Sin ir demasiado lejos y sin pretender posiciones alarmistas con respecto a la llegada del Coronavirus a Colombia, me permito sugerir que la reciente visita de Duque a que lo revisaran en Estados Unidos no tiene buen pronóstico. Podría estar significando que ya los ricos del país están buscando “tierra alta como la tanga” y dejarnos engarzados con el incumplimiento inveterado de los sistemas médicos del país. Salvarse ellos y dejarnos jodidos a quienes no podemos escapar.
En un reciente artículo que motiva éste, vengo a saber la siguiente noticia para alertar que lo que dije arriba no es descabellado: “No es que todos los ultra ricos se retiren a sus bunkers subterráneos en Nueva Zelanda; parece poco probable que las cosas se acerquen tanto”. ¿Quién sabía que había bunkers para salvar superricos en Nueva Zelanda? Confieso que eso es para mí un escándalo, pero no me sorprende. Los ricos son implacables. Y en este caso tendrían razón pues se trata de resguardar la vida. Igual, podrían irse para la luna. De todas maneras, la muerte ha de alcanzarlos.
Ya se siente que a nivel de medios, supuestamente para evitar una desazón nacional colombiana, han venido bajándole el acicate a las medidas que se deben tomar. Si hubiere una hecatombe, que puede haberla, todo podría explicarse después, justificarse, inventarse una JEP, pero ya estaremos muertos. Y que conste que estoy hablando que puede ocurrir de hoy para mañana, no en un futuro remoto. El virus ya está aquí. Y si no está, es irremisible su llegada.
Podemos aceptar en gracia de discusión que Duque fue a cumplir una cita y lo obligaron a hacerse las pruebas, pues no podían permitir que llegara a infectar Donald Trump, pero aun así esa medida da una idea de la magnitud absolutamente drástica de la situación mundial. Los Estados Unidos no confían en el sistema médico colombiano. Y sus razones tendrán.
Pero si Duque fue a su visita porque sabía de tales pruebas y que serían realizados por el personal médico más selecto y sofisticado del mundo, eso implicaría que Duque estaría dudando él también del sistema de prevención médica colombiano. No estoy diciendo que lo hizo, pero si cabe la presunción. No es conspirativo, es deliberativo.
Y aquí podríamos entonces pagar las consecuencias de nuestra imprevisión. Escogimos un presidente que no es garantía de que tenga el don de mando para dirigirnos durante una gran crisis, pues sabemos todos, y ahora sin ambages, que no es él quien manda. Lo peor de esa aserción es que la gente huele y detecta cuándo no hay mando. Y opera en consecuencia de una manera. Incluso, auto lesiva e irresponsable. Y, para colmos, ya tienen $15.000 millones de pesos aprobados para feriarse, y no van a dejar títere con cabeza para no gastarse eso y más, aunque el sistema siga haciendo agua por los poros. El peligro es que nos gastemos el doble o el triple y aun nos muramos.
Y, ¿ellos? Muy bien gracias, habrán alquilado un búnker o mandado a hacer otros, vaya a saberse dónde.
Y ahora, ¿qué tan peligroso es el coronavirus?. Bueno, el informe que leo aparece en New York Times y, déjenme decirles, tengo algo más de dos años de estar leyendo casi exclusivamente prensa extranjera y nunca había leído un artículo más terrorífico; no se compara ni por un pelo a aquellos cuando Trump subió al poder; lo cual es mucho decir. Todo el mundo sabía que iba a cagarla, pero ahora la cosa es peor.
Léase por favor esta admonición: “Más bien, es que las personas con ingresos de clase media, o con licencia por enfermedad garantizada, podrán tomarse un par de semanas para recuperarse o ayudar a la familia enferma. Pero los trabajadores a tiempo parcial o las personas con salarios más bajos se encontrarán más vulnerables. Un servidor de restaurante o un conductor de Uber sentirá más consecuencias de cualquier turbulencia social. Esas personas también sentirán una mayor presión para seguir apareciendo en el trabajo, incluso si tienen una condición de salud preexistente que hace que Covid-19 sea más peligroso”.
Quien eso escribe lo hace desde Londres y está así de aterrado.
Y corona para terminar:
“Tal vez sea más fácil, entonces, pensar en esto como un cambio menos sísmico en las circunstancias globales que una profundización de una de las tendencias más importantes de nuestra era, en la que los acomodados están protegidos y amortiguados, mientras que las cargas se llevan a los más pobres y la clase obrera. En otras palabras, es, como en tantas situaciones actuales, una historia de desigualdad”.
Y sí, es así. Quién de nosotros está en capacidad de inventarse un viaje a Estados Unidos para visitar, a sabiendas o no sabiendo, que le practicarían pruebas de no dar positivo y, además, y le darían recomendaciones para resguardarse convenientemente.
¿Le entregó algún código secreto de cómo debe hacer la dirigencia para resguardarse?
Compárese quien esto lea con lo que dice el periodista de su misma situación: “Mi trabajo no me convierte en un buen representante del riesgo económico de una pandemia. Los editores y periodistas pueden trabajar desde casa fácilmente. Otras formas de actividad económica no dependen de mi producción diaria. Tampoco ninguna las cadenas de suministro mundiales dependen de mi trabajo. Pero uno de mis vecinos trabaja para una empresa que fabrica tecnología de consumo. Otro trabaja para una empresa de marketing global. Una pareja son doctores”.
Entonces amigo, la cosa es muy sería y es el momento en que se cree un comité de gente muy calificada e incólume, desprovista de interés partidista que sea capaz de coordinar la crisis por encima del mando presidencial inclusive. Seguramente habrá propuestas más ingeniosas y, ojalá, efectivas pero es hora de prender, incendiar las alarmas.
De mi parte, lo lamento, no le creo a Duque, ni a su gobierno, una hostia.
Los falsos positivos y los intentos de montarlos nuevamente, deben habernos curado a todos en salud.