Ante autoridades negligentes y empresarios poco comprometidos con la economía circular o el desarrollo sostenible, la toma de conciencia empieza apenas a darse en Colombia, pero la mayoría de la gente, por falta de campañas masivas que promuevan un cambio cultural, aún no es consciente de cómo acciones sencillas pueden hacer una gran diferencia: ser más responsables en nuestros hábitos de consumo y con la basura que generamos.
Hay dos cambios de conducta al alcance de todos. El primero es tener siempre presente la llamada jerarquía de manejo de residuos, que consiste, en ese orden de preferencia, en evitar, reducir, reutilizar, reciclar, compostar y por último desechar.
Un buen ejemplo es empezar por evitar las bolsas de plástico de un solo uso (que utilizamos sólo unos minutos, pero tardan décadas o hasta siglos en deshacerse, ¿algo absurdo, no?) o los recipientes de icopor en que pedimos comida para llevar (que no son ni reciclables ni biodegradables, es decir simple basura; en su lugar puedes usar recipientes reutilizables o comer directamente en el restaurante). Los guantes plásticos para comer también son una mala práctica que hay que erradicar.
Por años hemos estado acostumbrados a utilizar y botar, pero como puedes darte cuenta el desechar es la última y menos deseada de las opciones; antes están todas las demás: evitar, reducir, reutilizar, reciclar, compostar.
Como agente multiplicador, incluso puedes imprimir el gráfico que ilustra esta nota y distribuirlo entre tus familiares, vecinos, conocidos y colegas de trabajo, o reenviarlo por tus redes sociales.
El segundo cambio de conducta es separar basuras en el hogar o la oficina. Cuando esta se separa correctamente deja de ser basura. Por un lado, en bolsa blanca para residuos reciclables podemos disponer de cartón y papel de oficina o envoltura (siempre limpios y secos), plástico, metal y vidrio. Y por el otro, en bolsa negra biodegradable, residuos orgánicos de comida, papel y cartón sucios o grasosos, y vidrios rotos.
Muchos de ustedes se preguntarán, con toda razón, ¿qué caso tiene separar basura en el hogar si los camiones del ineficiente distrito la revuelven toda (en efecto, el manejo de residuos en Bogotá y la mayor parte del país es una vergüenza)? Pues muy sencillo, podemos identificar al reciclador o a la cooperativa que por lo general recorre nuestro barrio para entregarle directamente nuestra basura reciclable, mientras que la no reciclable dejamos que se la lleven las empresas recolectoras del distrito. Eso es lo que yo hago.
Cabe recordar que el relleno sanitario de Doña Juana ya prácticamente alcanzó su vida útil, y aun así el Alcalde Peñalosa acaba de anunciar que esta se extenderá por 37 años más, cuando en realidad deberían implementarse en el distrito esquemas eficientes de separación y recolección diferenciada de basuras e instalar las grandes plantas de reciclaje y manejo de residuos que hace tiempo le están haciendo falta a Bogotá para ser una ciudad moderna y más sostenible en ese sentido.
En una época en la que creemos tener toda la información que queramos al alcance de la mano, con noticias cada vez más abundantes sobre los graves impactos del plástico en el mar (ballenas, tortugas, peces o aves marinas con plástico en el estómago), ¿no es absurdo que lo sepamos y no hagamos nada para cambiarlo ya?
El tiempo para revertir el grave daño ambiental que hemos causado al planeta se acaba y amenaza nuestra propia subsistencia como especie. Empieza ya.
