En honor a un dirigente juvenil comunista del Corregimento de Currulao (Turbo), se hizo llamar 'Mario Morales' cuando ingresó a las filas de las Farc. Su nombre de pila era Jairo Iván Ramos.
Llegó en la tarde del viernes hasta la alta montaña del municipio de Montecristo, límites con Santa Rosa, en el sur de Bolívar –territorio que conocía muy bien— para adelantar visitas en algunas fincas donde tuvo reuniones con cultivadores de hoja de coca dentro del proyecto de sustitución de cultivos ilícitos que como firmante del Acuerdo de Paz adoptó con placer. Trabajar con las comunidades campesinas era lo que más disfrutaba. Horas después lo asesinaron.
Jairo sabía que buscar la verdadera paz en Colombia era y es una tarea complicada. Pero le apostó a buscarla desde el corazón de las zonas rurales, ayudando a eliminar el ingrediente más importante de la guerra: la cocaína. Fue así que se metió en el monte con la intención de apoyar la sustitución de cultivos ilícitos, por lo que desde el inicio del proyecto lo llamaron “el hombre de las tareas difíciles”.
De joven, en su época de militante comunista, vivió de cerca el exterminio de la Unión Patriótica, que fue realmente lo que lo empujó a buscar las filas de las Farc, por lo que sabía que los 224 asesinatos de sus excamaradas de la guerrilla era parte de otro exterminio sistemático.
–Muy seguramente nos matarán a unos tantos mientras el pueblo lo permita, pero mientras tanto hay que hacer todo cuanto se pueda por la paz, para irse con la conciencia tranquila de haber sido consecuentes—decía cuando conocía la noticia de exguerrilleros asesinados.
Quienes trabajaron a su lado dicen que era un enamorado de la paz, en la cual veía la posibilidad de lograr vida digna para las y los desposeídos de Colombia. Y que la búsqueda de esta se le convirtió en una constante en su diario vivir. Quería que sus dos hijos de 10 y 8 años vivieran tranquilos en un campo en paz.
Buscando lo que para él era equidad social fue que de joven, en su natal Bajirá, municipio de Mutatá, en Antioquia, empezó a integrar grupos que apoyaban las luchas campesinas y juveniles. Su liderazgo en el gremio lo llevó a la dirección regional de la JUCO. También fue dirigente de la Junta Seccional del Sindicato de la Industria Bananera (Sintrainagro) y militante de la UP.
A comienzos de los años 90 –para salvar su vida— se unió a la guerrilla de las Farc, donde también llegó a liderar varios grupos y comandar el frente 37, que históricamente hizo presencia en el Bajo Cauca Antioqueño y Bolívar, las mismas tierras donde fue acribillado el pasado viernes.
Jairo Iván era uno de los hombres más queridos dentro del partido Farc, que dejó el Acuerdo de paz de 2016. Era una de sus mejores fichas en las regiones e integrante clave de la Dirección Nacional del Partido.
Tras conocerse el asesinato de Jairo desde la dirección del partido Farc emitieron una carta abierta dirigida a la guerrilla del ELN, presuntos autores del crimen en la que expresan su indignación, dolor y rechazo por la muerte de ‘Mario Morales’, con quien suman 225 exguerrilleros muertos luego de la firma del Acuerdo de Paz.