Hoy, 2 de febrero, el centro histórico de Riohacha estaría inundado de gente fiel y devota a la tradición religiosa de la Virgen de los Remedios. A su vez estarían los nunca faltantes políticos oportunistas y la alta sociedad guajira reunida (llego a pensar que son lo mismo).
Es que el pasar de los años ha convertido esta tradición religiosa en un desfile de moda y pantallería donde abunda la hipocresía. Los puestos reservados en la catedral son para los políticos y las largas filas mamando cule solazo son para la gente de la ciudad. Es que no parece ya un día religioso, sino uno donde se reúnen los clanes políticos y acuerdan cómo se distribuirán las futuras elecciones o, si están en elecciones, no dudan en hacer politiquería con sus acostumbradas entrevistas en el Parque Padilla.
Bueno, y ni hablar de que ya hace años se conmemora otra tradición, pero esta es la de la lambonería al "matarife" o "innombrable". Hay más expectativa por verlo llegar que por ver salir la procesión. Es costumbre del alcalde y el gobernador de turno recibirlo como el gran anfitrión, como también se recibe en medio de los murmullos al Clan Char, en cabeza de Alex Char.
Acá la gente está a la espera de que llegue algún ministro, contralor, procurador, etc. Es que no quiero ni recordar el día que le hicieron un desayuno con honores al señor Alejandro Ordóñez, todo esto en medio de la polémica nacional por quemar libros en Bogotá. Ay, ombe.
Este fue el resumen corto de lo que hubiera pasado si no estuviéramos en pandemia. Desfile político y de moda, oportunismo, pantallería, hipocresía y falta de memoria histórica para un pueblo que lleva años sumido en el abismo llamado corrupción.