En noviembre de 2015 se conmemoran los 20 años del asesinato del ex candidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado. Dos décadas después la investigación no ha encontrado a los responsables, al tiempo que se han tejido numerosas hipótesis sobre las causas del magnicidio. En memoria de un golpe, el ex congresista e historiador Pablo Victoria revela episodios inéditos de los momentos que vivía el país en aquella época y se aproxima a una de las principales teorías sobre este caso: el intento de golpe de Estado al entonces presidente Ernesto Samper Pizano. Pablo Vitoria acaba de lanzar su libro, Memoria de un Golpe, en el que recoge toda esta información.
Ricardo Angoso: ¿Parece que paralelamente a toda la trama que envuelve el asesinato de Alvaro Gómez, es que sí hubo un golpe de Estado en ciernes?
Pablo Victoria: Sí, claro. Es que yo pienso que se debe partir de dos principios fundamentales para entender el asesinato de Alvaro Gómez. No había un solo golpe de Estado en marcha, sino dos: el primer golpe no era creíble porque estaba detrás Hugo Mantilla; yo pienso que no tenía ni los apoyos ni era una persona confiable, a pesar de tener muchos vínculos con los militares, y que era un historiador conocido, por haber dado cátedras a los uniformados. Mantilla era respetado y respetable, pero cometió el error de llamar a demasiada gente para esta trama; había muchos implicados de peso, incluso miembros conocidos del Partido Conservador, se iba a dar con el apoyo del general Camilo Zúñiga y otra gente que no viene al caso.
El Departamento de Estado norteamericano, sin embargo, me había expresado que consideraban que Zúñiga tenía muchos nexos con narcotraficantes y yo le advertí este asunto a Mantilla. Si se daba un golpe de Estado con Zúñiga tendríamos a una flota norteamericana frente a nosotros. El país no se convertiría en una narcodemocracia, sino en una narcodictadura y yo le desaconsejé en ese sentido, pero él siguió con esos planes y tengo mis indicios de que es el mismo Zúñiga quien acaba delatando la existencia de ese golpe de Estado al presidente Ernesto Samper.
El presidente Samper intuía que algo estaba pasando entre bambalinas y sospechaba del General Harold Bedoya, que estaba en una trama más secreta y que contaba con gente más creíble tras ella. Además, Bedoya gozaba de un gran predicamento en los círculos militares y era muy apreciado por sus compañeros.
Luego se descubrió en una casa de Alvaro Gómez una suerte de cronograma de la supuesta trama golpista de Zúñiga, documento que se enseñó a los narcotraficantes encarcelados con el fin de que hicieran algo ante el riesgo de que podían ser extraditados por un nuevo régimen en ciernes y con el fin de que conspirasen contra Gómez. Se trataba de movilizarlos en caso de que se rompiera el hilo constitucional, pero también para que tomaran medidas en aras de que no se cumpliera ese hipotético caso. Y me parece que junto a las frases de Alvaro Gómez, en el sentido de que había que tumbar el régimen y todo lo que decía en sus editoriales, llevaron a ese estado de cosas que tuvieron como colofón su destino fatal. Incluso tres días antes de que le asesinaran había publicado un último editorial llamando a tumbar el régimen. Creo que el segundo golpe de Estado es el que precipita la acción, el asesinato de Gómez Hurtado. Esas son las conclusiones que yo he sacado de mis investigaciones, testimonios e indicios que he recolectado en mi libro; utilicé fuentes muy cercanas a Zúñiga y Bedoya para llegar a este resumen en forma de tesis que planteo en mi estudio. Son fuentes de bastante validez, serias y confiables.
R.A.:Usted es muy duro con el tándem Samper-Serpa, por la entrada de dineros del narcotráfico en su campaña presidencial, ¿pero no cree que esa era una práctica habitual en todas las campañas electorales en Colombia?
P.V.: Era una suerte de sistema habitual, claro está. En el libro también explico, por ejemplo, que el presidente Alfonso López Miquelsen fue financiado con dineros de la mafia y este hecho está completamente documentado. El mismo Belisario Betancur se aprovechó de la misma circunstancia, Carlos Lehder le prestaba sus avionetas y dio dinero para sus campañas. Este es un asunto nada nuevo en Colombia, ya lo he dicho otras veces, pero lo que sucede es que Samper se dejó tomar la foto y los otros, no. Yo no me estrellé contra Samper por capricho, sino porque se dieron muchas circunstancias y había muchas evidencias.
R.A.:¿Por qué fracasó electoralmente Alvaro Gómez tantas veces si era un hombre tan capaz?
P.V.:Porque este país sufrió el mismo lavado de cerebro que sufrieron los españoles después de que se fueron de aquí, cuando abandonaron las colonias, en el sentido de que se les culpó de todos los males y de todo lo malo que ha ocurrido en Colombia. Y también en América Latina. Que vinieron a robar el oro, que mataron los indios, eso se dice de los españoles y basta con salir a la calle para ver que es pura mentira. La comprobación es que los españoles no mataron a todos los indios, pero sí lo hicieron los ingleses en los territorios que conquistaban y cargaron el muerto a los españoles. Crearon el mito de la famosa leyenda negra. Con el Partido Conservador ocurrió lo mismo, se creó una leyenda contra los conservadores y se les culpó de todo, casi hasta de la muerte de Cristo. La prensa liberal, que es la mayoritaria en este país, tuvo una gran culpa en ese proceso y fue quizá la responsable de haber iniciado la violencia entre conservadores y liberales. Fue tendenciosa y falsa, mintió deliberadamente.
La violencia no la incoaron los conservadores, sino que fueron los liberales quienes la iniciaron con las primeras grandes matanzas. Quemaban archivos, mataban conservadores y sembraron el terror. Hubo una gran campaña de los liberales contra los conservadores, dejándolos en la marginalidad política, una vez que llegaron al poder, y sin ningún tipo de miramientos. Los liberales se lanzaron a matar a los conservadores, desatando los conflictos y guerras conocidas que acaban culminando en el asesinato de Gaitán y el consiguiente Bogotazo. Luego llega el golpe de Estado de Rojas Pinilla y el país comienza a pacificarse. Pero los liberales siguen con la violencia, se alzan en armas en varias partes del territorio y ahí surge la figura de Tirofijo. Los liberales siempre apelaron a la violencia y de sus guerrillas, no lo olvidemos, nacieron las FARC, cuyo origen es liberal. Los liberales pertenecen a la internacional socialista y siempre mantuvieron una cercanía natural con los comunistas.
Finalmente, y para resumir, los conservadores terminamos pagando los platos rotos de una violencia generada por los liberales. Y ese es el principal motivo porque la gente no elegía a Alvaro Gómez y no le votaba. No lo elegían porque salían los liberales de todas partes para derrotar a los conservadores. Eramos demonizados, los conservadores, por los liberales, incluyendo aquí a todos los Gómez. El Partido Conservador nunca propició la violencia, se diga lo que se diga, sino que el origen de la misma en Colombia es liberal. Se creó una leyenda negra, al estilo de la que creó con los españoles, para manchar el buen nombre de los conservadores, que era gente tradicional, honesta y trabajadora. Y Alvaro Gómez, lógicamente, fue víctima de esa leyenda negra.
R.A.:¿No cree que buena parte de los problemas del sistema político que relata en su libro, que son de hace veinte años, siguen presentes todavía?
P.V.: Así es. Me entristece mucho ver como las cosas no han cambiado y cómo los dos partidos tradicionales y más antiguos del mundo se hayan venido a menos y que esa debilidad puede traer una inestabilidad muy grande al país. Esos dos partidos, conservadores y liberales, son los que han sostenido la democracia en esta nación y le han dotado una estabilidad política y jurídica, algo que no ocurrió en otras partes de América Latina. Este aspecto del que hablo es una tragedia en sí misma, ya que esos dos partidos son una suerte de patrimonio colombiano que es necesario preservar, así yo no esté de acuerdo con los principios del partido liberal. Creo que ese sistema, con todas sus deficiencias, es necesario preservarlo porque dota de estabilidad a Colombia y le hace un caso excepcional en el continente latinoamericano.
R.A.:Dice Enrique Gómez que esa mafia que denunció en su momento, y que mató a su hermano, Alvaro Gómez, sigue presente en el país y que ha permeado a todos los sectores e instituciones políticas, ¿piensa igual que él?
P.V.: Yo lo comparto pero le atribuyo la génesis a unas tesis económicas que provienen de un populismo que nos ha atrasado al continente durante décadas. Fueron las tesis de la CEPAL, que decía que había que sustituir las importaciones para progresar. Cada país intentó producir más, importar menos y protegió sus industrias, al punto que Colombia en los años 60 y 70 era un país muy cerrado a toda influencia externa. ¿Qué conexión tiene eso que afirmo con el narcotráfico? Pues la conexión es muy simple: este país cerrado y con unos monopolios ya formados dentro del país, fue asfixiando toda forma de emprendimiento, construcción industrial, desarrollo de la competencia y enriquecimiento legitimo a través de las actividades comerciales e industriales propias del sistema económico capitalista.
Y esa asfixia, por llamarla de alguna forma, a mi juicio gravitó muchísimo para que la gente quisiera enriquecerse por otros medios porque no era permitido enriquecerse por los medios legítimos. Este país no era una sociedad abierta, sino cerrada; entonces los narcotraficantes comenzaron a contrabandear y a enriquecerse ilícitamente porque no había otra forma de hacerlo. Se creó la industria del narcotráfico y prosperó en este país como en ninguna otra parte. El colombiano era muy comerciante y el negocio de la droga comenzó a prosperar. Esa cerrazón económica llevó a la creación de ese negocio y de ahí, como era natural, se pasó a la conformación de los grandes carteles de la droga.
R.A.:Volviendo al asunto del crimen de Gómez, ¿cree que la inteligencia militar tuvo algo ver en esa trama?
P.V.: No, yo pienso que no, entre otras razones porque uno de los condenados fue el Coronel Bernardo Ruiz y era muy antisamperista. El ejército, aunque estaba dividido, no era samperista, sino más bien todo lo contrario. Yo creo que el estamento de la inteligencia militar era muy antisamperista. Esa es una tesis absolutamente descabellada; no creo, sinceramente, que tras el crimen de Alvaro Gómez estuviera la inteligencia militar, no tiene ni pies ni cabeza dicha idea. Se colocaron unos vehículos de la inteligencia militar el día del crimen para distraer de la escena del asesinato a los verdaderos responsables que estaban detrás del mismo. Fue una maniobra de distracción.
R.A.:Usted lleva años denunciando todas estas cosas, ha sido uno de los grandes críticos de Samper, ¿no le dio miedo en algún momento a que le mataran?
P.V.: Claro que sí. Veía a mi familia muy amenazada, incluidos a mis hijos que los mandaba al colegio con escolta militar. Pasaron asuntos graves que me pusieron en alerta. Me borraron mis huellas de la Registraduría Nacional, algo que descubrí con el tiempo, y que tenía como fin que no existiera por si me hacían desaparecer. ¡Hasta me borraron mi ficha de nacimiento en el registro civil! Hubo que reconstruir esos elementos de nuevo porque yo ni siquiera existía como ciudadano colombiano. Son pistas que me dan la certeza de que me iban a matar y hacerme desaparecer para siempre, tirándome a una alcantarilla como un desconocido. Luego también me robaron las elecciones de 1998, que se hizo de una forma descarada, y me saquearon las cotizaciones de veinte años a la seguridad social para dejarme en la calle, en la ruina. La persecución contra mí fue realmente intensa. Yo, no obstante, avisé a los medios que a los bandidos que vinieran a buscarme los iba a recibir a plomo, a balazos, y creo que eso les hizo al menos que dudaran acerca de sus propósitos.
R.A.:Parece que habló mucho con el tesorero de Samper, Santiago Medina, ¿qué le parece el personaje: más víctima o verdugo?
P.V.:Fue ambas cosas a la vez. Si bien es cierto que tuvo mucho que ver en la repartición y en la consecución de los dineros del narcotráfico para la campaña, luego acabó víctima de toda esa trama, casi lo matan en varias ocasiones. Pero tuvo más que ver, por ejemplo, Nacho Londoño, recientemente asesinado por una mano oscura. Medina sabía mucho y me llegó a decir a mí que me había equivocado en las cifras que yo había denunciado que habían entrado en la campaña de Samper. A Samper se le entregaron finalmente diez millones de dólares. Medina recibía los dineros en papel regalo y los repartía por todo el país para la campaña de Samper, pero detrás de la consecución de los dineros estaba Nacho Londoño. Medina me dio mucha información, muchos elementos que me permitieron conocer lo que había pasado en la campaña de Samper y así fui construyendo mis acusaciones.
R.A.:¿No cree que todavía, pese a todo, Samper tiene un gran poder en el país?
P.V.: Pues sí, así es. Incluso se repiten muchas cosas del pasado hoy en día. Hay acusaciones contra Santos de que ha habido dineros del narcotráfico en su campaña, incluso se baraja la cifra de 12 millones de dólares, pero no tengo los elementos para sostenerlo.
R.A.:¿A qué se deben esos problemas de Colombia, a una institucionalidad débil?
P.V.: Colombia es un país sumamente extraño. Y le voy a poner varios ejemplos. Tuvimos 3700 secuestrados en un año y no sucumbimos como país. Cualquier otro país se hubiera derrumbado. Y la gente sigue trabajando, el país sigue su curso como si no pasara nada. Las instituciones son débiles, pero consiguieron que el país no sucumbiera y siguiera siendo democrático sin golpes de Estado ni revueltas. El país sigue su curso como si no pasara nada, se ha mantenido funcionando pese a todo y como si no existiera la violencia. Las instituciones son débiles, pero no tanto porque el país se ha mantenido a flote y sigue su marcha.
R.A.:¿Cómo examina el proceso de paz, cree qué dará los resultados esperados?
P.V.:Yo pienso que está sobre bases sólidas en lo que se refiere a la entrega del país a los comunistas. Desde ese punto de vista es muy sólido porque es lo suficientemente ambiguo para que las FARC consigan los objetivos que buscan. Es suficientemente ambiguo para que las FARC puedan conseguir lo que quieren, incluso juzgar a líderes y empresarios que tuvieron algo que ver con la guerra. Quieren sacar a las multinacionales del agro para cambiarlas por las zonas de distensión que quieren las FARC. Hasta curules en el Congreso les van a entregar a los terroristas, que por cierto también quieren magistrados en las cortes de justicia.
En fin, quieren incrustar a las FARC en el interior de las instituciones del Estado. Quieren la conquista política del Estado porque fallaron en la conquista militar en su momento. Vale la pena decir que Colombia es uno de los pocos países en el mundo que puede presumir de que sus Fuerzas Armadas no permitieron a la guerrilla comunista tomarse el Estado colombiano. Todos sabíamos que Santos y sus hermanos eran personas no confiables y para mí lo inexplicable es que Uribe, un hombre tan capaz y preparado, no haya sabido eso en su momento. Uribe es muy sagaz, no ha nacido ayer, y no se explica cómo fue posible que confiara en un personaje como Santos. Eso es lo inexplicable de este asunto. Santos solo quiere ganarse el Nobel de la Paz y convertirse en un líder mundial. Luego el proceso de paz es muy débil desde el punto de vista político e institucional, ya que les facilita a las FARC la llegada desde posiciones de poder a las instituciones. Nuestra crisis económica está relacionada con los temores que tienen muchos empresarios con respecto a la evolución del país; los dineros se fugan de la nación porque hay temor ante lo que pueda venir. Incluso la devaluación de la moneda yo la ligo a esta falta de confianza generada por un proceso muy incierto y que genera claramente incertidumbre.
@ricardoangoso