Las cosas que hay que oír de parte de los funcionarios públicos a veces nos hacen palidecer y no propiamente de dicha, sino de tristeza, de desesperanza, de frustración. La gente que trabaja en el sector público está para defender los derechos fundamentales, los principios establecidos en la Constitución y las Leyes. Sin embargo, en muchos casos se les olvida esto y se ponen a defender sus propias y fanáticas convicciones religiosas o políticas. Y lo peor es que tratan de convencernos que están defendiendo las causas del pueblo, de la ciudadanía. ¡Nos creen bobas!
La primera posición absurda en estos días, es la del señor Procurador Alejandro Ordóñez, cuando a través de una comunicación amenaza a los funcionarios con una sanción administrativa si defienden la paz. Leo esto una y mil veces y me parece que estoy en medio de una pesadilla, que no puede ser realidad que se prohíba defender un derecho fundamental. Prohibir la defensa de la paz es violar el artículo 22 de la Constitución que dice: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.
Pero —dirá Ordoñez— lo que prohíbo es esta paz, la que están firmando con las Farc, la paz de Santos.
¿Habrá una paz de Uribe, otra de Santos,
otra de Ordóñez, otra de Timochenko?
Ahhh, tan bruta yo que no entiendo la diferencia entre una paz y otra. ¿Habrá una paz de Uribe, otra de Santos, otra de Ordóñez, otra de Timochenko? ¿Será que la paz tiene dueño y lo que faltó en la Asamblea Nacional Constituyente del 91, fue completar la redacción de ese derecho para decir “la paz, que no pertenece a nadie, es un derecho…” Y entonces ¿la paz la hace quién? Nadie, para que nadie pueda decir que la hizo o que le pertenece.
Absurdo, señor procurador. Debería entonces usted decir que el libre ejercicio de la personalidad, otro derecho fundamental, será sólo el de los heterosexuales, por ejemplo. Porque los homosexuales no debería ejercer ese derecho o por lo menos en público, pues darían mal ejemplo.
Los derechos no se condicionan, no pueden ejercerse o permitir que se ejerzan desde la discriminación y en ese sentido la paz que se busca en Colombia no es de Santos, ni de Timochenko, es la paz del país y por lo tanto un bien supremo que puede y debe ser defendido por los que creamos en ella y la deseemos, seamos o no funcionarios públicos. En cambio, los que quieran la guerra y la promuevan, son los que si violan la Constitución y las leyes. Y eso sería lo que el Procurador debería prohibir. Sin embargo no lo prohíbe, sino que lo alienta al atravesársele a la paz.
Otra posición absurda e ilegal es la de la Secretaría de Gobierno de Bogotá cuando para defender al Distrito del pago de una indemnización argumenta contra la víctima más tristemente célebre, una mujer que sufrió lo indecible en manos de un monstruo que la violó, la empaló y la dejó como muerta en el Parque Nacional. Rosa Elvira Cely, nos hizo llorar de dolor y de espanto. En nombre de ella se hizo la ley de castigo al feminicidio y se activaron muchas acciones de prevención y atención a este tipo de violencias.
Pero la realidad es tozuda y nos demuestra una vez más que las leyes no sirven para nada si no se acompañan de una reeducación de la sociedad. Si una abogada, que además de ser mujer ha pasado por una universidad sin aprender nada sobre lo que significa el machismo como cultura justificadora de la violencia, no hemos avanzado ni un centímetro.
¡Que desaliento da ver como una mujer asegura,
sin ponerse colorada,
que Rosa Elvira fue la culpable de su muerte por “salir con un amigo!
¡Que desaliento da ver como una mujer asegura, sin ponerse colorada, que Rosa Elvira fue la culpable de su muerte por “salir con un amigo! Otras personas ahora encontrarán excusas similares como que ella fue culpable porque vestía de tal o cual manera, porque se le había insinuado a ese tipejo o porque le aceptó una cerveza. Siempre habrá una “razón” para decir que la mujer es culpable de su propia desgracia. ¡Absurdo! Nada justifica la violencia contra la mujer y mucho menos ahorrarse unos pesos, señor abogada.
Creo que ni al mismo procurador, tan machista él, se le habría ocurrido algo así con relación a las mujeres. Se necesita una mente enferma de machismo para llegar a decir tal estupidez. Hizo bien en renunciar esa abogada, de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero su renuncia no resuelve el fondo del problema: la mentalidad de la gente que sigue pensando que las mujeres no tenemos derechos iguales a los hombres.
http://blogs.elespectador.com/sisifus