Para algunos, esta historia tiene su punto de partida, contradictoriamente a finales del año 2019, pero no sería hasta el siguiente que iniciaría lo que podría considerarse un año de película. Un capítulo que sin lugar a duda dejaría y seguirá dejando huella en esta saga que llamamos historia de la humanidad.
Las primeras semanas del año 2020 seguramente podrían llegar a ser un indicio de lo que nos esperaría para el resto de esta nueva anualidad. A tan solo 3 días de este primer mes, estábamos a puertas de una posible tercera guerra mundial, pues los medios relataban la muerte del temido general iraní Qasem Soleimani, a manos del ejército estadounidense, lo que dejaba un aire de tensión en el panorama internacional.
Unas semanas después, se informaba, sin prestar demasiada atención, sobre un virus similar al de la gripe que venía expandiéndose por todo medio oriente, sin embargo, los ojos del mundo estaban sobre Australia, en donde, el fuego arrasaba con más de 12 millones de hectáreas de bosque y cientos de animales que morían en medio de los vastos incendios forestales. A los pocos días, el elemento natural opuesto era la nueva noticia, pues en Indonesia, inundaciones cobraban cientos de vidas humanas. Así tan solo sería el primer mes del nuevo año.
“Ya hemos superado muchas pandemias y crisis en el pasado”
Llegamos a marzo, tercer mes del año, y lo que comenzó como una epidemia estaba por convertirse en pandemia, el virus que venía expandiéndose tomó fuerza y llegó a Europa, además, pareciese que las plagas bíblicas estaban retornando a nuestra realidad, pues en África, oleadas de langostas se apoderaron de las cosechas en el desierto dejando en crisis a familias y agricultores de Kenia, Etiopía y Somalia.
En este mismo mes, el mundo se enfrentaba a una amenaza invisible que, para entonces, ya había cobrado más de 20 mil vidas. Desde el 24 de marzo y por primera vez en Colombia se llevaba a cabo una cuarentena nacional. Esta vez la violencia y el conflicto armado dejarían de ser los protagonistas en los noticieros y en su lugar, entraría a este radar mediático, una palabra que movería y mueve un sin número de sensaciones en todo aquel que sea considerado ser humano: Virus o más específicamente el término COVID-19. Para esta fecha se sumaban a los reportes 1722 muertos en el mundo. En este tiempo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó: “Ya hemos superado muchas pandemias y crisis en el pasado. También superaremos esta”.
Durante este periodo, el nuevo accesorio de moda sería el tapabocas, además, el temor a este virus era inevitable, era una realidad, esta partícula podía acabar con vidas humanas si se estaba en las calles. Pese a las restricciones, existían dos puntos de vista frecuentes que giraban alrededor del miedo y la incertidumbre, uno de ellos era el enfrentarse a la posibilidad de quedarse sin trabajo, es decir sin poder disponer de un ingreso mensual, en donde la consigna en algún momento fue: “Prefiero morir por el COVID-19 a morir de hambre”. Por otro lado, estaban quienes querían asegurar la salud de su familia y comunidad, que preferían acatar las indicaciones del gobierno nacional y que se repetían constantemente la premisa “quedarte en casa”, buscando prevenir el contagiarse de este virus o afectar a los demás.
Un respiro de solidaridad
La cuarentena se dilataba en periodos de 15 días para Colombia, y en un principio tendría que finalizar el 13 de abril, mismo mes en que junto a la pandemia, cayeron los precios del petróleo en el mundo. La situación no era sencilla bajo ninguna perspectiva, por eso los gobiernos nacional y distrital comenzaron a generar estrategias que buscaban generar un auxilio económico para todas aquellas personas que se encontraran en situación de pobreza.
El presidente informaba a los colombianos las nuevas medidas que se adoptarían para enfrentar las condiciones de vulnerabilidad en ese momento, una de estas poblaciones eran los mayores de 70 años, a quienes el virus podría afectar con mayor frecuencia y quienes tenían la tasa de mortalidad a causa del SARS-CoV-2 por lo que el gobierno nacional creó el programa Adulto Mayor, a través del cual se giraba durante 3 meses dinero a esta población para su sostenimiento.
La alcaldesa Claudia López estableció Bogotá Solidaria en Casa, la estrategia del distrito para ayudar a las familias en que requerían un apoyo económico para asegurar el sostenimiento de sus familias. En medio de la solidaridad, había espacio para la “politiquería”.
Finalmente, el periodo de acuartelamiento se extendió hasta el 30 de agosto, en donde luego iniciaría lo que se conoce como aislamiento selectivo. Fueron semanas las familias de Colombia y el mundo tuvieron que adaptarse a una nueva realidad, en ocasiones, personas que nunca encontraban un tiempo para reunirse, debían convivir todo el tiempo, comenzaron a definirse espacios y horarios para realizar las actividades.
Para muchos el trabajo se duplicó, para otros escaseó, pero por primera vez se tuvo la oportunidad de ver cómo era el día a día de los familiares, de conocer otros aspectos de las personas más allegadas, pero también, de aprender a convivir, de pensar en que tal vez un momento como este, en este año tan ambiguo, no se podría repetir y es allí en donde a pesar de cualquier situación se llega a valorar el tiempo, el ser y el estar en compañía de quienes se quiere.
Es un año en el que se han dejado de realizar un sinnúmero de actividades, pero en el que sin duda hubo la posibilidad de hacer otras nuevas o retomar las que se creían perdidas. No se debe olvidar que fue en este 2020, y en medio de la pandemia, en donde se lanzó nuevamente un cohete al espacio, un viaje comercial, esta vez abriendo la puerta a las posibilidades, tal como lo ha podido ser este extraño 2020.