En el corazón de Bogotá está La playa. Queda en el barrio Estanzuela, a pocas cuadras del comando de policía Bogotá, la Metropolitana, desde donde trabajan los oficiales que comandan la ciudad y las oficinas de los investigadores más duros de la Sijin. La playa es el sector, junto con el barrio Restrepo, donde más se comercializan repuestos robados en la ciudad. Este mercado negro se maneja en medio de los cientos de talleres de mecánica legales que funcionan en la zona.
Aunque la policía de Bogotá a logrado desarticular varias bandas dedicadas al robo de automóviles y a la venta de autopartes robadas, este lucrativo negocio manda mueve el comercio en estos puntos de centro y sur de Bogotá, donde se consigue cualquier parte de vehículo de cualquier marca.
El negocio funciona y siempre ha funcionado así: expertos ladrones se roban los carros en menos de tres minutos. Los vehículos que más se hurtan en la ciudad son los más comerciales, que son Chevrolet Spark, Kia Picanto, Hyundai i10, y los Chevrolet Sail y Aveo. Son los más apetecidos porque al haber más unidades rodando por Bogotá hay más demanda de sus repuestos y partes, como puertas, guarbabarros y espejos y vidrios.
En menos de tres horas los carros se desbalijan. Todo sirve y todo se vende. Hasta las placas tienen compradores. Los distribuidores tienen sus contactos en sectores como La playa, Restrepo y Siete de agosto, donde se puede encontrar de todo lo que se necesite. Las únicas partes que los comerciantes no compran son aquellas que están contramarcadas. Son más fáciles de rastrear por la policía que investiga este lucrativo delito.
Cada año se roban más de tres mil carros, según la Secretaría de Seguridad de Bogotá. En 2021 se robaron 3.331. Varias investigaciones han determinado que el negocio de las autopartes deja ganancias superiores al 300%. Según Asopartes, este mercado negro puede mover alrededor de unos 300 millones de dólares al año.