El 23 de este mes se abrieron dos importantes exposiciones. Edelmira Boller en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo lozano y Carlos Rojas en la galería Lamazone de Bogotá una muestra titulada Espacios.
Edelmira Boller, como ya lo habíamos comentado presenta una bella exposición de esculturas de retazos –la gran mayoría- en hierro. Ella es una arista desconocida que pertenece a la generación de Eduardo Ramírez Villamizar, Edgar Negret, cuando era un artista activo y, definitivamente cerca de Feliza Bursztyn. Gente sólida que dejó una huella porque fueron los artistas que creyeron en América y situaron el mundo de la creación en Colombia. Hoy, ya todo es distinto por el tema de la globalización. Pero ellos entendieron la geometría americana como una iluminación precolombina.
En su trabajo, Edelmira Boller en sus jóvenes 80 años, piensa sobre su proceso creativo: “Comienzo el diálogo; escojo las piezas en juego que comienzan a amoldarse y a establecer normas. Yo apruebo o corrijo porque soy una especie de semáforo: con mis sentidos hago cambio de luces.
»Uno cree en un mundo distante donde el único compromiso es la ley de los sentidos y eso quiere decir para mí: dejar fluir las ideas. Cada pensamiento es parte de las convenciones e intenciones.
»El mensaje se transmite mientras observo y escojo. Ya después la obra está resuelta pero no terminada. Entonces llega el momento de reflexionar si la intuición y el argumento están de acuerdo. Siempre busco un diálogo entre el material y el manejo del espacio”.
Carlos Rojas nació un 18 de abril en 1933 en Facatativá y murió de repente en1997 en Bogotá.
Sus franjas verticales y horizontales se reconciliaron como mallas eternas. Su idea de pintar las ventanas campesinas con el espíritu del amante de la naturaleza americana, se convirtieron en ventanas urbanas selladas con los mitos del ser inconforme. Su pintura ordenada con infinito cuidado en el manejo del color, de la composición, de pronto, dio un salto al vacío y sus trabajos se convirtieron en construcciones en madera y su pintura se convirtió en objeto. O, en su impaciencia impulsiva, le dio la vuelta al bastidor para trabajar la idea de un espacio interior.
En la serie Mutantes, el acto de construir con el desecho, es parte de su testimonio de la pobreza. Armar con los materiales encontrados una fachada sellada con madera quemada que puede ser el sinónimo de la no salida.
En esta faceta se alejó de su mundo ordenado y apacible y armó un universo cerrado de composiciones complejas donde importan más las texturas.
Carlos Rojas, como lo hizo siempre, estaba cortando a la realidad con navaja de la razón. Intentaba denunciar el horror de la pobreza, la injusticia, la crueldad de los seres humanos.
Tal como lo dice el abogado en el libro de Antonio Tabucchi en La cabeza Perdida de Damasceno Monteiro, “Yo defiendo a los desgraciados porque soy como ellos, esa es la pura y simple verdad. De mi ilustre estirpe utilizo el patrimonio material que me han dejado, pero, como los desgraciados a los que he defendido, creo haber conocido las miserias de la vida, haberlas comprendido e incluso asumido, porque para comprender las miserias es necesario meter las manos en la mierda, perdóneme la palabra, y sobre todo ser consciente de ello”.
Eso hizo Carlos Rojas mientras pensaba en la situación colombiana. Construía sus mundos de sutil color. Armó y pintó sus obras a las que les impuso todo su rigor intelectual y técnico, con su inteligencia casi universal existían miles de eventos que sucedían mientras estaba siempre lejos que las complicaciones de la vida diaria. Él estaba centrado en el presente, en el pasado y en el futuro mientras entendía la problemática de las galaxias, estudiaba la versatilidad de una hoja, mientras observaba a la realidad con microscopio o de dedicaba a ser jardinero. Carlos Rojas tenía esa elocuente capacidad de tener múltiples intereses donde a todo le otorgaba la importancia y que hizo que su obra fuera genial con pocos argumentos. Le otorgó a su mundo real la eternidad de lo sagrado. A lo permanente fue fugaz, a la historia le quitó en peso de la linealidad.
Cuando pensaba en la gravedad la utilizaba en dos sentidos: la gravedad en el espacio y la gravedad en el conflicto de la sociedad colombiana Yo creo que por eso, su obra parece sorda. Logró la construcción de un mutismo bello. Logró silenciar esas voces existenciales que se preguntaron un día por qué Holderlin murió loco.
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Problemas del consumidor
En este mundo de corrupción ya uno no cree en la confianza. Me vendieron por Internet un pasaje en Avianca. La vuelta segura no especificaba los horarios con el puntual AM o PM. Llame a confirmar el vuelo pero nadie me hizo ni siquiera la advertencia que el supuesto vuelo era a las dos y media de la mañana. Llegué al aeropuerto de Miami y me dice la señorita... Señora usted perdió el avión que salía a las dos y media de la mañana... hora imposible de conjugar en los itinerarios de la vida pero, para bajarle a uno la ira del engaño anotan las señoritas: Imagínese usted cuando es una familia completa .... que, tienen que pagar la multa por todos. Para mi fueron USD 210. Si estamos cansados de la corrupción que es el tema del día: Asi se manejan las empresas de confianza.
Hoy llame a Carulla. Había un descuento en línea. Lo pedí porque era el 20 por ciento . Y lo peor, no llegó el descuento y no llegó el pedido completo. Carulla en su alta calidad es mentira. En su llamada es importante para nosotros es mentira. Los puntos de venta lo dejan a uno colgado unos 7 a 10 minutos mientras lo desconectan. La llamada es importante es mentira, y los precios son de mentira.
Ana Maria Escallón