Con el anuncio del senador Álvaro Uribe, en el sentido de armar coaliciones en el Congreso para que le aprueben todo a Iván Duque, termina el esfuerzo del presidente para no depender de su patrón. También se evidencia que el intento por ejercicio un gobierno autónomo le quedó grande a quien fue elegido dizque para cambiar el modo de hacer política en Colombia.
Lo preocupante para la derecha colombiana es que un virtual fracaso del kínder de Duque dejaría el camino libre a Gustavo Petro de cara a las próximas presidenciales. Sin lugar a dudas Iván Duque y su estilo de gobernar se perfila en el mismo formato del frustrado gobierno del expresidente Andrés Pastrana; ambos en su estilo son buenos para demostrar su talante caudillista de plaza pública, pero totalmente impotentes para administrar de forma y de fondo un Estado como el nuestro, ejecutando proyectos de gran envergadura y solucionando problemas que, como en casi todos los casos, dejan los gobiernos pasados.
Ahora bien, la pregunta es: ¿cómo Uribe sube al poder a un hombre que no tiene la más mínima idea de construir un programa de gobierno ni experiencia en el sector público? La respuesta hasta ahora no la tengo clara, pero este alfil de su ajedrez tal vez fue elegido por el jefe del Centro Democrático porque no tenía antecedentes de corrupción. Sin embargo, su inexperiencia, desde un inicio, le ha jugado una mala pasada y muestra de ello son los cien primeros días de su gobierno que desaciertan desde todo punto de vista (seguramente entre la estrategia de Uribe está blindar su continuismo en el poder a través de una política de reelección presidencial ilimitada).
El sector industrial, por ejemplo, no está contento con el gobierno Duque porque no se ve evolución real de la economía, de la industria y del comercio. ¿Cómo es posible que un mandatario prefiera reunirse con personajes como el cantante Maluma, condecorado por la letra de sus canciones misóginas y machistas, que buscar una solución concertada con los líderes estudiantiles que manifiestan el inconformismo de sus políticas que pretenden acabar con la educación pública de calidad y, tal vez, convertirla en otro negocio útil que enriquezca a la oligarquía del país?
En estos cien días de continuismo uribista se han tomado decisiones nocivas e impopulares que claramente afectan a la clase media y baja; mejor dicho, como lo están definiendo algunos estudiosos, Duque es como un "Robín Hood al revés”. El verdadero les quitaba a los ricos para darles a los pobres y Duque les quita a los pobres para darles a los ricos.
Si hablemos de orden público, el país se sigue deteriorando por sus deficientes estrategias para determinar directrices concretas al interior de las fuerzas del orden público, súmele a ello que tiene un ministro de Defensa sin preparación alguna en el tema. El titular de Defensa, quien en el pasado manejó carteras como Fenalco, la única decisión que ha tomado durante estos cien días ha sido arremeter en contra de las marchas cívicas, mientras en las calles se desata la violencia de pandillas y crecen las organizaciones criminales remuneradas por el narcotráfico a un ritmo industrial; los delitos de gran impacto (como el hurto, el fleteo, el sicariato y otros) crecen y decrecen las oportunidades para la educación.
A esto súmele la inconfesable ética pública de su Ministro de Hacienda, que fungió en el mismo cargo del 2003 al 2007, hoy juzgado por la opinión pública como responsable de los bonos de agua o bonos Carrasquilla, que desde la fecha han empobrecido a 117 municipios de Colombia por una cuantía de 440 mil millones de pesos.
Así mismo, la guerrilla del ELN continúa sus actividades delictivas y al presidente Duque solo se le ocurre aconsejarlos para que dejen de secuestrar, volar torres de energía y así poder negociar un cese de fuego bilateral. En el cuarto de San Alejo están quedando los cimientos de la paz concertada en el gobierno pasado con la extinta Farc, al igual que la economía y su filosofía naranja que hasta ahora solo ha servido para exprimir al pueblo, gravando más IVA en productos de la canasta familiar. Ah, y cómo no hablar de la convulsión que han generado sus irresponsables decisiones que buscan reducir el presupuesto de la educación y aumentar el presupuesto para la defensa.
Amanecerá y veremos…