Siempre nos vemos sorprendidos por el fracaso. Cada vez que fracasamos es todo un acontecimiento en nuestras vidas. Lo que no nos da la gana entender, es que los fracasos hacen parte fundamental de la existencia. El fracaso está presente entre nosotros, en cada ser humano, en cada situación; no respeta a nadie, no respeta pinta: existe gente fracasada desde el estrato cero hasta el siete. En los actos más tontos encontramos el fracaso y lo hacemos parte de nuestro discurso, nuestra queja es de gran importancia para el mundo:
El fracaso de no ganarse la ancheta en diciembre.
El fracaso de que nadie se ría con sus chistes.
El fracaso de no conseguir una pareja estable.
El fracaso de no pasar primero en la fila del banco.
El fracaso de salir sola de un motel. -¿Qué se yo?-
Cuando creemos que ya nada nos sorprende y nos sentimos tan especiales e intocables, aparece la sorpresa. Perplejo uno se dice: ¡Oh, a mí también me pasa!- Después de tanto creerse diferente descubre un día que es como todo el mundo, que no tiene un culo de especial y que a usted también le pasa todo lo que siempre creyó que no le pasaría. Es que no es culpa nuestra, venimos desubicados desde la primera infancia en donde la madre se caga en todos repitiéndonos frases inentendibles, mientras nos arranca los cachetes a pedazos. ¡Por favor mamás, no le jodan mas la cabeza a sus hijos!
- Tú eres especial mi nene.-
-Nadie se compara contigo.-
-Eres único, irrepetible e irremplazable en el universo.-
Ni siquiera le dicen que en su vida, no. ¡Sino en el universo entero! Barney causó verdaderos conflictos en algunas personas.
Uno se cree toda esa mentira de que es único y especial; pero lleva algún tiempo descubrir la realidad de las cosas especiales en el mundo, y hay que reconocerlo: no estamos en los primeros diez puestos. Ese es otro desencanto de la vida, un fracaso que a todos nos cuesta, ya que siempre estamos siendo comparados con todo y al menor descuido reemplazados por cualquier cosa.
Todo comienza a revelarse cuando repetimos cosas por el estilo de:
-¿A mí?- -No, a mí no me pasan esas cosas.-
A mí no me ponen los cachos.
A mí no me meten billetes falsos.
A mí no me roban.
A mí no me da gripe porcina AH-1 N-1.
A mí no me falla el método del ritmo.
A mí no me niegan un trabajo.
A mí no me queda grande conseguir pareja.
A mí no me dejan tirada en un motel.
A mí no me rompen la cara por negarme a limpiar unos vómitos en un supermercado. -¡No, a mí no!-
Hacer reír es todo un arte. No vale reírse de sus propios chistes, eso no cuenta como nada. Sí solo uno se ríe de lo que se le ocurre quiere decir que no es tan cómico, que es mejor no repetirlo más, y que debe reinventarse de una vez o callar para siempre. Siento la comedia como un esplendido medio para lograr exorcizar tanto fracaso reprimido, puede ser una grandiosa terapia, de hecho todos deberían volverse comediantes y hacer la parodia de su vida para sacarse ese veneno que los invade; quizá no habría tantos reportes de “matoneo” si la gente no se tomara tan a pecho lo que le pasa, aunque a veces no parece tan divertido encontrarle el chiste a las sutiles humillaciones de la vida. Pero cuando desee carcajearse de verdad busque en el sufrimiento ajeno, en la crítica y en la burla. El mejor chiste que a uno le puedan contar es un chisme de alguien, aún mejor cuando se le tiene bronca al protagonista del chisme, y si acaso existe un video como evidencia del chisme es casi como ganarse la pata de un chance. (Para los que entienden lo que eso significa.)
Si usted le dice a un amigo: -Oiga. ¡Le tengo un chiste!-
Lo más probable es que le responda con indiferencia: -Espere, ya me cuenta que estoy haciendo una suma...-
Pero si usted le dice a ese mismo personaje: -¡Oiga, le tengo un chismeee! –
La reacción será inmediata: -¡Cuente, cuente ya! ¿De quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?-
La estética de la anécdota se ha venido desarrollando a través de la historia hasta desencadenar en lo que hoy llaman Stand-up Comedy; que parece ser un monologo satírico del análisis de la cotidianidad, en donde el público se ve reflejado en la constante queja del comediante. -La realidad no solo supera la ficción, sino que la aplasta con su crueldad.- Esto puede parecer muy simplón, como si cualquier vieja chismosa de esquina fuera a convertirse en una brillante humorista; pero no. Por lo general las personas tienen la certeza de saber -no me explico cómo- que los profesionales de la comedia, son sumamente divertidos y animados en su vida personal, yo quiero decir que no es de esa manera, de hecho son gente muy pensativa, criticona y medio aburridora; es más, yo creía que intimar con uno podría ser lo máximo y para nada: de remate lo dejan a uno “tirado en los moteles” -eso parece sonar muy redundante- y ni siquiera por cortesía se ríen de los chistes que uno hace. Sólo recuerdo que a mí no me causó nada de risa.
Yo pensaba: -Donde salga y lo vea por ahí lo empujó contra un camión ¡qué porquería!-
¿Sí a usted mujer, no le ha pasado? Espero de corazón que siga siendo de esa manera.
Y si sabe a qué me refiero seguro que no querrá compartir su impresión con los demás.
Se experimentan reacciones encontradas en una fracción de segundo:
La sorpresa. -¿Qué se hizo?- ¿Será qué está escondido?
La negación, porque uno hasta mira bajo la cama. -¿En serio se fue?-
La putería. -¡Este es mucho pobretón H.P!-
La especulación, -¿Será que tiene novia?-
La aceptación a medias, -Bueno hasta mejor, que pereza de tipo. Ya me tenía harta.-
Luego de eso a uno lo embarga una infinita incertidumbre: - ¿Será que esas cosas solo me pasan a mí? - Maldita sea, yo creo que me cagó una bruja.
Usted desea arrojarse por una ventana, pero es imposible porque son demasiado pequeñas: por seguridad, calculo yo. Imagino que son muchas las razones por las cuales una persona querría lanzarse por la ventana de un motel, cualquiera piensa en hacerlo luego de verle tanto tiempo la cara a una misma persona con la cual no tiene mucho en común.
Estas son cosas que uno no le cuenta a nadie, porque es una verdadera vergüenza reconocer que entró acompañada y salió sola. –Aunque fuera se hubiera despedido, le hubiera dado plata para el taxi.- Nunca antes pensé en que eso les sucediera a las mujeres jóvenes y bellas, yo creí que solo eran historias de viejas resentidas, feas y amargadas que ya no tienen ninguna esperanza en la vida. Pero no.
Para descargar la ira contenida de una mala experiencia como esa y canalizar el odio en risa hay tres pasos:
1. Recuerde a esa persona en la cama frente a usted y esas lagañas asquerosas que tenía bajo los ojos.
2. Piense en lo molesto que fue cuando le dijo como si fuera su papá: -¿Y es que se piensa quedar ahí acostada toda la mañana?-
3. Imagínele noqueado y con la boca rota por negarse a limpiar unos vómitos en un almacén. – ¡Súper tierno! –Ahí todo vulnerado. Todo abusado, todo ultrajado.
Risa me dio cuando vi al mismo tipejo quince días después en un vídeo, agarrado con un celador porque no quería limpiar los vómitos de una amiga enferma en un supermercado o algo así. –Qué boleta en la vida.- No me alegra que le dieran en la jeta, pero claramente lo demás perdió importancia. Ahora soy fanática del juego que sacaron respecto al tema y pierdo a propósito para que le den en la jeta otra vez: http://ocioweb.co/garulla/
Me parece encantadora la muñequita vomitando por todas partes.
-Bien hecho.-
-¡Eso le pasa por estar cuidando borrachas!-
-Definitivamente, Dios no castiga ni con palo, ni con rejo.- Eso habría dicho mi abuelita.
Noté que muchas personas se ofendieron con el asunto convirtiéndolo en un fracaso propio, en un conflicto personal: como clientes, también muchos se quejaron de abuso, otros dijeron que el sujeto debió limpiar el piso y hasta le tildaron de borracho degenerado en algunos comentarios. Es increíble que las personas sean tan agresivas. Me encanta porque hay gente que se ofende todo el tiempo con los otros por cosas así, como que dicen –tengo unas ganas de agarrarme con alguien- y entonces se meten a facebook, a twitter o a YouTube a joder con los demás. Uno de verdad no cree que eso pase hasta que le pasa. Ese es mi consuelo, saber que yo no soy la excepción y que usted tampoco lo es. ¿Por qué iba a serlo? Recuerde que no somos especiales. Cuando uno se ve sorprendido por los acontecimientos y dice: -¡Oh, a mí también me pasan esas cosas!- se siente algún desaire, pero cuando comparamos las situaciones resulta que todo parece un chiste de fracasos compartidos. La comedia y el drama son dos caras de una misma moneda, parece más honesto reírse de los fracasos que vivir quejándonos por todo. –Porque a todos nos pasa ¿qué se le va a hacer?-
De: Fragmentos
Maira Alejandra Parra Rodríguez