El gobierno nacional, a través de Decreto 593, habilitó al sector de la construcción y manufactura para retomar sus funciones laborales a partir del pasado 27 de abril con el propósito de reactivar la productividad en Colombia.
El presidente Iván Duque, en conjunto con su bancada, ha tomado la decisión de reactivar paulatinamente las actividades económicas del país, acusando, entre otras cosas, los bajos números de nivel de contagio y letalidad del mismo en el territorio nacional. Esto provocó múltiples disyuntivas con los gobiernos locales en los diferentes departamentos del país, puesto que las garantías para los sectores habilitados al trabajo son escasas en la mayoría de los casos.
Lo que el mandatario ha ignorado en sus comunicados, en los que declara como positivo el impacto de la crisis sanitaria en Colombia con respecto a otros países y su manejo, es que las repercusiones del virus y su tasa de mortalidad tienen una proporción directa con el número de pruebas realizadas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, se han efectuado aproximadamente 120 pruebas por cada 100.000 habitantes, un porcentaje bajo en comparación con los países que han anunciado aplanamiento en la curva de contagio como Alemania, Italia y España; donde el aproximado es de 2.000 pruebas por 100.000 habitantes. De hecho, estos últimos han tenido información suficiente para confirmar el aplanamiento y considerar la reactivación de los diferentes planos de su economía, así como el sucesivo procedimiento para la salida del confinamiento.
La información transmitida desde el gobierno nacional con respecto al comportamiento del virus es cuando mucho escasa y nada concluyente. El peso en la decisión sobre la reactivación obedece únicamente a intereses económicos y hay un referente potencial en el cual las decisiones del Estado colombiano están direccionadas: Estados Unidos.
De los 3.08 millones de infectados en el mundo, 1.03 millones son ciudadanos norteamericanos. Pese a esto, las decisiones tomadas por Donald Trump han estado direccionadas en aras de la protección de la economía y no del individuo; el proteccionismo a la industria y a la manutención de los rubros que permiten que el gigante americano pueda ser potencia mundial son de carácter taxativo para el republicano.
Recientemente la región del sur, empezando por Georgia, comenzó su salida del aislamiento para así poder reactivar sus sectores económicos, en medio de protestas contra la anti democratización efectuada en algunos estados por las medidas de confinamiento obligatorio, sin ninguna medida o garantía de protección. En los días que han precedido este texto, la alcaldesa de Las Vegas, Carolyn Goodman, pidió la reactivación de la economía de la capital de Nevada señalando a la muerte como una parte esencial de la vida, haciendo una crítica a los estudios con respecto a la propagación del virus: “Esto no es China. Esto es Las Vegas, Nevada”. Ha sido el federalismo un salvador, puesto que ha permitido que los sectores puedan tomar decisiones conforme a su idea de peso en la vital social. El gobernador de Nevada cerró oportunamente esta posibilidad de reabrir la economía de un estado que depende del turismo y el dinamismo de las personas.
A esto se direcciona Colombia, un reactivamiento de las economías sin estimar el impacto en el sistema de salud, Estados Unidos tiene suficiente información como para comprender que la salida del aislamiento preventivo tendrá un impacto mayor en la salud de las personas. Mientras que Trump no necesita mentirle descaradamente a sus gobernados sobre la poca importancia que tienen las vidas en un país de peso estribado al consumo, Duque engaña a los colombianos con sus decisiones tomadas sin el rigor de los datos y la información. Sin embargo, con mentiras o no, el resultado tiende a ser el mismo: menos vidas por cuenta del COVID-19.