La creciente crisis en Venezuela, en donde el caos político y económico parece no augurar mejorías próximas, ha provocado una migración masiva hacia los países de la región que podría calificarse como la más grande en la historia de América Latina. Millones de venezolanos dejaron lo que fue su vida, propiedades, proyectos y sueños, y cruzaron fronteras en búsqueda de oportunidades que por lo menos les aseguren una subsistencia. En diversas modalidades de rebusque, dedicándose a labores que distan mucho del título que los acredita como profesionales y trabajando por salarios inferiores al mínimo se les ve, sin importar el lugar a lo largo del continente, luchando por forjarse un nuevo y más próspero mañana.
Colombia es, quizá, el lugar donde esta realidad resulta más palpable. Números del Gobierno aseguran que, desde 2012, un total de 1,6 millones de venezolanos han ingresado al país. De este total, un 47% lo hicieron en el último año. La cifra se disparó.
El ascenso en la cantidad de migrantes coincidió con las próximas elecciones regionales que tendrán lugar a finales del mes de octubre. Se ha visto como por el deseo de acaparar el voto, o viéndose ante una inminente derrota en las urnas, varios políticos (especialmente de ciudades que son paso obligado para los venezolanos que se desplazan al interior del país) han recurrido a los discursos de odio para atraer desprevenidos e indecisos. Por ejemplo, Ángela Hernández, candidata del Centro Democrático a la Gobernación de Santander, pautó publicidad en una concurrida avenida de Bucaramanga en donde se leía: “Venezolanos sí, pero no así”.
El mensaje fue sumamente criticado y solo se sabrá si rindió réditos electorales cuando la votación ocurra. Sin embargo, es una prueba viva de que la problemática migratoria ya es un tema central en buena parte de la sociedad, más allá del oportunismo político de ciertos sectores. Y, a pesar de que estos sucesos aparentarían ser aislados, es recurrente escuchar comentarios que acusan a los venezolanos de ser los culpables del desempleo de los colombianos. Argumentando que laborarían por salarios más bajos y no pagarían seguridad social, varios afirman que son personas más atractivas para los empleadores.
Esta “lógica”, afortunadamente, ya fue derrumbada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). La entidad, en su reciente Encuesta Nacional de Hogares, concluyó que en poco o nada influye el desempleo de los venezolanos con las tasas indicativas del empleo en Colombia. Alrededor de 870 mil venezolanos están trabajando actualmente el país y la tasa de desempleo de dicha población está en el 19,2%. En cambio, la tasa de los nacionales colombianos se encuentran en 10,1%. Si se suman ambas, para hacer un conglomerado total, el porcentaje se fijaría en 10,2%. Un aumento mínimo e insignificante.
El estudio, además, midió el índice de desempleo de los venezolanos por ciudades. Popayán (32,0%), Villavicencio (27,0%) y Bucaramanga (26,0%) son las tres capitales que presentan mayor cantidad de migrantes sin empleo. Al otro lado de la balanza, Montería (13,8%), Quibdó (8,9%) y Pasto (5,4%) son las que se muestran más amigables para que los venezolanos logren conseguir trabajo.
Otras ciudades principales, como Bogotá (21,7%), Cúcuta (24,9%) y Barranquilla (15,9%) también fueron incluidas en la medición.
Asimismo, se logró establecer en qué industrias han contratado más venezolanos en los pasados 12 meses. El comercio, junto con la hotelería y los restaurantes, emplearon un aproximado de 52.000 migrantes. La construcción y las actividades inmobiliarias, por su parte, tuvieron 16.000 y 14.000 vinculaciones de venezolanos como trabajadores, respectivamente.