidos en el pozo sordo de la ignorancia, a los que les tiene sin cuidado lo que pueda pasar con sus intereses. Todo lo que diga el banquero está bien. A los patrones se les sigue, se les obedece.
Por eso los colombianos estamos en la obligación de mantener a Sarmiento Angulo. Daremos parte de nuestro sueldo con la fidelidad que un incauto le da lo que gana al Pastor de su Iglesia predilecta. Pero, ojo, al menos este pobre infeliz recibirá a cambio el consuelo de creer que el discurso del pastor le abre las puertas del cielo. Nosotros no recibimos nada, ni siquiera la sonrisa del Dios recolector que todo lo puede. Por ahí los medios del banquero, a mediados de julio, anunciarán alborozados que Sarmiento Angulo estará entre los tres hombres más ricos de Latinoamerica. Tener un magnate nuestro en un Top de Forbes es tan gratificante como ver a Nairo y a Egan entre los cinco mejores de un Tour de Francia. Un pobre ni siquiera sabe que es Forbes pero igual celebrará porque El Tiempo lo ha dicho. Y a El Tiempo, órgano supremo del Patrón, hay que hacerle caso.
Las declaraciones del Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla contra la clase media, señalándola como la que deberá pagarle a los más pobres las miserias en las que la ha dejado el propio uribismo, es de un cinismo criminal. La rabia se apoderará de las calles y la gente, sin nada que perder, las llenará. Ya ni siquiera el fantasma del Covid los asustará. Es tan claro, tan obvio que los presidentes son elegidos para mantenerle la fortuna a Sarmiento Angulo, que los más ricos, amparados con el cuento ese cínico de que son los que mantienen los empleos de los pobres, ya se hinchan de hombros y sin anestesia nos hacen responsables de la debacle.
Y dentro de unos meses Federico Gutierrez, el elegido de Uribe, saldrá orondo a prometernos, como hacía Duque presidente, menos impuestos para los pobres. FIco será el uribista que nos salve del uribismo. No les quepa duda, el jefe de Uribe es Sarmiento Angulo y Uribe es un tipo de palabra, jamás moderá la mano que le da de comer. Esta es la finca de Sarmiento Angulo y hay que darle de comer al único patrón.