El planteamiento que voy a exponer quiero asimilarlo al caso de dos padres de familia de escasos ingresos, quienes tienen dos hijos cada uno y usan tales recursos para construir el futuro bienestar de ellos, por lo que deben brindarles la educación que consideran conveniente para tal propósito, tomando decisiones diferentes: El primero, quiere que sus hijos se preparen lo mejor posible y los coloca en el mejor colegio, respondiendo por las grandes exigencias monetarias que se derivan por esa decisión y desde el primer año se ve obligado a acceder a créditos respaldados por sus ingresos; en el segundo año, cuando ingresa el otro hijo, firma libranzas respaldadas con su salario; para el tercer año se ve precisado a hipotecar la vivienda y, en el cuatro año tiene que vender dicha propiedad para poder garantizar el estudio de sus hijos; en el quinto año, no puede responder por el pago de los estudios y debe matricular a los niños en colegios públicos, con el desconcierto e inconformidad de ellos, quienes no entienden esta decisión y, en la medida que avanza el tiempo, el mayor tiene que trabajar para lograr que el menor finalice sus estudios, presentándose una situación incierta para todos. .
El segundo padre, analiza la situación con su esposa y le explica a los niños que por sus modestos ingresos deben estudiar en colegio público y desde ahora deben hacer un gran esfuerzo para ahorrar algo que lo invertirán en actividades que incrementen sus ahorros. El comportamiento unificado de esta familia, enfocado unánimemente al bienestar colectivo y al logro de la mejor educación para tener un futuro mejor, hace posible que al finalizar la secundaria haya ingresos adicionales que les permiten financiar sus estudios universitarios en la carrera de su predilección y en el lugar que consideren que es más favorable; el futuro de ellos es claro y les infunde optimismo. La estrategia de este padre garantiza el bienestar sostenible de sus hijos.
El paralelo expuesto entre las dos familias, es un parangón entre las estrategias de los gobiernos de Venezuela y el de Evo Morales en Bolivia, en lo referente al cumplimiento de reivindicaciones requeridas por la ciudadanía.
En el caso de Venezuela, el gobierno comenzó dándole prelación a satisfacer las reivindicaciones de las comunidades, haciendo alarde de las bondades de un imaginario gobierno socialista, que en realidad es asistencialista; prestándole poca atención a la preservación y mejoramiento del aparato productivo y principal fuente generadora de los recursos destinados a satisfacer las necesidades de la población, como es el petróleo; comportamiento que fue afectando su producción, reduciéndola de 3.500.000 barriles diarios en 1999, a un poco más 500.000 que produce actualmente, situación que ha incidido en el incumplimiento de las reivindicaciones que antes se habían cubierto y la consecuente crítica situación socio-económica que padece el pueblo venezolano.
En el caso de Bolivia, el gobierno de Evo Morales, en la medida que atendía las reivindicaciones de las diversas comunidades, en cumplimiento de sus propuestas, buscaba fortalecer las fuentes de ingreso del Estado, poniendo en práctica políticas de nacionalización de los hidrocarburos y la renegociación de contratos de concesión para explotación de minerales, en condiciones más favorables para el Estado; estrategias que llevaron a triplicar el PIB nacional; la pobreza extrema se redujo del 38% al 15%, el desempleo de 8.1% a 4.2% y el salario mínimo subió de 60 a 300 dólares; resultados que indudablemente le dan sostenibilidad a las reivindicaciones reconocidas a la población. En consecuencia, con la experiencia boliviana basada en la producción para el fortalecimiento de los ingresos estatales, bienvenidas sean todas las reivindicaciones sociales, respaldadas en el crecimiento de la economía
Es preocupante que los diversos proyectos presentados por el gobierno del presidente Petro, al Congreso de la República, ninguno está encaminado a incrementar la actividad productiva para generar los ingresos del Estado con los cuales cubrir los gastos que causarán las reformas de la salud, educación, pensiones, justicia y desarrollo rural, esenciales para lograr el cambio por el cual lo llevamos al Poder, dando la impresión de que su gestión se está encasillando en la escuela del asistencialismo venezolano.
Este gobierno aún está a tiempo de escuchar, concertar y corregir las prioridades y estrategias de sus iniciativas, las cuales deben incluir las conducentes a eliminar de raíz el cáncer enquistado en el Estado, como es la corrupción y, con mayor razón, cuando la ciudadanía está a la espera de que el gobierno del cambio entienda, que para el verdadero cambio, la corrupción debe desaparecer.